Fruto de un modelo de avanzada la asociación público privada

Vacuna terapéutica contra el cáncer de pulmón.Desde 1994, la empresa trabajó con universidades y centros de investigación
31 de mayo 2013.

Aunque hoy vincular las capacidades propias de las compañías privadas con las de los laboratorios de investigación es una fórmula "de moda", hace casi dos décadas estos dos mundos parecían estar separados por un abismo de diferencias culturales que impedían comunicarse y perseguir metas comunes.

Fue en esos años cuando los directivos de Elea, que carecía de un departamento de investigación e innovación propio, se acercaron al Centro de Inmunología Molecular de La Habana (Cimab), una institución biotecnológica dedicada a la investigación básica, desarrollo y fabricación de productos a partir del cultivo de células de mamíferos y especializada en el desarrollo de anticuerpos monoclonales desde 1980. El Cimab estudia nuevos productos para el diagnóstico y tratamiento del cáncer, y para enfermedades relacionadas con el sistema inmune.

"Nos acercamos al centro que dirige Agustín Lage, que es el más joven de los institutos cubanos, con la idea de iniciar una asociación -cuenta Silvia Gold, doctora en Bioquímica de la UBA y directora del Consorcio de Investigación, Desarrollo e Innovación (ID+i) que se formalizó en 2006 y que logró el racotumomab , la nueva vacuna terapéutica contra el cáncer de pulmón-. Son muy buenos en investigación, tienen mucha «mirada clínica». Pero les dijimos que nosotros no éramos un banco, queríamos participar de la investigación, tener colaboraciones, participar de las preguntas y opinar sobre las líneas de investigación."

Desde entonces, al trabajo que derivaría en una patente compartida se fueron asociando decenas de investigadores pertenecientes a numerosas instituciones locales. Desde los hospitales Garrahan y Roffo hasta el Conicet y la Universidad de Quilmes.

"Al comienzo pensamos que todo esto iba a ser más rápido -cuenta Gold- y menos costoso. Pero cuando comenzó la investigación clínica nos dimos cuenta de que el proyecto sería muy costoso. Sólo en los estudios en humanos participaron más de 500 pacientes."

El Consorcio ID+i decidió entonces hacer algo así como una "suscripción de socios" otorgando la licencia para comercializar la vacuna sin "cuota de ingreso" durante la primera etapa. "Era algo nuevo para nosotros -dice Gold-. Porque si bien un sistema similar a veces se usa para productos ya desarrollados, nosotros estábamos en etapa de investigación. Eso también nos ayudó a completar el reclutamiento de pacientes para las pruebas a doble ciego. Hicimos acuerdos con un laboratorio de Brasil, que tiene la licencia exclusiva para ese país y semiexclusiva para el resto de América latina menos Argentina, Cuba y México. Y también con un laboratorio de Indonesia, que a su vez abastece a diez territorios del sudeste asiático; con otro de la India, y recientemente con uno de Turquía."

Un dato singular es que esos países son los que ahora están más cerca de iniciar los trámites de aprobación para disponer de la vacuna, con lo que primera vez un medicamento innovador va de Sur a Norte en lugar de difundirse de Norte a Sur.

"Para una empresa nacional, el esfuerzo que hay detrás de todo esto es mayúsculo -agrega la doctora Graciela Ciccia, coordinadora del Consorcio de Investigación, Desarrollo e Innovación-. Pero además recibimos apoyos del Ministerio de Ciencia a través de un subsidio de áreas estratégicas de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, y del Instituto Nacional del Cáncer. Es la primera vez que se apoya investigación clínica desarrollada por empresas nacionales. La articulación entre la tradición de excelencia de la investigación en el sector público y las capacidades tecnológicas, de producción y comercialización del sector privado capitaliza el conocimiento emergente en beneficio de los pacientes. "

El racotumomab se presentará en el Congreso Norteamericano de Oncología Clínica el próximo lunes..

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LA NACION