El secreto del éxito: la confianza en uno mismo

Los seres humanos nacemos llenos de confianza, sin miedo; por eso, durante los dos primeros años de vida, podemos aprender las cosas más importantes que necesitamos

La confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito… la esencia del heroísmo.
RALPH WALDO EMERSON


Según Stephen M.R Covey, entre los individuos, los equipos, las familias, las organizaciones y las diversas civilizaciones del mundo hay algo en común: “algo que si desaparece acaba con el gobierno más poderoso, la empresa con más éxito, el liderazgo más influyente, la amistad más sincera… En cambio, si se desarrolla y aprovecha, ese algo encierra el potencial de generar un éxito y una prosperidad sin parangón en todos los ámbitos de la vida. Ese algo es la confianza”.

Los seres humanos nacemos llenos de confianza, sin miedo; por eso, durante los dos primeros años de vida, podemos aprender las cosas más importantes que necesitamos: ponernos de pie, nombrar el mundo, relacionarnos de formas diversas con las personas… ¡Hasta aprender a hablar en cinco idiomas sin una enseñanza formal! ¿Por qué ocurre esto? Porque la confianza es innata, está en nuestro interior desde pequeños y, por lo tanto, es posible recuperarla cuando la perdemos, es una cualidad que siempre puede desarrollarse.

Decimos que la confianza es la autopista que conecta un sueño con una meta y es la energía misma que nos sostiene para llegar a buen término. Es lo que nos mantiene en pie aún cuando la situación es adversa. Sin confianza no hay sueños.

LOS BENEFICIOS DE LA CONFIANZA

La confianza no está en relación directa con el lugar donde uno ha nacido ni con la cultura a la que pertenece, tampoco con el nivel socio-económico. Es una propiedad muy personal, que está estrechamente relacionada con la felicidad.
Algunas investigaciones realizadas recientemente señalaron a los daneses como las personas más felices del mundo; otra investigación anterior, igualmente seria, había indicado que los nigerianos eran los más felices. Entonces, si dos culturas tan diferentes en sus creencias, economía y educación mostraron índices elevados de felicidad, podemos decir que la confianza y la felicidad no son temas culturales sino personales.

La confianza impacta en todos los órdenes de la vida, desde nuestra capacidad para aprender hasta nuestras relaciones. Es el vínculo más importante entre las personas, tanto si consideramos a los miembros de una familia como a los de una empresa. Es el motor de un equipo de trabajo, un elemento clave de la economía.

En las entrevistas suelen preguntarme, por qué perdemos la confianza si, como ya dijimos, es innata. La pérdida de la confianza puede suceder por múltiples factores, entre muchos otros, por experiencias traumáticas vividas en la infancia o por recibir reiterados comentarios descalificadores de nuestros seres significativos. De adultos, lo que más socava nuestra confianza y nos aleja de esa imagen armoniosa y entregada que éramos al nacer son ciertas actitudes que se traducen en hábitos. Hábitos que, como dice el refrán, se convierten luego en nuestro destino. Veamos, como ejemplo, un caso.

Marcos estaba conduciendo su coche; llevaba a Joaquín, su hijo menor, a la escuela, para luego seguir viaje hacia su despacho. Al mirar por el espejo retrovisor y cruzar varias miradas con él, se dio cuenta de que hacía tiempo que no hacían una salida los dos solos. Entonces, antes de dejarlo en la escuela, le preguntó:

—Hijo, ¿qué te parece si esta tarde vamos juntos al zoológico?
Joaquín tenía 9 años y era un apasionado de los animales, uno de sus paseos preferidos era ir al zoológico.
—¡Me encanta la idea, papá! —dijo sonriente.
Bajó del coche y llegó a la escuela con gran entusiasmo. Todo el día pasó contando los minutos para que llegara el momento de realizar el deseado paseo con su padre.
Al regresar de la escuela, dejó sus cosas con cierto apuro y se sentó en la galería de la puerta a esperar a su papá. Empezaron a pasar los minutos, pero éste no llegaba. Se dio ánimo recordando que a veces regresaba más tarde de la oficina. Pasaron casi dos horas y empezó a oscurecer.

Entonces Joaquín lo llamó por teléfono y lo que escuchó no fue agradable:

—Estoy en una reunión, hijo, no puedo hablar ahora…
—¡Pero íbamos a ir al zoológico, pa!
—Sí, hijo, ya lo sé, pero surgió algo urgente. Te prometo que mañana vamos. Al día siguiente al padre le surgió un viaje de negocios, estaría fuera de la ciudad por tres días. Habló con su hijo y le dijo:
—Hoy tampoco vamos a poder ir, porque tengo que viajar, pero te prometo que el fin de semana, apenas llegue, vamos al zoológico.

Durante el viaje Marcos tuvo que resolver muchos desafíos laborales, y al regresar a su ciudad, se olvidó de lo que había conversado con Joaquín: la promesa de ir de paseo juntos. Pero Joaquín no se olvidó… Simplemente dejó de preguntarle al padre pues ya no creía en sus promesas. Entre ellos, en ese momento, algo se quebró: la confianza. La confianza entre las personas se sustenta a partir del cumplimiento de las promesas, del soporte de la integridad individual y del nivel de responsabilidad con el que se asumen los vínculos.

PARA TENER CONFIANZA TOTAL
1. Cumplir con las promesas, especialmente las que nos hacemos a nosotros mismos.
2. Hacernos responsables de nuestros actos y palabras
3. Observar nuestros hábitos y actitudes: conservar sólo los que nos ayuden a construir la mejor versión de nosotros mismos.

Fragmento del libro “Confianza Total” publicado por Editorial Planeta ©

Perfil de las autoras:
Verónica de Andrés y Florencia Andrés son coaches, conferencistas, autoras del libro bestseller Confianza Total © y creadoras de la película que dio origen al libro. Más info en: www.confianza-total.com y Facebook: Confianza Total Sitio Oficial

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Fragmento del libro “Confianza Total” publicado por Editorial Planeta ©