El billar, juego de reyes y de los amigos de Buenos Aires

Se dice de Buenos Aires que tiene un “no se que”. Pero, quizá esta sensación inexplicable tenga sus respuestas. Los emblemáticos cafés porteños son el escenario de la amistad y especialmente, entre los hombres, el billar es y será un símbolo de la tregua a la vida cotidiana de en la ciudad de la cruz de sur

Poetas, tangueros, bohemios, artistas, escritores o simplemente, amigos con ganas de encontrarse hicieron de los billares de Buenos Aires un sitio en el cual la conversación y el café puede compartirse con un taco y una entrañable mesa de paño verde. Aunque en la actualidad, el billar no esté en su máximo esplendor, tal como lo tuvo en las décadas del ´30, 40 y ´50, todavía existen una gran cantidad de bares porteños que ofrecen la práctica de este juego. En el fondo de su salón o en su piso subterráneo, todavía los billares brillan por su presencia.

Su historia nace hace nada más y nada menos 7 siglos atrás. Según relatan los historiadores, la primera mesa de billar fue un pedido del rey Luís XI de Francia (1423-1483) al ebanista Oliverio Necker, quien la habría fabricado con madera de encina. Hasta entonces el billar era un juego exclusivo de las elites y fue Luís XIII, quien le permitió a los plebeyos practicar este juego que hasta entonces era patrimonio de las casas reales europeas. Es conocida la anécdota, de la gran difusión que le dio Luís XIV al billar en todo el viejo continente, ya que según le había prescripto su médico, el Dr. Fagon, el billar incentivaba la “buena digestión”.

Otras grandes figuras mundiales que encontraron en el billar su juego favorito fueron: Napoleón, que jugaba con su esposa Josefina; Eduardo VII de Inglaterra; Alfonso XIII, compañero de juego de su madre la Reina Regente María Cristina; y George Washington, que pasaba largas noches jugando partidas con el Gral. La Fayette mientras residió en Estados Unidos. Un dato curioso de esta última dupla fue que a partir de los encuentros entre ambas personalidades históricas para jugar al billar, se creó en la Casa Blanca el “Salón del Billar”.

La Argentina y el billar también mantienen una relación tan legendaria como emblemática. Los historiadores ubican el inicio del juego en el país en el año 1610, cuando en la esquina porteña de Alsina y Bolivar, se emplazó una pulpería. El local había sido adquirido por don Simón de Valdez quien era tesorero de la Hacienda Real. El bar fue el epicentro de la clientela más selecta de aquellos tiempos, que se reunían con el fin de jugar cartas, dados, ajedrez y partidos de billar.

El próximo ícono de este juego en el país, surge en 1764 con el nacimiento del Café de la Sonámbula, y los historiadores de la época destacan que el sitio logró una enorme concurrencia por su mesa de billar. El juego logró una gran popularidad y comenzó a generar muchísimo dinero en apuestas. Así, el Virrey Vértiz decidió tomar medidas y en 1799 decidió reglamentarlo. Finalmente, en 1801 surge el primer bar cuya razón social fue “Billar, Confitería y Botillería” y fue en el reconocido Café de Marco, lugar dónde se anunció la llegada por primera vez a la Argentina del “Telégrafo Mercantil”, todo un acontecimiento para aquellos años.

Pero, sin dudas el siglo XX fue tiempo de billar. A partir de la década del ‘30 y hasta los años ‘60 no había bar porteño que no reuniera a los amigos en torno a una mesa de billar. Hoy en día, ya no son el lei motiv de los cafés de Buenos Aires pero todavía existen clubes y locales que ofrecen un juego que define parte de la identidad de la Ciudad.

Tras 400 años de historia en el país, el billar sigue siendo una costumbre argentina.

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