Cuando soñar cuesta mucho

En los años 60 la recomendación médica era dormir 8 horas. Hoy el número se ha reducido a 6 horas. El estilo de vida del siglo XXI ha generado que la mayoría de los individuos, incluyendo a los niños, tengan una sobrecarga tal de actividades que el descanso dejó de ser una prioridad.

El estilo de vida es hoy una de las principales causas que provoca los trastornos del sueño. Según una investigación realizada por el Grupo Salud Comportamental de la Universidad de San Buenaventura, Colombia, con respecto a la década del ´70 el número total de horas de trabajo, actividad académica y lúdica han aumentado un 12%. En este marco, las horas de sueño han disminuido. “Esto refuerza la idea de que nuestra sociedad actual padece de un estado de insuficiencia crónica de sueño nocturno, lo cual está también directamente relacionado con una alteración de la calidad de vida y la percepción general del estado de salud“, aseguran los autores del estudio.

¿Cuáles son las consecuencias de este fenómeno? El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), Estados Unidos, advierte que los trastornos del sueño en la actualidad afecta de dos formas: en la salud del individuo y a nivel social. Con respecto a la salud pública, no dormir lo necesario está asociado a accidentes automovilísticos, desastres industriales, así como a errores médicos y profesionales, entre otros. “Quedarse dormido involuntariamente, dormirse mientras maneja y tener dificultad para realizar las tareas diarias a causa de somnolencia son hechos que pueden traer serias consecuencias para el individuo y para terceros“, advierte el organismo.

Además, los trastornos del sueño afectan directamente a la salud física y mental. “Quienes no duermen lo necesario son más propensos a padecer enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes, depresión y obesidad y así, menor calidad de vida y productividad”, informa el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades. Además de las extensas jornadas laborales, hoy se ha incorporado una nueva variable que incide directamente, en los trastornos del sueño: el uso constante de tecnología. Estar conectado las 24 hs al día a través de teléfonos inteligentes, tabletas digitales, notebooks o computadoras de todo tipo , contribuye a aumentar los niveles de stress y ansiedad y en consecuencia, afecta el tiempo y la calidad del sueño.

Con el fin de verificar esta teoría, Eric Darr, Decano de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Harrisburg, Pensilvania, realizó un estudio prohibiendo durante una semana el uso de las redes sociales a 800 alumnos, con la finalidad de observar cómo afecta la tecnología a sus vidas ¿Cuáles fueron las conclusiones? La investigación determinó que estar conectado desmesuradamente a las redes sociales no sólo incrementa los niveles de stress y deteriora las relaciones personales sino que también provoca trastornos en el sueño.

Así, la sumatoria de variables ha convertido a los problemas para dormir en un fenómeno que cada vez afecta a más personas. Según informa el Centro Nacional de Desórdenes del Sueño de los Estados Unidos entre un 30% y un 40% de los individuos habrá sufrido problemas de insomnio en algún momento del año, mientras que el porcentaje de personas que padece insomnio crónico oscila entre el 10% y el 15%. Hay causas en el trastorno del sueño que dependen del estado de salud, pero aquellas que sí podemos controlar y están vinculadas al estilo de vida deberían tenerse en cuenta.

Entonces, ¿cuántas horas deberíamos dormir? La Fundación Nacional del Sueño, de los Estados Unidos, establece que el tiempo de sueño varía según las edades: los niños en edad escolar (5-10 años) necesitan de 10 a 11 horas de sueño, los adolescentes (10-17 años) requieren de 8.5 a 9.5 horas y los adultos, de 7 a 9 horas. Con el fin de promover buenos hábitos de sueño, la fundación recomienda implementar los siguientes parámetros:

  • Acostarse a la misma hora cada noche y levantarse a la misma hora cada mañana.
  • Una actividad física moderada puede ayudar a promover el sueño, pero debe evitarse el ejercicio enérgico algunas horas antes de irse a la cama.
  • Evitar comidas excesivas antes de acostarse.
  • Evitar la cafeína y el alcohol cerca de la hora de dormir.
  • Evitar la nicotina.

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