El Papa defiende a los ateos y llama a erradicar la intolerancia

En dos homilías afirmó que “no sólo los creyentes se salvan”. Su prédica contrasta con una tradición crítica hacia los que no creen. “Los discípulos de Jesús eran un poco intolerantes”, dijo Francisco
POR JULIO ALGAÑARAZ

VATICANO. CORRESPONSAL - 25/05/13

El Papa defiende a los ateos con su estilo de predicación “simple, profunda y eficaz que hace brecha en tantos fieles y también en quien no cree”, según afirma un vaticanista italiano admirado con Francisco. Ayer Jorge Bergoglio, en su homilia cotidiana de la misa en la Casa de Santa Marta en el Vaticano, donde se aloja, recordó: “No sólo los creyentes se salvan”.

El pontífice argentino enfatiza continuamente que “hacer el bien es un principio que une a toda la humanidad”. Y en ese marco se ubica su alusión a los ateos y su llamado a erradicar la intolerancia.

Este enfoque está revolucionando a la misma Iglesia, cuya tradición cultural histórica era deintolerancia hacia los que no creen. Hace unos días, como informó Clarín, el Papa contó una anécdota familiar también en la misa diaria de Santa Marta. “Recuerdo cuando era chico (en Buenos Aires) lo que se sentía decir en las familias católicas. En la mía, por ejemplo: ‘No, a casa de ellos no podemos ir porque no están casados por la Iglesia, eh’. Era como una exclusión. No, no podías ir. O porque eran socialistas o ateos no podíamos ir. Ahora, gracias a Dios no se dice aquello ¿no? No se dice”.

Lo que contó como experiencia personal Bergoglio recordando su casa y familia en el barrio de Flores, se multiplicaba en muchos lados. En Italia era y es igual y por eso las prédicas y el carisma personal del Papa argentino tienen un impacto enorme. “Yo no creo, pero vine porque quería verlo y escucharlo”, dijo un milanés a Clarín en la plaza de San Pedro, mientras aplaudía a Francisco con su mujer y tres hijos. “El cristiano que quiere llevar el Evangelio debe ir por este camino:escuchar a todos. Ahora es un buen tiempo para la vida de la Iglesia. Antes había una defensa de la fe con muros. Pero el Señor ha construído los puentes”, comentó Bergoglio.

En la misa del miércoles en Santa Marta, Francisco recordó un pasaje del Evangelio de Marcos, cuando los discípulos se quejaron a Jesús porque un grupo externo estaba haciendo el bien en su nombre. “No se lo impidan”, respondió Jesús. “Dejen que hagan el bien”. El Papa dijo: “Los discípulos eran un poco intolerantes, cerrados en la idea de ser dueños de la verdad, en la creencia de que los que no tienen la verdad no pueden hacer el bien. Y eso estaba mal. Jesús amplió el horizonte”.

Francisco adoctrina en nombre de la lucha contra la intolerancia. “El Señor nos ha redimido a todos con la sangre de Cristo. ¡A todos, no sólo a los católicos! ¡A todos!”.

“Pero padre ¿y los ateos?”, se preguntó. “A estos también ¡A todos! Esta sangre de Cristo nos hace hijos de Dios de primera clase, nos ha redimido a todos y todos tenemos que hacer el bien”.

Hacer el bien es la clave de las prédicas de Francisco en las últimas dos semanas. “Si nosotros, cada uno por su parte, hace el bien a los demás, nos encontraremos allá, haciendo el bien. Y así, lentamente,realizamos esa cultura del encuentro ”, sostuvo. “Pero yo no creo, padre, yo soy un ateo”, agregó enseguida para responderse: “No importa, haz el bien, nos encontramos allá”.

A los obispos italianos, a quienes recibió por primera vez el jueves, les dijo que la misión principal de los pastores “es estar siempre cerca de las personas, del que sufre, del que tiene necesidad de ser alentado”, no importa lo que piense. Les reiteró que deben ser “pastores con olor a ovejas, no funcionarios, clérigos de estado”.

En su catequésis del miércoles en la plaza de San Pedro, durante la audiencia general, el Papa argentino reiteró la universalidad del deber de hacer el bien, que “nos debe reunir a todos, sobre todo en el mundo actual”. Francisco afirmó que todos deben preguntarse: “ ¿Qué quiero hacer con mi vida?

Saber si quiero hacer unidad en torno a mí o dividir”. El nuevo Papa hace un ejercicio de apertura “en la lengua del Evangelio, que es de comunión y nos invita a superar clausuras e indiferencia, división y contraposiciones”. Cada uno debe ser un evangelizador, sobre todo con la vida”, dedicándola a hacer el bien a todos, por encima de las diferencias. Entre ellos a los ateos, que también son hijos de Dios, proclama Francisco.

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