No es la dieta ni el ejercicio: esto es lo que tu ADN revela sobre tu paladar y tu peso
Estudios confirman que el ADN influye en lo que comemos, cómo procesamos nutrientes y en el riesgo de sobrepeso o celiaquía.
¿Dulce o amargo? El ADN puede descifrar que hay detrás del paladar y del sobrepeso.
¿Dulce o amargo? ¿Saciado o siempre con hambre? ¿Suplementos que funcionan o simplemente están de más? Cada una de estas preguntas podría encontrar una respuesta donde muchos no buscan: en el ADN. El código genético, además de definir rasgos físicos, también influye en la forma en que percibimos sabores, procesamos alimentos y almacenamos grasa. Así lo afirman recientes investigaciones científicas y expertos en genética aplicada a la nutrición.
El gusto también tiene genes
El investigador del CONICET y director científico de Gen360, Adrián Turjanski, afirma que la genética condiciona aspectos del paladar, como la preferencia por sabores dulces o amargos y el nivel de sensibilidad gustativa. Aunque el ADN no define una vocación gastronómica, puede marcar diferencias biológicas que, por ejemplo, beneficiarían a sommeliers o chefs al permitirles detectar matices de sabor más intensos.
En ese sentido, algunas personas disfrutan más del dulce porque sus genes hacen que esos sabores activen con mayor intensidad los receptores gustativos. Otras, por el contrario, perciben con mayor claridad el amargor, lo que las lleva a evitar ciertos vegetales o bebidas como el café. Esa diferencia no es un capricho: está escrita en el ADN.
Cómo el ADN altera el procesamiento de nutrientes
El impacto genético no termina en el gusto. Se extiende a la manera en que el organismo absorbe y utiliza los nutrientes. Algunas personas tienen dificultades para asimilar vitamina B12, magnesio o calcio, lo que puede derivar en carencias nutricionales aunque lleven una dieta equilibrada. Otras eliminan con rapidez la vitamina D, presente en pescados, lácteos o huevos, lo que obliga a una suplementación específica y sostenida.
Adrián Turjanski, investigador del CONICET y director científico de Gen360, explicando el test genético nutricional: la clave para comer según tus genes.
El riesgo de caer en errores alimentarios es alto en una era donde los suplementos vitamínicos se ofrecen como soluciones universales. Pero sin conocer el perfil genético, es difícil saber si realmente se necesitan o si podrían ser contraproducentes. Turjanski lo resume así: "A través del conocimiento de nuestro ADN, se puede evitar tanto la carencia como la sobrecarga de vitaminas".
Test genéticos para una nutrición personalizada
Los test de ADN permiten detectar variantes asociadas no solo al metabolismo, sino también a la percepción de sabores, la respuesta a ciertos compuestos como la histamina, y la facilidad o dificultad para perder peso. Este tipo de estudios posibilita diseñar planes nutricionales adaptados a cada persona, con mayor precisión y eficacia.
Por ejemplo, un individuo con predisposición a metabolizar lentamente las grasas puede requerir una dieta más baja en lípidos para mantener un peso saludable. Otro, que elimina rápidamente la cafeína, podría tolerar varias tazas de café sin efectos secundarios. Estos matices, invisibles a simple vista, se vuelven clave cuando se conoce el mapa genético de cada organismo.
ADN y sobrepeso: una relación más cercana de lo que parece
En Argentina, seis de cada diez personas presentan exceso de peso, un dato que inquieta a las autoridades sanitarias. El sobrepeso y la obesidad están ligados a más de 200 enfermedades, entre ellas diabetes tipo 2, hipertensión, problemas hepáticos, afecciones respiratorias y ciertos tipos de cáncer. Aquí también el ADN tiene mucho que decir.
"La sensación de saciedad no es igual para todos. Algunos necesitan comer más para sentirse satisfechos, y otros engordan más fácilmente con ciertos alimentos. Eso depende de distintas variantes de los genes", explica Turjanski. Al identificar esas variantes mediante test genéticos, es posible diseñar dietas más eficaces, que respeten la biología individual y mejoren la relación con la comida.
Este enfoque evita la frustración que provocan las dietas genéricas, que suelen fracasar por no contemplar la respuesta única de cada cuerpo. Con la información adecuada, se puede comer mejor, sin caer en restricciones extremas ni recetas universales que prometen resultados mágicos.
Celiaquía: lo que el ADN anticipa sin necesidad de una biopsia
El test genético también puede anticipar enfermedades autoinmunes relacionadas con la dieta, como la celiaquía. Esta patología, provocada por una reacción al gluten, puede generar síntomas digestivos severos y daños intestinales. Según datos genéticos, el 99% de las personas celíacas tienen dos variantes específicas en los genes HLA-DQ2 o HLA-DQ8. Si alguien no presenta esas variantes, puede descartar de forma definitiva el riesgo de desarrollar la enfermedad.
Conocer esta información evita dietas innecesarias, pruebas médicas invasivas y restricciones alimentarias sin sustento. A su vez, brinda tranquilidad a quienes dudan sobre la posibilidad de ser celíacos, especialmente cuando algún familiar cercano lo es.
El futuro de la alimentación es personal
Turjanski lo resume con una afirmación contundente: "No hay un solo plan de salud que funcione para todos. La personalización es el camino, y la genética es una de sus mejores herramientas". Los test genéticos, lejos de ser un lujo, se consolidan como una herramienta de prevención y guía para mejorar la calidad de vida.
Aunque no predicen con certeza el futuro de la salud, sí permiten entender con más claridad cómo funciona el cuerpo, qué necesita y qué debe evitar. En un contexto donde abundan los consejos contradictorios y las modas alimentarias, apoyarse en la ciencia es una forma de recuperar el control y tomar decisiones informadas.
Porque, al final del día, saber si preferís el dulce o lo amargo es solo la punta del iceberg. Lo que realmente importa es comprender cómo tu ADN moldea tus hábitos, tu salud y tus elecciones cotidianas.
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