La delgada línea entre la eficiencia y la sobre exigencia

Hacer un pausa en las actividades cotidianas, implicaría una mejora sobre todas las actividades de nuestra vida cotidiana.

En un mundo en el cual la exigencia es rutina para la mayoría de las personas en edad adulta, lejos de ser un beneficio se está convirtiendo en un problema. Jornadas laborales interminables, presiones de efectividad constantes y la exigencia de ser productivos constantemente, conlleva algunos riesgos que no sólo afectan la salud física y mental, sino que también producen un menor rendimiento en el trabajo.

Hacer un pausa en las actividades cotidianas, implicaría una mejora sobre todas las actividades de nuestra vida cotidiana. A través de un artículo publicado por el diario The New York Times, Angelika Dimoka, directora del Centro de Toma de Decisiones Neurológicas en la Universidad Temple, estudió la forma a través de la cual el cerebro procesa la información.

En este sentido, el flujo constante de información y un estado de ocupación permanente interfieren directamente con la capacidad para pensar y tomar decisiones. Las investigaciones realizadas por Angelika Dimoka, comprobaron que mientras aumenta el flujo de información, se incrementa también la actividad en la región del cerebro responsable de las decisiones y el control de las emociones.

Pero, ¿qué sucede si el incremento de información se realiza de manera tan constante como excesiva? El artículo de el New York Times sostiene que según los científicos “si se inunda al cerebro con demasiada información, la actividad en esta región repentinamente decae. Esta suerte de centro para el pensamiento inteligente no sólo no aumenta su performance sino que la verifica“.

A pesar de estas advertencias, y las comprobaciones científicas, la vida cotidiana actual está signada por la ocupación permanente de tareas y actividades, tanto en lo laboral como en lo personal.

La escritora Joan Boryshenko, quien trabaja con ejecutivos muy ocupados sostiene que ellos temen que por el hecho de tomarse un poco de tiempo libre cada día o semana afecte el ritmo de sus vidas de altos logros. El pánico a no cumplir con las expectativas de los otros, ocasiona casos de stress agudo que luego es difícil de detener.

Aunque también, existen casos en los cuáles la sobrecarga de actividades se relaciona directamente con no poder sostener algunas otras áreas de la vida, y así la hiperactividad llena esos huecos. Borysenko afirma que “mucha gente no puede tomarse todo un día libre. Siente una gran ansiedad si lo hace”

No es extraño observar cómo en la actualidad los fines de semana, lejos de ser aquellos espacios de disfrute y ocio se han convertido en días a ocupar con actividades para las que no hay tiempo en la semana: seminarios, posgrados, cursos o actividades complementarias a lo laboral en las que el objetivo es hacer y no dejar espacio para el tiempo libre. El rechazo por la improductividad ha llegado a un punto tal que todo lo que no demande un esfuerzo físico y mental, es algo a lo que se le debe huir.

Hoy la ciencia ha demostrado que nuestra salud física y mental tiene un límite.

Buscar el equilibrio entre el trabajo, la ocupación y el descanso es la fórmula para que la productividad, la eficiencia y el bienestar sean una realidad.

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Por Eugenia Plano