El tratado de paz

Aprovechemos los momentos en los que seamos felices para firmar un contrato, nuestro tratado de paz, un tratado de verdadero amor.

Decimos al ser amado: «Cariño, en el pasado nos hemos hecho sufrir mucho porque ninguno de los dos sabía manejar la ira que sentía. Ahora, hemos de planear una estrategia para ocupamos de ella». El dharma, elimina el ardor de la ira y la fiebre del sufrimiento. Es una sabiduría que aporta alegría y paz aquí y ahora.

Nuestra estrategia para alcanzar la paz y la reconciliación, debe basarse en él. Cuando surge la energía de la ira, solemos desear expresarla para castigar a quien creemos que es la fuente de nuestro sufrimiento. Ésa es la energía habitual en nosotros. Cuando sufrimos, siempre culpamos a otra persona de habernos hecho sufrir.

No comprendemos que la ira es; ante todo, un problema nuestro. Nosotros somos los principales responsables de ella, pero creemos con gran ingenuidad que si podemos decir o hacer algo para castigar a la otra persona, sufriremos menos. Hemos de desarraigar esta creencia, porque todo cuando hagas o digas llevado por la ira, sólo dañará más tu relación. En lugar de ello, cuando estemos enojados, debemos intentar no hacer ni decir nada.

Cuando dices algo muy cruel, cuando haces algo como represalia, tu ira aumenta. Haces sufrir a la otra persona y ella se esforzará diciendo o haciendo algo en respuesta que alivie su sufrimiento. Así es como el conflicto se va intensificando. En el pasado, ha ocurrido muchas veces. Ambos conocemos bien cómo la ira y el sufrimiento van aumentando y; sin embargo, no habemos aprendido nada de ello. Intentar castigar a la otra persona, sólo empeoraría la situación. Castigar a la otra persona es castigarse a sí mismo, lo cual es cierto en cualquier circunstancia.

Cada vez que el ejército de Estados Unidos castiga a un país, no sólo sufre el país, sino también Estados Unidos. Cada vez que un país intenta castigar a Estados Unidos; no sólo sufre Estados Unidos, sino también el país en cuestión. En cualquier otra parte del mundo ocurre lo mismo; ya sea entre israelíes y palestinos, entre musulmanes e hindúes o entre tú y la otra persona. Siempre ha sido así. De modo que vamos a despertar, vamos a ser conscientes de que castigar a otra persona, no es una estrategia inteligente. Tanto tú como ella son inteligentes, y deben usar su inteligencia y ponerse de acuerdo en planear una estrategia para cuidar cada quien su ira. Los dos saben que intentar castigarse mutuamente no es sensato. Por tanto, debemos prometernos que cada vez que nos enojemos, no diremos o haremos nada arrastrados por la ira. En vez de ello, cuidaremos de la ira que sentimos volviendo a nosotros mismos al practicar el respirar y caminar conscientemente.

Aprovechemos los momentos en los que seamos felices para firmar un contrato, nuestro tratado de paz, un tratado de verdadero amor. Debemos escribir y firmar ese tratado de paz movidos totalmente por el amor, y no ha de ser como los tratados de paz que firman los partidos políticos, que se basan sólo en el interés nacional y siguen estando llenos de desconfianza e ira. Nuestro tratado de paz, debe ser puramente un tratado de amor.

Thich Nhat Hanh

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