La autosugestión, tendencia espiritual y objeto de ciencia

El mundo experimenta la diversificación de la espiritualidad. Cientos de nuevas religiones son profesadas por diversas culturas y países alrededor del mundo.

Uno de los elementos claves en la conformación de las novedosas corrientes espirituales es la valoración del sí mismo. Sin dudas, las personsa son atravesadas por el contexto histórico en el que viven. Entonces, no es casual que en una época en la cual se consagra al individuo como artífice de su propio destino, la espiritualidad gire en torno a su contexto. Uno de los conceptos que reinan tanto en la literatura de autoayuda como en las corrientes de la nueva espiritualidad es la autosugestión, pero con una nueva significación que la de su definición original. Es decir, lejos del autoengaño la tendencia actual es creer en sí mismo para lograr palabras y acciones positivas en todos los aspectos de la vida de un individuo.

Best sellers como El secreto o El poder de la mente a través de la ley de atracción hablan de la importancia de estimular el subconsciente para influir positivamente sobre nuestras acciones diarias. Basada en la autosugestión del individuo, la ley de tracción asegura que “uno se convierte en lo que piensa”. Esto significa que los pensamientos, las emociones, las creencias y los hechos son las causas que atraen a las consecuencias. Es decir, los pensamientos determinan la biografía.

Esta corriente espiritual fue conocida masivamente a partir de la publicación de El Secreto, pero sus orígenes no son recientes. Los estudiosos en el tema identifican antecedentes históricos a la ley de tracción en el hinduismo. Pero, uno de los primeros autores en formular esta teoría fue James Allen: En su libro “Piensa como un hombre”, publicado en 1902, habló de la autosugestión como un mecanismo para reforzar pensamientos positivos y así alcanzar acciones exitosas.

Pero no sólo de literatura se trata la cuestión. Los beneficios de la autosugestión hoy son objeto de análisis en la medicina. Las investigaciones se realizan en torno a lo que se denomina efecto placebo. Es decir, la reacción de una sustancia neutra que parece tener propiedades curativas al administrarla a un paciente. A partir de una investigación realizada por el Dr. Paul Enck, profesor de Medicina Psicosomática y Psicoterapia de la Universidad de Tubinga, Alemania, se demostró que el efecto placebo tiene una consecuencia positiva sobre patologías asociadas a los circuitos cerebrales del dolor y la analgesia, enfermedades mentales, patologías del sistema endocrino y del sistema inmunológico. En estos casos, el estudio demostró que aunque al paciente no se le administre un medicamento acorde a su afección específica sino un placebo, el dolor o la molestia de alivianan de forma inmediata.

El Dr. Enck aseguró además que el placebo no es la única forma de autosugestión: "Cuando alguien va al médico y después de hablar con él se siente mejor, o bien, cuando recibe un diagnóstico negativo aunque que esté equivocado , el individuo comienza a sentirse peor". Otro estudio comprueba esta teoría. El Dr. Fabrizio Benedetti, de la Universidad de Turín, concluyó a través de una investigación que la creencia consciente que el paciente tiene de la ingesta de un fármaco es fundamental para su curación.

El estudio comprobó que las expectativas son la clave. Es decir, no se producen los mismos efectos si el paciente cree o no cree que el placebo funciona. Si sabe que no es real, la dolencia o la molestia sigue. En cambio, si la persona está segura que va a funcionar, el alivio se produce inmediatamente.

Objeto de estudio en la ciencia y teoría en la espiritualidad, la autosugestión es considerada hoy un mecanismo eficaz para lograr hábitos y prácticas positivas.

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