Facundo Arana, un hombre mejorando el mundo
Uno de los actores más aclamados y queridos por el publico argentino y latinoamericano, es además un artista solidario."No me pienso morir”, estas fueron las palabras que un adolescente de 17 años repetía cada uno de sus días, con la férrea convicción de un joven que amaba la vida y nada iba a detener su pasión y su conmovedora voluntad por enfrentar cada uno de los imposibles que definían su presente de aquel entonces.
Cuando tan sólo tenía 17 años le diagnosticaron leucemia. El actor recuerda aquel instante en su memoria como un momento decisivo e identitario de quien es hoy como persona. Un día como tantos en su adolescencia, que transcurría con sus amigos del quinto año del colegio bilingüe Moorlans, de Tortuguitas, descubrió que su cuello estaba hinchado. Nada le hacía sospechar que padecía una enfermedad grave, acompañado por su padres concurrió a la guardia médica sin grandes alarmas sintomatológicas o miedos acerca de un diagnóstico preocupante.
Finalmente, el equipo médico decidió realizarle una biopsia y el resultado del análisis fue contundente y definitivo: Facundo padecía linfoma, un cáncer que afecta los ganglios linfáticos del organismo.
El miedo y el desconcierto fue su primera reacción. Luego llegó el inevitable enojo. Las preguntas que abruman y se sintetizan en un ¿por qué a mi? Pero, un día se levantó y decidió que era hora de vivir, de pelearle sin tregua a una enfermedad que no tenía por qué detener sus sueños. Durante nueve meses realizó las sesiones de quimioterapia, y debió abandonar la escuela ante su estado de debilidad física. Nada detenía a Facundo, su voluntad de vivir era tan fuerte que atravesó los 5 años siguientes de tratamiento médico con enorme estoicismo y una inquebrantable voluntad por aferrarse a la vida.
En pos de mantener su actitud positiva e incrementar sus fuerzas, Facundo decidió ponerse en movimiento, y el estudio y el trabajo fueron su primeras opciones. Fue cadete en dos agencias de publicidad mientras seguía la carrera de diseño gráfico. Pero un día, descubrió que había un amor que le salvaría su vida: la música.
Facundo amaba el jazz, y el saxo era el instrumento que había elegido desde muy pequeño. En uno de esos instantes en los que sentía que las fuerzas se extinguían, otra vez decidió levantarse de la tristeza y se dirigió hacia la estación Pueyrredón de la línea D. En uno de sus pasillos, tomó su saxo y con los ojos cerrados interpretó cientos de melodías desde las 10 de la mañana hasta las 6 de la tarde. La rutina se repitió todos los días durante 10 meses.
Fue su cable a tierra, la vida resurgía en cada canción y su unión con el arte sería desde entonces su vocación eterna. Dos impresionantes hechos de su biografía surgen por aquel entonces. Muchos las llaman casualidades, pero en este caso el término “causalidad” es la palabra justa. La magia sucede, y la historia de Facundo es prueba de ello.
En 1993 su trabajo como saxofonista en el subterráneo no le alcanzaba para vivir entonces, tuvo que sumar otra ocupación. La actuación siempre le había gustado y entonces, decidió probar suerte en un casting de Canal 13 para el cual solicitaban jóvenes actores.
Un encuentro le cambió la vida. Realizando las pruebas de cámara se cruzó con uno de los guionistas del programa, Lito Espinosa, quien cuando lo vio, se quedó sin palabras. El personaje que estaban buscando para “Canto Rodado”, nombre del ciclo, estaba inspirado en Facundo Arana. Cuando, el guionista se encontró con Facundo en el casting no tuvo dudas en contratarlo, ¿quién sería más genuino que su foco de inspiración para interpretar su personaje? Y no sólo eso, el programa fue creado pensando en Arana a partir de su conmovedora música que cada día llenaba el alma en el subte porteño.
Por aquel entonces, Facundo no sólo se curó completamente del cáncer sino también comenzó una carrera actoral que le brindó éxito, reconocimiento y por sobre todas las cosas, la felicidad plena de vivir.
Facundo es una persona con memoria, y el recuerdo de su lucha por la vida se convirtió en una poderosa herramienta para el “sí se puede”. Sin dudas, él es el artista más prolífico y activo en causas solidarias en la Argentina. Facundo Arana es el embajador de FUNDALEU (Fundación para Combatir la Leucemia) y como tal desde hace más de 15 años encabeza cada una de las campañas que se realizan con el fin de crear conciencia acerca de la importancia de donar sangre. Su presencia es constante y permanente en una fundación que investiga, realiza tratamientos y contiene a los pacientes que padecen leucemia. Facundo Arana no sólo crea conciencia, es una persona que siempre tiene tiempo y voluntad para escuchar y brindar fuerza a niños y adultos que se encuentran atravesando por la misma enfermedad que él vivió a sus 17 años.
Cada paciente encuentra un Facundo un modelo, un ejemplo y una historia de vida real en la posibilidad de luchar y aferrarse a la vida con el cuerpo y el alma. Su pasión por ayudar es su verdadera misión en la vida. El pasado 23 de abril, Facundo le puso el cuerpo a la solidaridad, encabezando una travesía a la montaña más alta del mundo: el Everest.
Su objetivo era llegar a la cumbre con el fin de emplazar una bandera que inmortalizará el mensaje "Donar sangre salva vidas". El riesgo se hizo presente y finalmente, Facundo se descompensó y al encontrar fluidos en sus pulmones los médicos decidieron internarlo en una clínica en Katmandú. Su voluntad por ayudar a los pacientes de Fundaleu y crear conciencia social acerca de la donación de sangre literalmente no tiene límites en su vida. Sus compañeros de travesía se sintieron absolutamente comprometidos con su mensaje y llegaron a la cima.
A través de un registro grabado en video le agradecieron a Facundo su inconmensurable fuerza de voluntad y en su nombre, colocaron en la punta del Everst una bandera que flamea e invita al mundo a salvar vidas. Facundo Arana trascendió su propia historia. Es un actor y un hombre que atraviesa su biografía pasada, presente y futura salvando vidas. Es una de esas personas únicas, inolvidables e irrepetibles que mejoran el mundo en las palabras y en los hechos.