Perdonar no es olvidar

Alejandro Corchs, de 35 años, es hijo de desaparecidos. Su historia personal lo hizo acercarse al camino espiritual indígena. Hoy escribe libros que son

Nota original publicada en el Diario EL PAIS de Uruguay por GABRIELA VAZ (19-06-11)
http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/perdonar-no-es-olvidar/sds_573793_110619.htm

Hasta que tuvo ocho años, a Alejandro Corchs le dijeron que sus padres estaban en una isla de España de la que no podían salir, pero que algún día volverían a buscarlo. Al niño nunca le conformó la explicación. Un día una amiga de su mamá vino de visita justamente de ese país y el chico confrontó la verdad sin darse cuenta. "¿Papá y mamá no me quieren?", le preguntó. Ella, ignorante de la historia que le habían contado al niño, quedó petrificada. "¿Por qué decís eso? Tus padres te amaban más que a nada en este mundo". Alejandro le retrucó con su lógica infantil, la más directa: "Si me quieren tanto, ¿por qué no vienen a verme? Si vos pudiste venir de España, ¿por qué ellos no?" Confusa, atragantada, ella le preguntó qué le habían dicho. El niño le contó. Los dos lloraban. "Ale, eso no es verdad. Ojalá fuera así. Perdoname que te lo tenga que decir yo, pero la verdad.... la verdad es que tus padres están muertos".

Era 1984 cuando Alejandro Corchs comenzó a levantar el velo de una realidad que terminaría de entender casi dos décadas después. En diciembre de 1977, dos Ford Falcon pararon frente a la casa de Alberto Corchs y Elena Lerena en Buenos Aires, donde se habían radicado unos años antes huyendo de la dictadura uruguaya. Le ordenaron a Elena que los acompañe a la comisaría para "un trámite" que le llevaría "pocos minutos". Intuyendo lo que vendría, ella hizo un escándalo para que le permitieran que su hijo de un año y ocho meses se quedara en lo de un vecino. Se lo pasó a través de un muro. Un auto se la llevó mientras el otro vehículo no se movió a la espera de que Alberto volviera del trabajo. También se lo llevaron.

Una semana después, los abuelos de Alejandro viajaron desde Uruguay para ocuparse de él (los militares habían vuelto a buscarlo; no lo encontraron porque el vecino lo anticipó y se lo entregó a una tercera persona). Con la ayuda de un juez lograron traspasar la frontera junto al chico. Los primeros meses no lo podían sacar a la calle porque le tiraba los brazos a todas las rubias que veía y se ponía a llorar con desesperación. A los ocho años empezó a acercarse a la verdad, pero recién a los 24 pudo entender. Lo ayudaron los indios.

Alejandro Corchs es hoy, con 35 años, el chamán más joven de Uruguay. Su currículo lo avala como comunicador de radio -trabajó en numerosas emisoras desde adolescente- pero ahora está dedicado por completo al camino espiritual indígena. Lleva escritos tres libros -donde entrelaza su vida como hijo de desaparecidos con su experiencia religiosa- que treparon a las listas de los más vendidos aquí y en Ferias del Libro de Colombia y Venezuela. La semana pasada, en Argentina, estuvo con Chiche Gelblung y Alejandro Fantino. Se presentará también en Chile, México y España.

La aparente vorágine no se trasluce en sus modos. Su verborragia no descansa -"hablo encima de mí mismo", se disculpa entre sonrisas- pero el tono es apacible e invita a la escucha atenta. Hace bromas, gesticula suave, se le adivina sociable y a gusto entre la gente. "¡Corcho, voy para tu casa!", le grita una vecina a la distancia, mientras él camina bordeando el arroyo de Neptunia junto a cronista y fotógrafo. Todos lo conocen en el balneario, donde vive junto a su esposa e hijo de dos años (el segundo está en camino). Y es allí donde, como emulando al Principito de Saint-Exupéry que se dibuja en su remera, entre inocencia, experiencia y aprendizaje, cuenta su historia con una franqueza casi intimidante.

La verdad. Los abuelos de Alejandro habían iniciado una búsqueda de respuestas a la que él se sumó en su adolescencia. "Alrededor de los 17 años empecé a entender que mi destino estaba atado a eso, que vivía en la sociedad que había asesinado a mis viejos y que esa sociedad a su vez negaba la existencia de desaparecidos. Y las contradicciones: mi tío preferido era militar, el que me enseñaba a jugar a la pelota, a andar en bicicleta. También empezaron a acercarse a mí partidos políticos invitándome a integrarme a la juventud de sus sectores. Hasta el día de hoy le voy a agradecer a mi adolescente que dijo que la política ya le había salido muy cara a la familia. No quería saber más de eso. Pero ahí empecé la búsqueda activa".

En terapia psicológica, a los 19 años, entendió que "cosas que no funcionaban" de su vida tenían directa relación con la desaparición de sus padres, con lo que él vivía como un abandono y con las mentiras que había sufrido en torno a eso. "Me di cuenta que no era posible hacer borrón y cuenta nueva. Eso estaba ahí y había que enfrentarlo". En su casa del tema se hablaba poco y nada, tirando a nada. "Hay que tener en cuenta que me entero de la verdad en 1984. Todos los años anteriores, a mis abuelos, que no eran de izquierda, les costaba mucho creer que realmente pudieran haber asesinado a sus hijos. Tenían la esperanza de que cuando terminara la dictadura iban a volver. Ahí se comprende esa versión que me daban. Hoy lo entiendo. De niño me hacía mucho daño".

Un día la psicóloga le dijo que la terapia ya no podía avanzar, que existía una herida de su niñez que le era imposible de abordar y le recomendó probar con los indios. "¿Estás loca? Si en Uruguay no hay indios", le contestó Alejandro desconcertado. Ella le explicó que vienen de otros países, que hay psicólogos que trabajan con ellos y que conocía personas que habían logrado buenos resultados. Por ese entonces, él leía muchos libros de espiritualidad, de filosofías distintas, pero no quedó convencido. A los seis meses, con otros incentivos en medio, se animó. El camino, largo, relatado en sus libros, lo llevó a realizar diferentes ritos, entre ellos cuatro "Búsquedas de Visión". Esta es una ceremonia indígena que consiste en "plantarse" bajo un árbol varios días; es decir, quedarse allí sólo con lo puesto, sin comer ni tomar agua, para conectarse con fuerzas superiores. La primera vez fue con recelo. "Para mí eran chantas hasta que me demostraran lo contrario". Junto a Alejandro había otras 160 personas, 70 "buscadores". "Había venido uno de los principales Hombres Medicina (chamanes) de México y dijo: `Cuando suban ahí (al monte) no crean en mí, no crean en nada. Vayan al árbol y pregúntenle al Gran Espíritu todo lo que necesiten. Pero, cuando les conteste, ustedes ya no creen, ustedes saben`".

Alejandro dice que supo. Y afirma que el segundo año, siete días bajo el árbol le revelaron datos sobre sus padres. "Vi lo que vivieron, lo que pasaron en tortura. La tierra me prestó su memoria y me mostró lo que necesitaba para sanar mi corazón".

Pero la búsqueda tuvo costados menos etéreos. En 2002, la Comisión para la Paz le entregó certificados de defunción de sus padres con la misma fecha de muerte: 2 de mayo de 1978. A él no le cerraba; según su visión, sus padres habían muerto con 15 días de diferencia. "Pero no les podía decir que lo sabía porque lo había visto abajo de un árbol. No sabía en qué confiar, si en los papeles del Estado o en los planos espirituales". Decidió confrontar las dos verdades, pidió una entrevista privada y se reunió con Carlos Ramela. El asesor presidencial le hizo un gran favor al decirle: "Hagamos así: yo te leo la información que tengo en el libro maestro y vos me decís si lo que te dimos es igual". Elena Lerena, detenida el 22 de diciembre de 1977 (día del operativo donde detuvieron a la mayoría de los GAU, Grupo de Acción Unificadora, en Argentina), mantenida en los pozos de Banfield, Orletti y Quilmes, fallece víctima de la tortura el 2 de mayo de 1978. "Correcto, es lo que dice el certificado", contesta Alejandro. Ramela se acomoda los lentes y busca el segundo nombre. Alberto Corchs, apresado el mismo día, también estuvo en Banfield, Orletti y Quilmes, tickeado en la lista de detenidos que subieron a un avión y pasaron a término final el 16 de mayo de 1978. Alejandro quedó duro. Recién se estaba enterando que su padre había integrado un vuelo de la muerte. Pero las fechas coincidían con su visión. Había sido de un error de transcripción.

PERDONES. Se queda pensando cuando se le pregunta si, al mezclar en sus libros algo tan terrenal como la desaparición de sus padres con una experiencia mística, no sintió temor a perder credibilidad. Y reconoce que sí, que sabía que quedaría muy expuesto, pero que lo entendía sanador. Ha tenido buena recepción de otros familiares de desaparecidos, e incluso se le han acercado hijos de militares torturadores "que quieren hacer el camino espiritual indígena para sanarse". Una vez, un militar de la época se le apareció para pedirle perdón. Pero él aclara: "La verdad es que yo me perdoné a mí, no a ellos. Cuando odiás a alguien, al primero que estás condenando es a ti mismo, porque estás cargando con ese veneno más allá de lo que el otro haga o deje de hacer. Yo me di cuenta que si esperaba porque cambiaran algo iba a seguir así la vida entera, pero la vida que corría era la mía. Me tenía que hacer cargo de que el dolor lo tenía yo. Encima de todo lo que me pasó, no merecía estar en medio de eso. No me interesaba que los militares me pidieran perdón. Me interesaba ser feliz".

A veces parece que la vida se ensaña. Hubo más golpes que Corchs narra con detalle en sus libros. Uno fuerte, a la mandíbula, fue económico. En 2001, uno de los diez corredores de Bolsa más importantes de Argentina -Carlos Gómez, director de la hoy inexistente Capital Service- les robó a 40 familias de desaparecidos el dinero de la indemnización que el Estado de ese país les había otorgado. Alejandro tiene vívido ese día en Buenos Aires: "Frente a escribano público levantando un acta de lo que estaba diciendo y con 40 familias de desaparecidos delante, (Gómez) nos dijo en la cara que nos había elegido específicamente por ser familiares de desaparecidos, que éramos más vulnerables, y que sabía que los uruguayos estaban más desprotegidos, pero como no le alcanzó completó el dinero con hijos de desaparecidos argentinos. Él le llevaba las acciones a una gran cadena de supermercados y dijo que sabía que si les robaba a ellos al otro día aparecía muerto de un tiro, pero que si nos robaba a nosotros no podíamos hacer nada. Era alguien pegándote en la herida y que te cuenta que lo hizo porque estabas herido. Pese a haber confesado eso y ser condenado por la Justicia, nunca estuvo preso. Estafó cuatro millones de dólares y como no tenía antecedentes quedó libre", cuenta con el mismo tono de incredulidad de alguien que lo escucha por primera vez. El final, que aparecerá relatado en el último libro que cierra la trilogía, fue feliz: lograron cobrar todo el dinero.

"Yo sé de lo que hablo; no es que un día me dio por leer libros new age y no viví nada". Pero perdonar, enfatiza, no es perder la memoria. "Siempre creemos que la culpa de nuestro sufrimiento es responsabilidad de otros. A mí el camino espiritual indígena me ayudó a liberarme. Sigo viendo a los militares torturadores parados en el mismo lugar y soy libre. La tierra da frutos para que coma la víctima y también para el victimario. La sabiduría profunda vela por todas las partes. Pero como sociedad seguimos parados unos de un lado y otros del otro. Nos tenemos que sentar a hablar. Puede hacerse. Lo hizo Nelson Mandela en Sudáfrica. Hay que reparar esto más allá de nuestras diferencias. La derecha estuvo en el poder y se creyó dueña de la verdad. No podemos repetir el mismo error, que ahora la izquierda esté en el poder y diga `la razón la tengo yo`. Necesitamos una autocrítica. Perdonar no es perder la memoria. Yo me perdoné y me liberé, pero no perdí la memoria.

No es fácil. Como sociedad tenemos que entender que la paz es saber ubicar nuestro lugar en la vida".

BIO ALEJANDRO CORCHS

Alejandro Corchs nació en marzo de 1976 en Buenos Aires, sus padres son Elena Lerena y Alberto Corchs, ambos fueron detenidos desaparecidos por la dictadura militar en diciembre de 1978. Después fue criado por sus abuelos en Montevideo. Estudió actuación y locución. Ha trabajado en radio, teatro y televisión, teniendo una amplia trayectoria en medios de comunicación masiva.

Sus dos primeros libros se transformaron rápidamente en Best Sellers: "El regreso de los Hijos de la Tierra, capítulo uno: El camino del puma" y "El regreso de los Hijos de la Tierra, capítulo dos: La unión de la familia", en ellos relata de manera simple la historia de su vida, marcada por la desaparición de sus padres en Argentina, mostrándonos cómo logró su sanación por medio del amor, y de una búsqueda espiritual basada en la sabiduría indígena.

Alejandro es Líder Espiritual del Camino Rojo, camino de sabiduría de los pueblos originarios de América, Hombre Medicina (Chamán), portador de la Pipa Sagrada (Chanupa) y el Temazcal, es Danzante del Sol y miembro del Consejo de Consejos de la Búsqueda de Visión del Fuego Sagrado de América. Es Ñanderuy Bayrá del Ñanderekó, una de las siete ramas de la familia Guaraní. Es custodio del Fuego de la Unión, entre el Sur y el Norte- el Norte y el Sur.

Además es tanatólogo, disciplina encargada de encontrar sentido al duelo y al proceso de morir, y terapeuta de pareja, grupo y familia, formado en el Centro Gestáltico de Montevideo.

Es cofundador de la Quebrada del Yerbal, comunidad, reserva de flora y fauna, y cofundador de Purificación, centro de crecimiento humano psicoespiritual. Es coordinador de los talleres de Espiritualidad, Transpersonalidad y Trascendencia, dictados en Purificación por el Centro Gestáltico de Montevideo.

En su tercer libro: ¨Trecepreguntas al Amor¨, Alejandro aplica la milenaria sabiduría indígena a la cultura occidental de hoy en día, ayudando a miles de personas en su camino de autoconocimiento. ¨Trece preguntas al Amor¨ fue número uno en ventas en Uruguay y tuvo diez ediciones, solo en su primer año de publicado. Ahora está siendo lanzado por Ediciones B en toda habla hispana.

Hoy en día, Alejandro Corchs vive junto a su esposa y su hijo dentro una gran familia. Dedica su tiempo apoyando el despertar del corazón de la humanidad en comunidad.

Biografía, Fuente: http://www.alejandrocorchs.com

 Síguenos en Facebook
 Síguenos en Instagram

Nota publicada en el Diario EL PAIS de Uruguay, Por GABRIELA VAZ | http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/perdonar-no-es-olvidar/sds_573793_110619.html