Perdón

Oxígeno. Diccionario emocional: es una acción liberadora tanto para quien fue víctima como para quien puede haber provocado daño
Foto: Alma Larroca

¿El perdón de quién estás esperando? ¿A quién deberías perdonar? ¿Qué cuestiones son imperdonables? ¿Sabemos, acaso, qué implica pedir perdón o perdonar?

El perdón dejó de ser un tema exclusivamente de orden religioso y moral, para convertirse en uno de los temas favoritos de los científicos que hoy investigan sobre las fortalezas y virtudes del hombre. Por algo será.

Está comprobado que pedir perdón, así como saber perdonar, regula los niveles de bienestar físico y emocional. Se cree que cualquier práctica (auténtica, sentida.) para eliminar el rencor es una forma segura de combatir el estrés, la ansiedad, la depresión y evitar, entre otros, accidentes cardiovasculares.

El perdón es un compromiso con uno mismo. Perdonar por compromiso no es perdón.

El acto y proceso del perdón es una elección liberadora tanto para quien fue víctima como para quien pudo haber provocado un daño, consciente o involuntario. Todos podemos equivocarnos.

¿Fue tan grave el motivo que los distanció? ¿No hay enojos que deberían diluirse con el paso del tiempo? ¿No cambiaría todo con levantar el teléfono o enviar unas pocas líneas?

Si bien el perdón no es indulto ni justificación, tiene un efecto sanador para quien perdona, aunque su victimario no lo sepa ni pueda darse por enterado, sea cual fuere el motivo de limitación o distancia. Uno u otro pueden estar lejos, haber muerto o sentirse incapacitados para entender y aceptar los beneficios del perdón.

Más allá del daño que nos hayan provocado, sacarnos del cuerpo emociones negativas como el enojo, la violencia o el deseo de venganza pueden, al menos, reducir el impacto del dolor y sus consecuencias.

Perdonar o pedir perdón es una experiencia que no debería dejar de considerarse, si es que se quiere vivir mejor.

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Por Eduardo Chaktoura