Turismo en destinos no tradicionales: la cifra inesperada que revela un cambio en Argentina
El turismo en destinos no tradicionales creció en Argentina y más del 40% de las reservas en Airbnb se concentraron en localidades rurales.
El turismo en destinos no tradicionales que sorprendió en 2024
El turismo en destinos no tradicionales marcó un año histórico en Argentina. Los datos de Airbnb mostraron que durante 2024, los viajeros optaron por rutas fuera de lo habitual, llevando a la plataforma a registrar uno de los períodos más diversos de su historia. Más de 14.000 nuevos destinos en todo el mundo recibieron visitantes, lo que evidenció un patrón de dispersión turística mucho mayor frente a años anteriores.
En América Latina, el fenómeno fue aún más visible. Más de 200 destinos obtuvieron su primera reserva en la plataforma, consolidando una tendencia que favorece a ciudades pequeñas, pueblos rurales y localidades alejadas de los grandes polos turísticos.
En el caso de Argentina, el impacto fue contundente: seis localidades recibieron huéspedes por primera vez a través de Airbnb. Esto reflejó una apertura hacia experiencias más auténticas y un redescubrimiento del país desde perspectivas culturales, históricas y naturales.
Los nuevos destinos argentinos que se sumaron a la plataforma
En 2024, seis localidades argentinas debutaron como anfitrionas en Airbnb, lo que no solo significó un paso en la diversificación turística, sino también una oportunidad para sus comunidades.
- Choya, Santiago del Estero: reconocida por su diversidad cultural y la fuerte conexión con las raíces históricas del país. Sus paisajes ofrecen escenarios ideales para el ecoturismo y la exploración rural.
- Pomán, Catamarca: un entorno árido, con formaciones geológicas antiguas y escenarios naturales únicos. Es un lugar atractivo para quienes buscan turismo de aventura y experiencias arqueológicas.
- Pilagás, Formosa: con su entorno subtropical y una biodiversidad exuberante, es un punto clave para el ecoturismo, las actividades fluviales y la observación de fauna.
- Atreucó, La Pampa: corazón de la llanura pampeana, ofrece turismo agrícola, experiencias en estancias tradicionales y un excelente espacio para el avistaje de aves.
- San Blas de los Sauces, La Rioja: enmarcado por un pintoresco valle, este lugar combina paisajes montañosos con tranquilidad rural, artesanías locales y contacto directo con la naturaleza.
- Maipú, Chaco: ubicado en el Gran Chaco, conjuga biodiversidad con cultura indígena, generando propuestas de etnoturismo y actividades de exploración en humedales y bosques.
Cada uno de estos destinos mostró cómo Argentina puede expandir su propuesta turística más allá de los circuitos tradicionales, al mismo tiempo que impulsa la economía de regiones muchas veces invisibles en el mapa internacional.
Más del 40% de las reservas en zonas rurales
El dato más llamativo del año fue que casi el 40% de las reservas en Airbnb en Argentina correspondieron a localidades rurales. Esto representa un cambio radical respecto a los años previos, cuando los principales destinos eran las grandes ciudades o regiones turísticas tradicionales.
La novedad no solo radicó en la preferencia de los visitantes internacionales. Los propios argentinos también fueron protagonistas de este giro. Más del 30% de los viajeros locales reservaron en destinos rurales y eligieron explorar rincones del país que hasta hace poco eran desconocidos para la mayoría.
Este movimiento confirmó una tendencia clara: la búsqueda de autenticidad y experiencias fuera de lo común, con una fuerte inclinación por el turismo sustentable y la reconexión con el entorno natural.
Por qué los viajeros eligen lo no tradicional
Los analistas señalaron varios factores que explican el auge del turismo en destinos no tradicionales:
- Cambio en las preferencias postpandemia: la necesidad de espacios abiertos y menos masificados creció tras los años de restricciones sanitarias.
- Flexibilidad laboral: el teletrabajo permitió combinar estadías más largas en destinos rurales.
- Experiencias culturales: los visitantes valoraron el contacto directo con comunidades locales, tradiciones y gastronomía regional.
- Precios más accesibles: los costos de hospedaje en localidades rurales resultaron más competitivos que en polos turísticos masivos.
- Conciencia ambiental: muchos viajeros priorizaron actividades sustentables y el respeto por el entorno natural.
Un portavoz de Airbnb resumió el fenómeno con una frase clara: “El próximo gran destino no necesariamente será una gran ciudad, sino un pueblo que guarda historias y naturaleza por descubrir”.
El impacto económico en comunidades rurales
La dispersión del turismo tuvo un efecto positivo directo en las economías regionales. Durante 2024, los ingresos de los anfitriones en zonas no urbanas crecieron alrededor de un 40% a nivel global, y Argentina no fue la excepción.
Anfitriones locales contaron que la llegada de visitantes les permitió diversificar sus ingresos. Desde hospedajes familiares hasta experiencias gastronómicas o recorridos guiados, el turismo abrió oportunidades para emprendimientos que antes no existían.
En Catamarca, por ejemplo, familias de Pomán habilitaron espacios de hospedaje en antiguas casonas, mientras que en La Pampa, estancias tradicionales recibieron visitantes interesados en actividades agropecuarias. Estos casos evidenciaron cómo el turismo puede funcionar como motor de desarrollo regional.
Un turismo más equilibrado y diverso
Otro punto clave fue que este crecimiento permitió reducir la concentración en los destinos tradicionales. Lugares como la Patagonia, Bariloche o la Costa Atlántica suelen absorber la mayoría del flujo turístico. Con la incorporación de pueblos y provincias poco exploradas, se distribuyó la actividad de manera más equitativa.
Para los especialistas, esta descentralización es positiva, ya que favorece un desarrollo económico más equilibrado y disminuye el impacto ambiental en las regiones sobreexplotadas.
Cómo se prepara Argentina para esta nueva etapa
Frente a este panorama, organismos de turismo nacional y provincial trabajan en estrategias para capitalizar el auge del turismo alternativo. Entre los planes más mencionados están la capacitación de anfitriones, la promoción de destinos emergentes en ferias internacionales y el fortalecimiento de la conectividad digital y vial.
Por su parte, Airbnb adelantó que invertirá en herramientas para destacar los destinos rurales dentro de la plataforma, con el fin de que más viajeros internacionales puedan descubrirlos con facilidad.
En paralelo, provincias como La Rioja y Chaco desarrollan proyectos de turismo sostenible y cultural, enfocados en mostrar su riqueza natural y sus tradiciones sin perder autenticidad.
Qué significa esta transformación para el viajero
El auge del turismo en destinos no tradicionales significa que los viajeros contarán con un abanico mucho más amplio de experiencias. Ya no se trata solo de elegir entre la ciudad de Buenos Aires o la Patagonia, sino de considerar pueblos rurales, valles escondidos o regiones históricas poco exploradas.
Al mismo tiempo, implica un reto: aprender a viajar de manera responsable, respetando la cultura local y minimizando el impacto ambiental. Como destacó un experto en turismo sostenible: “La clave no está en descubrir más lugares, sino en hacerlo sin arruinar lo que los hace especiales”.
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