"A Julio la gente lo quiere porque es de un barrio"

Es profesora de danza y la madre del genial bailarín argentino, que dio sus primeros pasos en el salón que aún tiene en Munro.
De Munro al Centro. Viaja para trabajar en la Fundación Bocca, que tiene bailarines becados. / FERNANDO DE LA ORDEN
Hace casi seis décadas que Nancy Bocca es profesora de danzas. Y al mayor talento lo descubrió en su propia casa. Un talento tan grande que, fuera del ambiente del baile que la conocía desde antes, para el mundo ella pasó a ser “la mamá de Julio Bocca”. “No me molesta”, dice Nancy, que a punto de cumplir 76 años sigue activa y encabeza la fundación de su hijo.

- ¿Cómo tomaron sus padres que usted se dedicara al baile?

En los barrios estaba mal visto que alguien estudiara danza. No como ahora, que está aceptada como carrera. Pero yo tuve la suerte de que mis padres siempre me ayudaron. La que estaba un poco indecisa era mi mamá, que quería que yo fuera maestra. Pero papá, que llegó de Italia en 1931, venía del Piamonte, un pueblo donde las campanas eran musicales. Y le gustaba la ópera. Mamá terminó aceptándolo porque vio que yo iba a ser maestra igual, pero de lo que me gustaba. Desde 1952, estudié en la Escuela Nacional de Danzas. Todos los días salía a las 6.30 desde Munro, el barrio donde sigo viviendo, para estar a las 7.45 en el Teatro Cervantes. Ahora hago el mismo viaje para ir a la Fundación.

- ¿A qué se dedicaba su padre?

Era sereno en Atanor y trabajaba de albañil. El hizo un salón para que yo enseñara danzas en nuestra propia casa. Ahí abrí mi estudio en 1958 y lo sigo teniendo. Las barras son las mismas que instaló mi papá. Al principio, los varones sólo venían a aprender folclore. Por eso siempre digo que Julio, lo que tuvo de buena suerte y de estrella fue caer en una familia que no tenía problemas con lo que hacía. Hoy tiene 47 años, pero cuando tenía 8, ¿qué familia le iba a decir a un varón andá a estudiar baile?.

- ¿Julio aprendió con usted?

A él solito le surgió aprender. Cuando era bebé estaba en un moisés en el mismo salón donde yo daba clases. A los cuatro años, ya bailaba español. Después yo empecé a trabajar en la Escuela Nacional de Danzas, donde seguí hasta que me jubilé. Cuando Julio tenía 7 años venía conmigo y hacía expresión corporal. A los 8 entró al Colón. Iba a la escuela Roca, que está justo enfrente, y después al teatro.

- ¿Cuándo se dio cuenta de que él era talentoso?

Yo notaba que él bailaba porque le gustaba. Era un chico que a los 8 años sabía qué ropa tenía que ponerse para actuar y cuándo debía cambiarse. Nadie tenía que molestarse en cambiarlo. Y tenía el entusiasmo de ir solo al centro desde Munro para ir a la escuela y al teatro. Todo eso muestra que él tenía la voluntad y eso lo volvía diferente. Tenía condiciones. En la danza se habla de la elongación y los pies y él tiene mis mismos pies.

- ¿Qué sacrificó él por el baile?

De chico le costaba. Por ahí no podía ir a una fiesta de 15 porque al día siguiente tenía función o ensayo. Le gustaba ir a la plaza a jugar al fútbol, pero sus amigos lo cuidaban y sólo lo dejaban atajar.

- ¿Por qué cree que Julio es tan querido por la gente?

Porque era de un barrio. El iba al Colón y no hacía como esos chicos que tenían que pensar qué malla o pantalón se ponían. Julio llevaba lo único que tenía. Y le importaba tres pepinos si el otro tenía algo que él no, porque lo que le interesaba era aprender. Además, él, Maximiliano (Guerra) y Eleonora (Cassano) forman parte de una generación que sacó el ballet a la calle.

- De los espectáculos de su hijo, ¿con cuál quedó más satisfecha?

Con todos, pero en los que hacía en el Luna Park me quedaba mirando al público, porque nunca pensé que tanta gente podía estar aplaudiendo a un artista. Al principio, cuando Julio volvió de Moscú, me costaba verlo, porque me daba cuenta si no apoyaba bien un pie o si faltaba algo. Hasta que me dije basta, tengo que disfrutarlo.

- Y ahora está trabajando con él.

Sí. El vive en Montevideo, donde dirige el ballet del Sodre, un teatro como el Colón. Y hace dos años me pidió que lo ayudara con su Fundación. Tenemos 80 becados. Los elegimos en audiciones, y nos fijamos que sean chicos sin recursos económicos. Los sostenemos a pulmón, con lo que pagan los alumnos de danza o comedia musical. Pero yo estoy segura de que los próximos talentos van a salir de la Fundación Julio Bocca.

Gentileza MLA

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POR NORA SÁNCHEZ | Fuente: http://www.clarin.com/