Volar, entre el mar y el sol

Con el espíritu del libro «Historias con semilla que pueden cambiar al mundo», de Claudio Penso

Minos, rey de Creta, tenía un secreto del cuál avergonzarse: su hijo, Minotauro, tenía cabeza de toro y se alimentaba de carne humana. Encargó al arquitecto Dédalo una residencia que también fuera una prisión.

Junto a Ícaro, su pequeño hijo, construyó el Laberinto de Creta de donde era imposible salir. Al terminarlo, Minos les prohibió la salida, quedando prisioneros de su propia obra. Siendo imposible escapar por tierra o por mar, Dédalo pidió al joven Ícaro que buscara plumas para construir alas. Las aseguró con hilo y cera, una vez listas, comenzó a aletear como un pájaro. Advirtió a su hijo que no volara demasiado alto pues el sol derretiría la cera; pero tampoco demasiado bajo, ya que el mar podría mojar las alas y hacerlo naufragar.

Podemos imaginar el corazón audaz de Ícaro dejándose embriagar por el aire, volando cada vez un poco más y más alto, hasta que la cera comenzara a derretirse…

Cada uno de nosotros es portador de alas. ¿Cómo saber cuál es la altura para nuestro vuelo? ¿Cómo alejarnos del peligro de volar bajo pero también del riesgo de hacerlo demasiado alto? El miedo moja las alas hasta transformarlas en plomo, el exceso de intrepidez también tiene un punto de no retorno.

Encontrar el nivel de vuelo es algo diferente para cada uno. ¿Y si lo evitamos? Tendremos una vida segura…prisioneros en el Laberinto de Creta…

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Por Claudio Penso Consultores