Diabetes tipo 2: Ignorar las directrices oficiales para revertirla

Histórica exposición de la Dra. Sarah Hallberg en TEDx, sobre la diabetes y lo que podemos hacer para su reversión.

Transcripción de la charla TED de la Dra. Sarah Hallberg

Tengo el mejor trabajo del mundo. Soy médica. No, créanme. No es por eso. Soy especialista en obesidad. Tengo el honor de trabajar con el grupo de personas víctima de uno de los prejuicios más arraigados: estar gordo.

Antes de venir a verme, estas personas sufrieron vergüenza, culpa, remordimiento y completa discriminación. Mucha gente piensa, incluso los profesionales de la salud, que las personas obesas son culpables de su situación porque si se controlasen, no tendrían sobrepeso; y que tampoco tienen motivación para cambiar.

Déjenme decirles que esto no es así. Si algo tiene la culpa de esto, tendríamos que achacársela a nuestro asesoramiento médico. Y es hora de que cambiemos esto.

La obesidad es una enfermedad, no surge por falta de carácter. Es una enfermedad hormonal en la que intervienen muchas hormonas. Una de las principales hormonas es la insulina.

La mayoría de las personas obesas tienen resistencia a la insulina. ¿Qué quiere decir esto, la resistencia a la insulina? En esencia, la resistencia a la insulina es un estado de pre-prediabetes de tipo 2.

El trabajo de la insulina consiste en conducir la glucosa -- o el azúcar en sangre -- hasta el interior de las células. En resumen, si alguien es resistente a la insulina, tiene problemas para llevar la glucosa hasta donde se necesita, hasta el interior de las células.

La glucosa no puede quedarse en la sangre después de comer porque, de ser así, tendríamos una crisis diabética tras cada comida. Si tenemos resistencia a la insulina, nuestro cuerpo responde produciendo más insulina, lo que aumenta progresivamente nuestros niveles de insulina y esto puede ocurrir
durante un tiempo, incluso años, aunque se mantengan niveles normales de azúcar en la sangre.

Pero esta situación no se puede prolongar por mucho tiempo y llega el momento en el que esos altos niveles de insulina no pueden mantener el azúcar en la sangre dentro de los valores normales. Así que empieza a subir y eso es la diabetes.

No les sorprenderá saber que la mayoría de mis pacientes tiene diabetes o resistencia a la insulina y Uds. podrán pensar: "Yo no tengo ese problema". Quizás deberían volver a pensárselo porque casi el 50 % de los adultos en EE.UU. tiene diabetes o prediabetes. Somos casi 120 millones, pero no se incluye a todas esas personas que tienen problemas de insulina porque, como decía, la resistencia a la insulina da lugar niveles elevados de insulina durante años, incluso décadas, antes de que incluso se les diagnostique prediabetes.

Se ha demostrado que entre el 16 y el 25 % de los adultos con peso normal presenta resistencia a la insulina. Así que si lo piensan, somos muchísimas personas. La resistencia a la insulina es un problema porque si aumenta, existe mayor riesgo de desarrollar dibetes de tipo 2.

Además, la insulina hace que tengamos hambre y es más probable que lo que comamos se transforme en grasa en el organismo. La insulina es la hormona del almacenamiento de las grasas. Así que ya vamos viendo por qué es un problema para quien sufre de obesidad o problemas metabólicos como la diabetes.

Pero ¿y si nos remontásemos al principio de este problema y no tuviésemos tanta glucosa en la sangre que necesitase de tanta insulina?

Veamos cómo podría ser esto. Todo lo que comemos son carbohidratos, proteínas o grasas y tienen efectos diferentes sobre la glucosa y la insulina.

Cuando comemos carbohidratos la insulina y la glucosa en nuestro organismo se disparan. La cosa tiene mejor pinta si se trata de proteínas. Pero fíjense lo que ocurre cuando comemos grasas. Básicamente nada: una línea recta. Esto último será muy importante.

Ahora quiero traducirles esta gráfica a una situación de la vida real. Quiero que vuelvan a pensar en la última vez que comieron comida china occidentalizada.

Todos conocemos estas reglas, ¿no?

La primera regla: comeremos demasiado porque no pararemos hasta que nos revienten las costuras de la ropa.

Regla número dos: al cabo de una hora, tendremos hambre. ¿Por qué? Porque el arroz que comimos provoca que la glucosa y la insulina se disparen, lo que desencadena más hambre y almacenamiento de grasas.

Si, para empezar, tenemos resistencia a la insulina, los niveles de insulina en el organismo son más elevados y tendremos hambre a toda hora.

Así que se da esta situación:si comemos carbohidratos, nos sube la glucosa y, por tanto, la insulina y nos da hambre y almacenamos grasa.

¿Qué recomendaciones deberíamos darle a esta gente?

Porque parece ser muy importante. Y lo es de verdad. Centrémonos en la diabetes de tipo 2.

Las pautas generales recomiendan a pacientes con diabetes de tipo 2 ingerir de 40 a 65 gramos de carbohidratos en cada comida y la cantidad aumenta para los tentempiés.

Créanme, son muchos carbohidratos. ¿Recuerdan lo que le ocurre a la insulina y a la glucosa -- al azúcar en sangre -- cuando comemos carbohidratos?

Pues sí, parece ser que les recomendamos comer la misma causa del problema. Una locura, ¿verdad?

Y, realmente, lo es.

Porque la diabetes es un estado de toxicidad por carbohidratos.

Nuestro organismo no puede conducir la glucosa hasta las células, lo que origina un problema a corto plazo, pero las consecuencias son mucho mayores a largo plazo.

La resistencia a la insulina se traduce en intolerancia a los carbohidratos.

Entonces ¿por qué les seguimos recomendando comer carbohidratos?

Las pautas de la ADA, la Asociación de la Diabetes de Estados Unidos, especifican que no existen pruebas concluyentes que recomienden fijar un límite específico de carbohidratos.

Sin embargo, estas pautas sí que incluyen lo que ya sabemos, que la ingesta de carbohidratos es el único gran factor relacionado con los niveles de glucosa en sangre y, por tanto, es necesario medicarse.

Pero después nos cuentan esto:

"Mira, si te estás medicando para la diabetes tendrás que comer carbohidratos para que no te baje demasiado la glucosa".

Fíjense en el círculo vicioso que estabecen estas pautas.

Comemos carbohidratos y tenemos que medicarnos y después comer más hidratos para evitar los efectos secundarios de los medicamentos y el ciclo no termina.

Y lo peor es que la pautas de la ADA no incluyen el objetivo de contrarrestar la diabetes de tipo 2.

Es necesario que cambiemos esto porque la diabetes tipo 2 se puede contrarrestar en la mayoría de casos y, sobre todo, si se trata a tiempo.

No solo tenemos que dar a conocer esta información, sino que tenemos que empezar a dar el consejo adecuado.

Tengan en cuenta los carbohidratos.

Se van a quedar de piedra: no nos hacen falta.

De verdad, la cantidad mínima diaria de ingesta de carbohidratos es cero.

Tenemos aminoácidos esenciales, que son las proteínas, ácidos grasos esenciales, pero no carbohidratos esenciales.

Un nutriente es esencial si el organismo lo necesita para funcionar y no se puede extraer de otro sitio.

Nuestro organismo fabrica glucosa, mucha glucosa, constantemente.

A esto se le llama gluconeogénesis, por lo que no son esenciales.

Además, el consumo en exceso nos hace enfermar, pero seguimos recomendando a pacientes con diabetes que la mitad o más de la mitad de su ingesta energética diaria sea de carbohidratos.

Esto no tiene ningún sentido.

Hablemos de lo que sí tiene sentido: reducir mucho el consumo de carbohidratos.

Sí, en mi clínica, enseñamos a nuestros pacientes que la menor parte de su ingesta sea de carbohidratos y no la mayor parte.

¿Y cómo funciona esto?

Cuando nuestros pacientes comen menos carbohidratos les baja la glucosa y ya no necesitan tanta insulina.

Esos niveles de insulina bajan y lo hacen rápido.

Esto es muy importante porque un estudio que examina los datos de la encuesta estadounidense de examen de salud y nutrición o NHANES, por sus siglas en inglés, muestra que el mayor y único factor de riesgo de la cardiopatía coronaria es la resistencia a la insulina.

Es la responsable de la friolera del 42 % de los infartos.

La reducción de la ingesta de carbohidratos funciona tan rápido que podemos quitarles a los pacientes cientos de unidades de insulina en cuestión de días o semanas.

Una de mis historias favoritas es muy reciente:

Una chica joven, pero con un historial de diabetes de tipo 2, de 20 años, vino después de que un médico de otra clínica le dijera que solo estaba enferma y que se acostumbraría.

Su diabetes estaba fuera de control, a pesar de estar recibiendo varios tratamientos, incluidas casi 300 unidades de insulina que una bomba de insulina le inyectaba en su organismo cada día.

Y con todo eso, recuerden, la glucosa la tenía descontrolada.

Comenzó con un régimen bajo en carbohidratos y, cuatro meses después, bajó de peso, pero, aún mejor, ya no estaba enferma.

Sus niveles de glucosa en sangre pasaron a ser normales.

Y esto, escuchen bien, sin medicación para la diabetes.

Fuera las 300 unidades de insulina, no más bombas de insulina, adiós a los pinchazos en el dedo varias veces al día, se acabó, no más diabetes.

Una de las mayores alegrías de mi trabajo es poder decirle a un paciente diabético que ya no tiene diabetes y ceremoniosamente le quitamos de encima uno de sus problemas.

Entonces ¿se curaron? ¿Es un milagro?

Dejémosle las grandilocuencias al Dr. Oz.

Si se curarse, el problema no reaparecería y si se vuelve a ingerir carbohidratos en exceso, el problema reaparecerá.

Estos pacientes no están curados, pero ya no tienen diabetes.

Lo hemos solucionado y seguirá así si controlamos el origen del problema.

¿Cuál es la solución? ¿Cómo se puede comer de esta manera?

Antes de nada, déjenme decirles lo que no es.

Ni es un régimen de cero carbohidratos ni tampoco es alto en proteínas.

Estas críticas son habituales y son muy frustrantes porque no son ciertas.

Entonces ¿con qué sustituimos los carbohidratos que quitamos?

Recuerden que solo existen tres macronutrientes, si uno sube, otro tiene que bajar.

Mis pacientes comen grasa, mucha grasa.

"¿Qué?", se preguntarán. ¿Qué ocurre si comemos grasa?

Les diré que seremos más felices porque la grasa está buena y satisface muchísimo.

(Aplausos)

(Risas)

Pero recuerden que la grasa es el último macronutriente que mantiene nuestros niveles de glucosa en sangre y de insulina bajos y por eso es tan importante.

Quiero que conozcan y recuerden mis sencillas reglas para comer, ya que son todavía más importantes si están entre esos diez millones de estadounidenses que tienen problemas de niveles de insulina.

Regla número uno: si dice bajo en grasa o 0 % grasa, se queda en el supermercado. porque les quitan la grasa y les agregan carbohidratos y aditivos.

Regla número dos: coman comida de verdad.

La regla más importante de la nutrición baja en carbohidratos: la comida de verdad no viene en cajas y nadie debería decirles que la comida de verdad es "natural".

Debería bastarles con mirarla.

(Risas)

No coman de lo que no les guste.

Coman cuando tengan hambre sin importar qué hora sea.

Y la regla número cinco nos recuerda qué tenemos que evitar.

Ningún CPA: ni cereales, ni patatas ni azúcar. Esta última es importante.

¿Ni siquiera cereales?

No, cereales tampoco.

"Pero son necesarios".

No, son carbohidratos.

"Pero los cereales integrales son buenos".

Les diré que gran parte de los alimentos que se venden como integrales no lo son de verdad.

La mayoría de los productos que afirman ser integrales están altamente procesados, lo que arruina el beneficio de la fibra o contienen también harinas muy refinadas. Suelen darse ambos casos.

Si somos una de esas personas sensibles a la insulina, podemos comer cereales integrales de verdad, pero si formamos parte del gran grupo que tiene problemas de insulina, mejor que no, porque empeora las cosas.

¿Y si somos una de esas personas sensibles a la insulina?

¿Podemos comer de esta forma?

Claro, yo misma soy un buen ejemplo.

Hace más de un año, decidí comer la misma cantidad de carbohidratos que les recomiendo a mis pacientes.

Esto no es obligatorio para mi salud como lo es para la de mis pacientes.

¿Esto sería un problema si no soy resistente a la insulina?

Claro que no.

A no ser que tengan un síndrome rarísimo, comer menos carbohidratos es bueno para la salud, incluso si no es necesario.

Quiero mostrarles un par de fotos de mi comida "radical".

Este es un desayuno habitual en mi casa.

Parece que me he saltado mis propias reglas.

Pues no, porque esa magdalena está hecha con harina de coco.

Sigo cocinando casi lo mismo, pero no con harinas de cereales, sino de coco, almendra, avellana o lino que dan resultados riquísimos.

Esta es una cena típica en mi casa con los "típicos convencionalismos".

Me riefiero a salteado de setas.

Y no, la comida que mis pacientes y yo comemos está rica y la disfrutamos.

¿Y hay investigaciones al respecto?

¿O son solo pruebas anecdóticas que han salido de mi clínica?

Claro que no.

Existen decenas de estudios clínicos controlados sobre las intervenciones nutricionales que reducen la ingesta de carbohidratos para factores de riesgo cardiovascular la diabetes, la obesidad, etc.

Son estudios consistentes y esto funciona.

Existen incluso un gran número de estudios que demuestran que esta dieta disminuye los marcadores inflamatorios, algo muy emocionante para estudios sobre enfermedades como el cáncer.

Acabamos de concluir un estudio en nuestra clínica.

Esto fue lo que hicimos:

Tomamos a 50 pacientes diabéticos tratados con nuestro programa bajo en carbohidratos y alto en grasas y los comparamos con 50 pacientes tratados según las pautas de la ADA

Después de seis meses, no solo descubrimos que el grupo de la dieta baja en carbohidratos tenía una ventaja metabólica significativa y, seamos sinceros, esto supone un importante gran ahorro.

Nuestro análisis demuestra que nuestros pacientes podrían ahorrar más de USD 2000 al año en medicación para la diabetes que deja de ser necesaria. Piensen en todo ese dinero.

Nos encontramos en medio de una epidemia diabética que nos cuesta USD 250 000 millones en Estados Unidos.

Quiero mostrarles una diapositiva que muestra cómo se podría ahorrar dinero en este caso.

Aquí solo se refleja la diferencia en tratamientos de insulina entre los dos grupos después de 6 meses.

Podemos observar que el grupo de la dieta baja en carbohidratos redujo su tratamiento de insulina en casi 500 unidades al día.

Mientras que el grupo tratado según las pautas de la ADA tuvo que aumentarlo hasta casi 350 unidades de insulina al día.

Aquí tenemos dos cosas importantes.

La primera: la insulina es cara.

La segunda: no todos estos participantes se trataban antes con insulina, por lo que estos resultados impresionan todavía más.

Diría que esta gráfica representa dos enfoques distintos a la hora de tratar la diabetes.

El objetivo de nuestro grupo era contrarrestar la diabetes, para lo que se necesita menos insulina.

El segundo grupo tratado según las directrices de la ADA que indican que la diabetes es una enfermedad progresiva que requiere un tratamiento que se incremente con el tiempo.

Enfermedad progresiva, a no ser que nos libremos de la causa.

Entonces ¿cuál es el problema?

¿Por qué no se habla de esto? ¿Por qué no es esto la norma?

Hay dos grandes porqués.

La primera es el statu quo que es difícil de romper.

Existen muchos fines ocultos en esto.

Las dietas bajas en grasa se popularizaron hace décadas, aunque un estudio reciente demuestra que no existen pruebas extraídas de ningún estudio clínico controlado para recomendar que quitemos la grasa de nuestra dieta.

Y así se empezó a añadir carbohidratos a las cosas.

Fundamentalmente, fue un experimento a gran escala que fracasó estrepitosamente.

El dinero es la segunda razón por la que no se habla de esto.

No se dejen engañar, se gana mucho dinero con mantenernos enfermos.

Vemos que los comités que elaboran estas directrices están llenos de conflictos de intereses.

La solución de nuestra clínica para esta epidemia es obvia: dejar de tratar la alimentación con medicamentos.

Para una enfermedad cuya causa principal son los carbohidratos, deberíamos prescindir de ellos o, al menos, reducirlos para recordar lo que ya sabíamos:

Que el alimento sea tu medicina y tu medicina, tu alimento. Hipócrates.

Ya lo sabíamos desde hace miles de años. Tenemos que reavivar esta idea en los tiempos que corren.

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