Proponen que los candidatos políticos tengan el secundario completo

El proyecto de ley que considera como requisito la presentación del título secundario para poder acceder a una candidatura, acercaría un poco más a dos realidades contrapuestas en el marco de las exigencias laborales del mundo político y civil

“Entre 25 y 30 años, secundario completo, formación académica acorde al puesto, experiencia en el área, buena presencia y residencia cercana al sitio trabajo”. Estos son algunos de los requisitos excluyentes para la mayoría de los ciudadanos argentinos que buscan trabajo. Para, ¿todos? No necesariamente, los políticos son la excepción a la regla.

Aunque la Constitución Nacional establece a través del artículo 16 que "todos sus habitantes son iguales ante la ley y admisibles en los empleos sin otra condición que la idoneidad", en el campo de la búsqueda laboral los requisitos se sofisticaron y las exigencias para la sociedad civil son cada vez mayores.

La complejización del mundo del trabajo, ¿incluyó a la clase política? ¿Cuáles son los requisitos excluyentes para ser diputado, senador, gobernador o presidentes? ¿Se necesita formación o experiencia acorde a la posición?

A contramano de la creciente especialización del mundo laboral, para ser funcionario público u ocupar una posición clave en la conducción del destino de una ciudad, provincia o país, los políticos sólo deben cumplir una o dos condiciones que nada tienen que ver con su educación o trayectoria laboral.

Por ejemplo, para ser Presidente de la Nación sólo se debe ser mayor a 30 años y ser ciudadano argentino. En el caso de los gobernadores, los requisitos son los mismos, la única diferencia es contar con una residencia mayor a tres años en la provincia, en el caso de no haber nacido en ella. La situación es idéntica para los diputados, aunque se puede acceder al cargo a partir de los 25 años.

Es decir, las posiciones más importantes en el ejercicio del poder no requieren la presencia de educación o experiencia. Sólo cuentan la edad, su condición ante la ley y su lugar de residencia. El destino de cientos, miles o millones de personas puede depender de una persona que no esté capacitada o nunca haya incursionado en el área que lo atañe.

Pero, en la actualidad existe un proyecto que intentaría igualar, al menos en parte, las condiciones entre la clase política y la sociedad civil. Gustavo Cairo, senador del PRO por la provincia de Mendoza, presentó un proyecto de ley que incorporaría un nuevo requisito para todos los cargos: tener el secundario completo.

Los detractores del proyecto argumentan que esta nueva condición iría en contra de la Constitución Nacional que promueve la igualdad de oportunidades, pero Cairo establece en su defensa al proyecto que en la actualidad el Estado garantiza la educación pública y gratuita y así, existe la posibilidad de estudiar el secundario sin restricciones de ningún tipo.

Más allá de cuál será el resultado de este proyecto de ley, la propuesta abre el debate, las condiciones y oportunidades entre la sociedad civil y la clase política ¿son equitativas o disímiles?.

Si bien, la ley en su formulación insta al mundo laboral a sólo considerar “idoneidad”, es claro que además de este requisito a los ciudadanos se los evalúa a través de su edad, zona de residencia, imagen, trayectoria laboral, referencias y capacidades intelectuales y físicas. Además, el proceso de selección abarca varias etapas en las cuales un candidato debe afrontar sucesivas entrevistas, pruebas de conocimiento y exámenes psico técnicos. Tras un largo camino y esfuerzo, un ciudadano es merecedor de un puesto de trabajo.

El proyecto de ley que considera como requisito la presentación del título secundario para poder acceder a una candidatura , acercaría un poco más a dos realidades contrapuestas en el marco de las exigencias laborales del mundo político y civil.

Hoy las diferencias son notorias. En la ciudadanía el salario se obtiene a partir de la experiencia educativa y laboral, mientras que en la política las exigencias son escasas o bien, no dependen de la trayectoria intelectual o profesional.

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