Por qué el horario del cepillado cambia todo lo que creías sobre salud bucal
Estas técnicas de cepillado son las que recomiendan los expertos (y no las que creías).
Cuándo cepillarse los dientes es una pregunta más importante de lo que parece. Aunque millones de personas repiten este gesto cada mañana, la mayoría lo hace sin saber si está eligiendo el momento adecuado. Según los expertos, lavarse los dientes antes o después del desayuno puede marcar una gran diferencia en la eficacia del flúor, la integridad del esmalte y el control de bacterias bucales.
Durante la noche, la producción de saliva disminuye. Este entorno seco es el escenario perfecto para que las bacterias se multipliquen, afectando el aliento y elevando el riesgo de caries. En ese contexto, algunos odontólogos aseguran que cepillarse antes del desayuno ayuda a frenar ese crecimiento bacteriano y a preparar la boca para lo que vendrá.
“La saliva ayuda a remineralizar los dientes al aportar minerales que se pierden durante la noche”, explicó Apoena de Aguiar Ribeiro, microbióloga y especialista en odontología pediátrica en la Universidad de Carolina del Norte. Además, contiene bicarbonato, que neutraliza la acidez, una de las causas principales del desgaste dental.
El riesgo de cepillarse después del desayuno sin esperar
Aunque puede parecer más lógico lavar los dientes después de comer para eliminar los restos de alimentos, hacerlo inmediatamente tras ingerir ciertos productos puede ser contraproducente. Especialmente si el desayuno incluye jugos cítricos, café o pan.
“La acidez de estos alimentos debilita temporalmente el esmalte”, señala la Mayo Clinic. “Cepillarse justo después puede causar un desgaste microscópico, aumentando la sensibilidad y el riesgo de caries”. En esos casos, los especialistas recomiendan esperar al menos entre 30 y 60 minutos antes de usar el cepillo.
Carlos González-Cabezas, dentista y decano asociado de la Universidad de Míchigan, advierte: “En apenas 15 minutos de desayuno se combinan bacterias acumuladas con alimentos azucarados, lo que puede provocar un daño considerable”. Por eso, en lugar de cepillarse de inmediato, se sugiere enjuagarse la boca con agua para ayudar a restablecer el pH antes de la higiene dental.
El flúor, un aliado que se puede desaprovechar
Otro de los elementos esenciales en la prevención de caries es el flúor. Este mineral está presente en la mayoría de las pastas dentales y tiene un rol clave en la remineralización del esmalte.
Aldo Squassi, vicedecano de la Facultad de Odontología de la Universidad de Buenos Aires, señala que “el fluoruro disminuye la velocidad de progresión de las caries, y en etapas iniciales incluso puede revertirlas. Pero para que su efecto sea óptimo, es fundamental que permanezca en contacto con los dientes”.
Por eso, Squassi recomienda no enjuagarse con agua luego del cepillado: “Este hábito reduce la efectividad del flúor, ya que arrastra buena parte de su contenido”. En cambio, es preferible escupir el excedente de pasta sin aclarar la boca.
Técnica y frecuencia: cómo influye la forma de cepillarse
Aunque muchas personas creen que cepillarse más veces al día es sinónimo de mejor higiene, la evidencia no lo confirma. “No se trata de cuántas veces lo hacés, sino de cómo lo hacés”, afirma Belén Barrego, médica de familia y docente en la Universidad Austral.
Ella recomienda cepillarse al menos dos veces al día, pero pone el foco en la calidad de la técnica. Según su experiencia, el cepillado nocturno es el más importante, ya que es el que previene la acumulación de bacterias durante el descanso.
El uso de cepillos adecuados también es clave. Squassi advierte que algunos errores frecuentes, como utilizar cerdas muy duras o elementos interdentales inapropiados, pueden causar lesiones en encías y esmalte. Una técnica suave pero efectiva, combinada con cepillos de cerdas suaves, es la mejor forma de evitar daños.
¿Y si igual aparecen caries? El problema puede estar en la dieta
Una higiene adecuada no siempre garantiza ausencia de caries. Esto se debe a que esta afección no responde solo a la limpieza, sino también a la alimentación. “La caries es una enfermedad multifactorial, causada por un desequilibrio bacteriano asociado a una exposición frecuente a azúcares y carbohidratos”, explica Squassi.
Así, aunque el cepillado reduce la cantidad de biofilm (la placa bacteriana), no elimina los efectos del consumo constante de alimentos industrializados. Por eso, tanto Squassi como Barrego coinciden en que una dieta baja en azúcares refinados es esencial para mantener una buena salud bucodental.
“Cuanto menor sea el tiempo de exposición de los dientes a los azúcares, menor será el riesgo de fermentación y formación de caries”, afirma Barrego. Por eso, recomienda lavar los dientes cuanto antes tras consumir productos como jugos, golosinas, galletitas y snacks.
El aprendizaje empieza desde bebés
La educación en higiene bucal debe comenzar desde el nacimiento, asegura Barrego. “Incluso sin dientes, ya se puede limpiar las encías con una gasa húmeda durante el baño”, indica. Una vez que empiezan a erupcionar los primeros dientes, puede incorporarse la pasta dental con flúor en dosis mínimas.
En niños de 0 a 3 años, la cantidad recomendada es de 1000 ppm de flúor, en una dosis del tamaño de un grano de arroz. Entre los 3 y los 6 años, la concentración puede subir a 1450 ppm, y la cantidad debe ser similar a una arveja.
El flúor aplicado de forma tópica no solo refuerza el esmalte, sino que inhibe el desarrollo de bacterias. No obstante, debe usarse con precaución: “El uso excesivo puede generar fluorosis dental, una condición que causa manchas blancas en los dientes”, advierte Barrego.
Entonces, ¿cuándo cepillarse los dientes?
Si bien no hay una única respuesta válida para todos, los expertos coinciden en que lavarse los dientes antes del desayuno puede ofrecer más beneficios: elimina bacterias acumuladas durante la noche, activa la producción de saliva y prepara la boca para recibir alimentos. Si se prefiere cepillar después del desayuno, lo ideal es esperar un mínimo de 30 minutos o enjuagarse con agua para evitar el desgaste del esmalte.
Mejorar la salud bucal no depende solo del acto de cepillarse, sino de cuándo, cómo y con qué frecuencia se realiza. La dieta, la técnica, el tipo de cepillo, el uso correcto del flúor y la constancia son factores que, combinados, marcan la diferencia entre una sonrisa sana y los problemas dentales.
Síguenos en Facebook
Síguenos en Twitter
Síguenos en Instagram