Quino: "La gente cree que es una persona de verdad"
Por Nathalie Kantt | Para LA NACION
PARIS.- Quino acaba de ser ovacionado por el público francés, que lo aplaudió parado al final del encuentro organizado por el Salón del Libro de París, en el que la Argentina fue el país invitado de honor.
Luce en su solapa la minúscula insignia colorada de la Legión de Honor. Lo rodean personas que lo conocen bien: su agente literario europeo, que empuja la silla de ruedas; sus editores de aquí y los argentinos, y su traductora, que vino con toda la familia porque su papá y Quino son grandes amigos.
Por algún lado también está su mujer, Alicia. La mano le tiembla. Llega hasta el stand argentino y lo ubican mirando el mural homenaje a Julio Cortázar sobre el que el dibujante Miguel Rep está trabajando, arriba de una escalera. Quino permanece impasible en medio de todo ese ajetreo que genera su presencia.
Casi perdido. Confesará luego que no logra ver con claridad lo que sucede a su alrededor. Lo llevan luego al stand de Shanghai, ciudad invitada del salón. Su director lo quiere conocer. Allí, en un momento de espera, accede a conversar con la Revista. Se entera que estamos preparando una portada sobre los 50 años de Mafalda y eso le agrada. Hay que acercarse para hablarle; el ruido es ensordecedor. Es sensible al tacto. Un hombre suave, entregado a su destino, que intentará seguir respondiendo cuando su agente decida arrancar nuevamente con el paseo.
- ¿Siente celos por la popularidad que cobró Mafalda?
No, al contrario. ¿Por qué tendría celos?
- Porque es un personaje de historietas que recibe muchos homenajes...
A veces le toca a ella y a veces a mí. Mafalda es un dibujo más en toda mi carrera, y le tengo el mismo cariño que a los otros, pero ella salió un poco mejor.
- Hoy ya no dibuja por sus problemas en la vista. ¿Cómo es un dibujante que ya no dibuja?
Una piltrafa. Es muy feo, a uno se le va desapareciendo el mundo. Sabe, ya casi no veo lo que pasa a mi alrededor.
- Si Mafalda no logró cambiar nada y el mundo está cada vez peor, como dice usted, ¿por qué se la lee todavía? ¿Qué sentido le buscan aquellos que la siguen hoy?
Me lo pregunto yo también. Es muy difícil, la gente considera que Mafalda es una persona de verdad. ¡Algunos se ofenden cuando digo que es un dibujo más!
- Decidió no tener hijos. ¿Puede un artista como usted considerar como hijos a los personajes de su obra?
Puede ser, pero no sé. No habiendo tenido hijos, no puedo saberlo.
- ¿Qué diría Mafalda del mundo de hoy?
Lo mismo que antes. El ser humano no aprende nunca de su propia experiencia. Hace unos días leí algo de El Roto. ¿Lo conoce? [Quino se refiere al historietista español que publica en el diario El País]. Decía: "La humanidad nunca aprende nada de la historia". Me pareció extraordinario..
Luce en su solapa la minúscula insignia colorada de la Legión de Honor. Lo rodean personas que lo conocen bien: su agente literario europeo, que empuja la silla de ruedas; sus editores de aquí y los argentinos, y su traductora, que vino con toda la familia porque su papá y Quino son grandes amigos.
Por algún lado también está su mujer, Alicia. La mano le tiembla. Llega hasta el stand argentino y lo ubican mirando el mural homenaje a Julio Cortázar sobre el que el dibujante Miguel Rep está trabajando, arriba de una escalera. Quino permanece impasible en medio de todo ese ajetreo que genera su presencia.
Casi perdido. Confesará luego que no logra ver con claridad lo que sucede a su alrededor. Lo llevan luego al stand de Shanghai, ciudad invitada del salón. Su director lo quiere conocer. Allí, en un momento de espera, accede a conversar con la Revista. Se entera que estamos preparando una portada sobre los 50 años de Mafalda y eso le agrada. Hay que acercarse para hablarle; el ruido es ensordecedor. Es sensible al tacto. Un hombre suave, entregado a su destino, que intentará seguir respondiendo cuando su agente decida arrancar nuevamente con el paseo.
- ¿Siente celos por la popularidad que cobró Mafalda?
No, al contrario. ¿Por qué tendría celos?
- Porque es un personaje de historietas que recibe muchos homenajes...
A veces le toca a ella y a veces a mí. Mafalda es un dibujo más en toda mi carrera, y le tengo el mismo cariño que a los otros, pero ella salió un poco mejor.
- Hoy ya no dibuja por sus problemas en la vista. ¿Cómo es un dibujante que ya no dibuja?
Una piltrafa. Es muy feo, a uno se le va desapareciendo el mundo. Sabe, ya casi no veo lo que pasa a mi alrededor.
- Si Mafalda no logró cambiar nada y el mundo está cada vez peor, como dice usted, ¿por qué se la lee todavía? ¿Qué sentido le buscan aquellos que la siguen hoy?
Me lo pregunto yo también. Es muy difícil, la gente considera que Mafalda es una persona de verdad. ¡Algunos se ofenden cuando digo que es un dibujo más!
- Decidió no tener hijos. ¿Puede un artista como usted considerar como hijos a los personajes de su obra?
Puede ser, pero no sé. No habiendo tenido hijos, no puedo saberlo.
- ¿Qué diría Mafalda del mundo de hoy?
Lo mismo que antes. El ser humano no aprende nunca de su propia experiencia. Hace unos días leí algo de El Roto. ¿Lo conoce? [Quino se refiere al historietista español que publica en el diario El País]. Decía: "La humanidad nunca aprende nada de la historia". Me pareció extraordinario..
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/