Intimidad

Diccionario emocional : Es nuestra forma más privada de pensar, sentir, hacer, deshacer, desear y temer
Por Eduardo Chaktoura

Domingo 20 de enero de 2013 | Publicado en edición impresa

Existe un cuarto cerrado bajo siete llaves, aunque algunos deciden tener abierta la puerta de par en par. Hagamos lo que hagamos con ella, esa es nuestra intimidad.

Hay cuestiones que son exclusiva propiedad de nuestra forma más privada de pensar, sentir, hacer, deshacer, desear, temer.

Todos somos más o menos curiosos, así como tan o poco pudorosos. La intimidad es un derecho, decidamos preservarla cuanto queramos; así como elijamos hacerla pública, al extremo de la "popularidad".

En las culturas más voyeuristas, la desprejuiciada exposición puede llegar a promover el ascenso económico y social que, de otra forma y sin garantías, podría implicar años de estudio, dedicación e inversión. He ahí el ser o no ser de la fama en estos tiempos. Cada quién sabrá por qué decide andar por la vida sin llave.

Irrumpir en una habitación sin invitación es abuso, violación, sometimiento. Nos protege la Ley, tanto en la preservación así como en las consecuencias que pueda provocar la exposición de aquello que, de una manera u otra, transgreda las cuatro paredes ajenas (y las propias).

Solemos creer que hay otros que, por la proximidad o compromiso en el vínculo, tienen derecho a saber. Es más, podemos llegar a sentirnos en falta o culposos por omisión. Podremos equivocarnos, habrá o no posibilidad de reparo. Cada quien sabe o debería saber. Y sino, sabrá o debería buscar en quién confiar para pedir ayuda o protección.

La intimidad es tan nuestra como el alcance del límite y su onda expansiva. Nuestra vida interior dependerá de la cantidad de llaves o permisos de acceso que decidamos otorgar. Es una decisión, un acto de aceptación, compromiso y responsabilidad (con uno y con los otros)..

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LNR