«Primitivos»: Una huerta 100% sana y natural

Un espacio diferente, donde la producción de vegetales no sufre el uso de los químicos. Un ejemplo de trabajo que sirve como modelo para muchos productores agrícolas.
Foto: Revista El Federal

Por Matías Russo
@matiasfederusso

:: Argentina ::

Como si se volviese varias décadas atrás, cuando los químicos apenas empezaban a ser implementados en la producción de ciertos alimentos, existe una huerta denominada “Primitivos” en la localidad de Pigué, provincia de Buenos Aires, donde las frutas y verduras se desarrollan sin químicos, es decir, completamente sanas.

José y Beatríz, los encargados de esta hazaña, comparten a diario su amor por la naturaleza y señalan: “Hoy todos hablan de lo orgánico, pero nosotros hacemos esto desde siempre”. A su vez José, con una sabiduría digna de años de experiencia que supera la de varios ingenieros agrónomos remarca: “Todo el secreto está en la tierra, ella es la que le da sabor, entonces, si le echamos remedio, tendrá todo sabor a remedio”. Es un hombre que está convencido de sus palabras y, a sus setenta años, quiere construir un aula taller para trasladar todo su conocimiento a la mayor cantidad de personas.

La base de la Huerta “Primitivos” es también un centro de aprendizaje y educación. Las buenas prácticas son moneda corriente que interfieren en el mundo que se resiste y le da la espalda a la paciencia y a la observación. “La producción orgánica requiere de herramientas a medida, yo hago todo, amo el trabajo, soy muy ansioso. Es hermoso ver cómo nosotros no usamos químicos, no entiendo por qué los usan. Yo me doy cuenta cuando una planta tiene olor a remedio, me queda ese olor en las manos” afirma José, quién además desea inculcar al mundo el amor por las plantas.

Por su parte, Beatriz no deja de sorprenderse de su compañero de huerta y sostiene que la relación entre él y sus semillas perdura desde sus inicios en la producción de los vegetales. Mientras argumenta su fuerte postura contra los químicos, continúa develando secretos que a más de uno asombra con cierta intriga: “La planta, ella, siempre quiere algo. Ella siempre quiere calor arriba, pero le gusta vivir con frío abajo. Yo experimento para mejorar cultivos que se dan en invierno, pero yo los saco en verano. Todo el secreto está en saber qué les gusta a ellas. Por ejemplo, si vos tenés frio, ellas también sienten frio, entonces busco la forma de que puedan vivir mejor”.

La alegría por el trabajo de estos compañeros con vasta sabiduría pareciera llegarle a las plantas que se desarrollan de una manera óptima, como Beatriz y José lo planean. La huerta está abierta todo el año, y todo el año produce en cada uno de sus invernaderos. Ellos aseveran que la tierra se funde con restos orgánicos, carnosos y brillantes lombrices, para hacer el mejor de los trabajos: vivir en esta nutritiva mezcla. “Para mucha gente es un basural, para nosotros es un tesoro”, concluyen los productores.

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