Más allá de las demandas de la vida cotidiana, los genes tienen mucho que decir respecto al cansancio y el estrés que sufren las personas.
Estudios confirman que el ADN influye en lo que comemos, cómo procesamos nutrientes y en el riesgo de sobrepeso o celiaquía.
En los últimos años, la genética ha comenzado a revelar el papel clave que desempeñan nuestros genes en el rendimiento físico, la resistencia, la fuerza, la capacidad aeróbica, la respuesta al entrenamiento, la propensión a lesiones, entre otros.