La perra que saca todos los días a sus 30 peluches al jardín y emociona con su rutina inquebrantable.

Esta es una de las historias virales de animales más dulces del año. Si te preguntas por qué, la respuesta te va a emocionar.

No son solo juguetes: este es el vínculo real entre una perrita y sus peluches que emociona

Cada mañana, sin falta, una labradora de ocho años llamada Buttercup se despierta con una sola misión: llevar uno por uno a sus 30 peluches al jardín. No importa si está lloviendo, si la nieve cubre el césped o si el viento sopla con fuerza. Esta rutina, que repite desde hace cuatro años, ha conmovido a miles de personas en redes sociales. ¿La razón? No es un simple juego. Es, según su dueña, una forma de compartir con ellos lo que más le gusta: el sol, el aire libre y el tiempo en familia.

La historia ocurre en Michigan, Estados Unidos, donde Buttercup vive con su compañera canina Peanut y sus cuidadores humanos, Jackie Markey y su esposo Don. Desde que Don instaló una puerta especial para perros que da al jardín, Buttercup decidió que sus peluches también merecían salir al exterior. Desde ese día, organiza un verdadero desfile de felpa todas las mañanas.

Peluches al sol, sin importar el clima

El ritual es tan preciso como emotivo. Después de desayunar, Buttercup elige un peluche y lo lleva con suavidad entre los dientes al patio trasero. Luego regresa a por el siguiente, y así sucesivamente hasta completar la tarea. Ocurre todos los días, sin interrupciones. Y aunque el clima no siempre colabora, eso no ha sido impedimento.

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“A veces tengo que descongelarlos. Se congelan durante el invierno”, confesó Jackie en una entrevista. Algunos días, su labor se vuelve más difícil cuando la lluvia empapa a los juguetes, o cuando el oso pardo gigante queda atascado en la puerta. Pero Buttercup no se rinde.

Su colección incluye pulpos, tiburones, osos polares, huskies y muchos más. Todos fueron adquiridos en la sección infantil de IKEA, y algunos muestran ya el paso del tiempo, marcas de uso que son prueba del apego.

El lado más tierno de Buttercup

Entre todos los peluches, los huskies de felpa ocupan un lugar especial. Son los primeros que traslada cada mañana, y con ellos tiene gestos que han enternecido a miles de seguidores en redes sociales: se acuesta encima, les chupa la cabeza, los arrulla como si fueran sus crías.

“Es muy maternal”, explicó Jackie. “Los cuida, los acomoda y los acaricia como si entendiera que necesitan atención”. Ese comportamiento, que podría pasar desapercibido en otro contexto, se ha transformado en una muestra clara de cariño, dedicación y sensibilidad.

Una rutina que ya es viral

La historia de Buttercup se comparte desde su cuenta en redes sociales, The PeanutButtercup Chronicles, donde también aparece su hermana, Peanut. Allí, los videos muestran a la labradora arrastrando peluches, organizando el césped como si preparara un picnic de felpa, o simplemente descansando entre sus juguetes favoritos.

Con más de 30 figuras esparcidas por el jardín, las imágenes parecen sacadas de un cuento infantil. Y sin embargo, forman parte de una rutina completamente real, que se repite con la misma constancia todos los días.

Una relación de hermanas que suma ternura

Buttercup no está sola. Peanut, su hermana labradora de seis años, comparte con ella juegos, siestas y paseos. Aunque Peanut es más tranquila y prefiere actividades como buscar la pelota o masticar huesos, el vínculo entre ambas es inseparable.

“Buttercup se sienta encima de ella todo el tiempo”, relata Jackie. “Lo ha hecho desde que llegaron a casa. Pero no lo hace para molestarla. Es más bien una forma de estar cerca. Es muy dulce. Me recuerda a un alma vieja”.

Una historia diaria que empieza y termina igual

Cada noche, Jackie y Don recogen los peluches esparcidos por el patio y los guardan en el interior de la casa. Pero el orden solo dura unas horas. Con los primeros rayos de sol, Buttercup vuelve a la carga. Uno por uno, sus peluches vuelven a ocupar su lugar bajo el cielo abierto.

Y aunque no hay aplausos, ni cámaras esperándola, la labradora no necesita otra recompensa. Porque en ese acto repetido, hay algo más profundo: la necesidad de compartir lo que se ama, de cuidar a los que nos acompañan, y de encontrar en lo cotidiano una forma de alegría constante.

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Redacción Vida Positiva