Mafalda, la heroína de nuestro tiempo

Mafalda nace el 29 de septiembre de 1964, cuando el periódico Primera Plana, publica por primera vez en formato de historieta las reflexiones y vivencias de una niña nacida en la emblemática clase media argentina de la década de los 60.

Había una vez una niña que cambió el mundo ¿Cómo? Con elocuencia, ternura y sabiduría. "El mundo está malo, le duele el Asia". “¿No será acaso que ésta vida moderna está teniendo más de moderna que de vida?". "¿Y si en vez de planear tanto voláramos un poco más alto?". Las palabras de Mafalda, un personaje creado por Joaquín Salvador Lavado o más conocido como “Quino”, el padre de la criatura más adorable que supo combinar el humor y la crítica social como ninguna.

Mafalda nace el 29 de septiembre de 1964, cuando el periódico Primera Plana, publica por primera vez en formato de historieta las reflexiones y vivencias de una niña nacida en la emblemática clase media argentina de la década del ´60. En su primera aparición, el personaje tenía cuatro años de edad y su precocidad para cuestionar el mundo adulto la convirtió en uno de los íconos más importantes de la cultura argentina.

Idealista en sus pensamientos, crítica del manejo político mundial, y preocupada por un mundo adulto que no sabe cómo ser más solidario, Mafalda fue quien hizo de espejo a la generación del ´60 y hasta hoy en día es un referente de la utopía.

“Mafalda es una verdadera heroína rebelde que rechaza al mundo tal cual es. No consigue entender lo que sucede en Vietnam, no sabe por qué existen los pobres y desconfía del Estado. Mafalda es una heroína de nuestro tiempo" así el gran escritor Umberto Eco, definía al personaje de Quino en la edición del prólogo italiano de Mafalda, publicado en el año 1969.

Tal como expresa el autor italiano, Mafalda fue la heroína que cuestionó todas y cada una de las instituciones y supo reívindicar con argumentos cómo el mundo podía ser un lugar mejor para todos.

Uno de los grandes condimentos que dan contexto a la vida cotidiana de Mafalda y su dura crítica social, es su entorno. El mundo adulto estaba representado fundamentalmente, por sus padres. Ellos eran seres resignados ante el mundo que les tocaba vivir y la solución ante su abrumadora rutina era tomar “nervocalm” para aminorar la carga.

Su pandilla de amigos estaba conformada por diversos estereotipos sociales que fueron esenciales para su interacción con aquello que ella quería cambiar en el mundo. Manolito, era el hijo del comerciante del barrio y representaba las ideas capitalistas en la tira. Le vendía dulces a crédito a sus compañeros y decía “oler monedas a distancia”.

Susanita, es un personaje emblemático en la historieta. Su nombre todavía es sinónimo en la Argentina de un estereotipo de mujer que sólo aspira a casarse. Su sueño era contraer matrimonio con un hombre de la alta burguesía y ascender en la escala social.

En contraposición se encontraba, Libertad, el último personaje en incorporarse a la tira. Preocupada por la situación del país, soñaba con Mafalda que algún día el hombre sea más solidario. Por su parte, Felipe era quien representaba la esperanza, los ideales y los sueños de la infancia. Con una personalidad más simple e ingenua, este niño era el más optimista del grupo y creía que el mundo era capaz de cambiar. Mafalda, expresó sin solemnidad ni lugares comunes aquello que tantos historiadores, periodistas y sociólogos quisieron explicarle a la sociedad: la ambición y la inoperancia política, la doble moral, la supremacía del dinero y un mundo adulto que no sabe qué hacer con los males de su época.

Esta niña no sólo fue pura crítica, también tenía sus amores, sus sueños y sus metas. Amante de Los Beatles y del Pájaro Loco, adoraba los panqueques y era la dueña de los mayores berrinches si había sopa para la cena. Sobre su futuro, se imaginaba ser una representante de las Naciones Unidas, y así promover la solidaridad como remedio para el egoísmo reinante en el mundo.

Susanita, Mafalda y Manolito en una esquina típica de Buenos Aires

La inteligencia y la ternura de esta niña fue reconocida mundialmente. Sus libros se venden en toda Latinoamérica, España, Italia, Grecia y Francia. Además, ha sido traducida en treinta idiomas. Los más grandes referentes de la literatura la han reconocido como uno de lo mayores íconos culturales de la época. Uno de sus grande admiradores fue el autor de Cien Años de Soledad, Gabriel García Márquez que en la edición del libro Todo Mafalda, escribió sobre la importancia de la obra de su creador: “Quino, lleva ya muchos años demostrándonos que los niños son los depositarios de la sabiduría. Lo malo para el mundo es que a medida que crecen van perdiendo el uso de la razón, se les olvida en la escuela lo que sabían al nacer, se casan sin amor, trabajan por dinero, se cepillan los dientes, se cortan las uñas, y al final -convertidos en adultos miserables- no se ahogan en un vaso de agua sino en un plato de sopa. Comprobar esto en cada libro de Quino es lo que más se parece a la felicidad: la Quinoterapia“.

Hoy todavía existe una niña de 10 años llamada Mafalda que nos dice a los adultos que el mundo puede ser un lugar mejor.

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