Todo lo que somos comunica

Como dice Mirtha Legrand: "Como te ven, te tratan"

¿Alguna vez pensaste que el color de cabello que elegiste para teñirte emite un mensaje?

¿Cómo llevas las uñas cortas, largas? ¿Sabías que eso también habla de quién sos?

Desarrollando la asertividad: claves para una comunicación efectiva
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Desarrollando la asertividad: claves para una comunicación efectiva

¿Cómo está el interior de tu auto? Arreglado, desordenado, limpio, sucio, eso también habla de vos.

La comunicación no es solo hablar y escuchar palabras, o realizar gestos, sino que es una estructura un poco más compleja.

La comunicación no verbal, esta compuesta por distintas ciencias y estudios. La forman la kinésica, la háptica, la proxémica, la apariencia y el entorno.

La kinésica es la ciencia que estudia los gestos no verbales y sus implicancias, cómo habla nuestro cuerpo con los gestos, sin palabras.

La háptica, es la ciencia del tacto, que puede cambiar con las costumbres, los países, la crianza, etc. y analiza cuánto tocamos al otro al hablar, si nos sentimos cómodos con eso, o si nos incomoda etc., donde intervienen también la acústica (el oído) y la óptica (la vista).

La proxémica, es la ciencia que estudia los espacios personales, como por ejemplo si preferimos tener la gente más cerca o más lejos, de acuerdo lugar de nacimiento, si compartimos dormitorio de pequeño o vivimos en el campo y nuestros espacios personales son más grandes y amplios, estudia la cercanía entre las personas.

También la integran la apariencia y el entorno, que se definen con estos pequeños mensajes que vamos a analizar en esta nota.

En apariencia

La apariencia, por ejemplo, es la ropa qué escogiste para vestir, los colores de la misma, qué accesorios usas, qué color de cabello preferís para colorear, si lo llevas atado siempre o si preferís que se vean las canas en vez de teñirlo etc.

Si llevas anillos en las manos y de qué tipo son, si tu ropa siempre es deportiva, u oscura, o quizás si te gusta vestir colores vivos.

Cómo es tu atuendo habitual, con el cuál te sentís más cómodo, quizás bermudas o pantalones cortos en todas las ocasiones, incluso para salir de noche cuando todos van más arreglados.

Y el entorno, está definido entre muchas otras cosas, por ejemplo, por cómo tienes ordenada tu casa, (quizás no puedas elegir la casa, pero sí su interior), qué muebles compraste para decorarla, qué colores de pintura elegiste en las paredes, cómo ordenas tu escritorio de trabajo, o si está desordenado a diario.

Todos esos indicativos dan señales inconscientes para el que las mira, u observa, de cómo sos y cuáles son tus prioridades, tus emociones, tu forma de armar la vida.

Todo el tiempo estamos enviando señales a los otros con nuestra forma de caminar, (erguidos encorvados, lento, rápido, dando saltitos), con los movimientos de nuestras manos al hablar, o si no las movemos, qué perfume elegimos habitualmente o, si, por el contrario, no nos gusta usar perfume.

Eso dice quiénes somos, y de alguna manera, también inconsciente, el otro nos reconoce y nos percibe. Eso es lo que hace que tengamos, por ejemplo, y sin buscarlo, más afinidad con algunas personas que con otras, que hagamos amigos, o incluso que nos contraten o no, en una empresa.

Esas características no son elegidas por nosotros. Las fuimos adquiriendo con nuestras experiencias, con nuestro pasado, de las personas que nos criaron y cómo lo hicieron, por los hábitos que copiamos de los otros, por nuestra emocionalidad frente a las situaciones y que herramientas tenemos para armar nuestra comunicación integral.

Empezamos a elegir nuestra comunicación desde nuestro nacimiento, pero se va definiendo más fuertemente durante la pre adolescencia y juventud, cuando nuestros padres ya no toman las decisiones por nosotros de cómo nos vestimos o qué estilo elegimos como en la niñez, que acatamos sin protestar los gustos de los demás.

Pongamos un ejemplo concreto. Si llegamos a una cita con la ropa arrugada, despeinados y con el sweater lleno de pelos de nuestro perro, estamos enviando un mensaje muy diferente al que seguramente haremos si vamos con camisa impecable, planchada y perfumados agradablemente. ¿qué pensará en una y otra ocasión, la persona que nos recibe?

Será por eso que para caerle bien a una persona solo contamos con aproximadamente 7 segundos según la ciencia, que es el tiempo de escaneo general que el cerebro del otro hace sobre nosotros. Luego comenzaremos a hablar y las cosas pueden revertirse…o empeorar.

Por supuesto que no define si somos malas o buenas personas, pero si nuestras intenciones de mostrar algo de nosotros en esa ocasión determinada.

Esta comunicación también es con nosotros mismos.

Puede ser que, por pereza, por no tener tiempo o por costumbre el interior de nuestro auto, por ejemplo, sea un desorden. Papeles, ropa, artículos del trabajo, herramientas, suciedad, etc.

Al subir al auto cada día, hasta nosotros estamos avalando ese mensaje de “no me importa”, o “en algún momento lo ordenaré” …y puede que pase bastante tiempo hasta lograr tener el tiempo, el dinero, o las ganas de romper con esa comunicación interior, o puede que a la mañana siguiente y por que ya no soportamos el desorden, lo ordenemos.

Eso también comunica quiénes somos, qué voluntad tenemos, y con qué nos sentimos cómodos.

Saber todo esto ayuda a aprender a comunicarnos mejor, y a reconocer a otros y es un plus para elegir que mostramos y que no, sobre nosotros mismos.

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Gentileza, María Belén Castellino, Especialista en Oratoria y Kinésica | IG: @belucastellino