Homeopatía, otra forma de curar

Aunque nació hace siglos, se convirtió, en los últimos años, en un suceso. Te contamos porqué tanta gente la elige para cuidar su salud.

Asmatico, padeciendo una úlcera y sometido al estrés de la guerra, San Martín cruzó los Andes acompañado de su botiquín homeopático. Algunos años después, el doctor Carlos Petit de Murat también utilizaba la homeopatía para combatir la epidemia de fiebre amarilla que azotó a Buenos Aires a fines del siglo XIX. Sin embargo, muchos creen que la medicina homeopática es un fenómeno actual, cuando en realidad se trata de una disciplina histórica que por estos días atraviesa un auge inusitado.

Ahora bien, ¿de qué se trata la homeopatía? ¿Cuáles son las principales diferencias respecto de la medicina "oficial"? "La homeopatía es una terapéutica médica que tiene una visión muy diferente a la medicina estándar, en cuanto a cómo se trata a los pacientes", dice el Doctor Gustavo Cataldi de la Escuela Médica Homeopática Argentina Dr. Tomás Pablo Paschero. "Para la homeopatía, cualquier enfermedad del ámbito físico o psíquico (que para nuestra visión, conforman una unidad) habla de un desequilibrio global de la persona.

El nombre que se le da a esto es ‘desequilibrio vital’. En cambio, el paradigma de la medicina estándar está basado en un concepto mecanicista, como si el cuerpo fuera una máquina que se va descomponiendo de a partes". Si bien ambas corrientes pueden tratar una alergia, una gastritis o una cefalea, los conceptos que cada una sostiene acerca de la salud son los que harán la diferencia.

"No hay enfermedades, sino enfermos", dice el homeópata Miguel Tomasini. "Y cada enfermo expresa, de la forma que puede, este desequilibrio de la fuerza vital. Nos hemos acostumbrado a trabajar en el último eslabón de la enfermedad, que son los síntomas.Pero antes de que éstos se manifiesten hubo un desequilibrio de esa fuerza vital, que los provocó; puede ser por causas físicas como frío, calor, alimentos, químicos; causas biológicas como microbios o bacterias; o trastornos psíquicos como penas, frustraciones, miedos. Y entonces lo que hay que curar es aquello que originó el síntoma".

Por eso, la historia clínica que confecciona el homeópata es realmente exhaustiva: "Además de examinar al paciente como cualquier médico lo haría", continúa Cataldi, "el homeópata se interesa por todos esos aspectos que lo individualizan. Por ejemplo, su sensibilidad al clima, la manera en que transpira, la sensibilidad a la ropa, sus preferencias alimenticias, cómo duerme, cómo sueña, y también otras características psíquicas y emocionales. En conjunto, todo nos va dando pistas de qué podemos indicarle al paciente". La idea es que el tratamiento homeopático "vuelva a equilibrar la fuerza vital original", aclara el doctor Tomasini.

Con H de Historia

Para empezar a entender cómo se utilizan los medicamentos homeopáticos hay que remontarse a los propios orígenes de la especialidad, fundada a principios del siglo XIX por Samuel Hanemann, médico y farmacéutico alemán. Fue él quien cansado de las prácticas clínicas de su época (muchas de las cuales implicaban grandes sufrimientos para el paciente) comenzó a investigar otros métodos.

Así, retomó un viejo principio de la medicina hipocrática, que es "curar por el similar", del cual deriva la palabra homeopatía: homeo = igual, similar; pathos= sufrimiento, enfermedad. Esto significa que una sustancia que en una persona sana provoca determinados síntomas, es capaz de curarlos en otra que ya los padecía. "Hanemann estableció los cuatro principios de la homeopatía", dice Tomasini, "la ley de semejanza, que es curar por el similar; la patogenesia, que es la experimentación en el hombre sano; la dosis infinitesimal, ya que la sustancia homeopática se empieza a diluir de forma tal que cuando se da al paciente el remedio, ya no hay sustancia; y el remedio único.

Por ejemplo, en vez de darle a un paciente con artritis un antiinflamatorio y otro medicamento para su acidez, la homeopatía trata de buscar el remedio único que cure todos los disturbios que tiene esa persona". Es por esto último que muchas veces se habla de homeopatía unicista. Cataldi ejemplifica. "Pensemos en una persona que consulta por un eczema en la piel.

Detrás de eso advertimos un cuadro de ansiedad, y luego de hacer su historia clínica, se le receta algún medicamento. Si en unos días veo que el paciente está mejor de su ansiedad, pero que el eczema todavía no se fue, para mí igualmente está en vías de curación; pero si vuelve más ansioso y sin eczema, el remedio no funcionó. Y entonces lo cambio". Y aclara "el paciente puede abandonar el tratamiento una vez que desapareció el síntoma, pero si entiende bien qué busca el homeópata en su curación, entonces continuará con su tratamiento".

La farmacopea homeopática produce sus propios medicamentos, también en laboratorios y con métodos específicos. "Se utilizan productos de los tres reinos: el vegetal (como el licopodium), el mineral (como la calcárea carbónica) y el animal (arañas, leche de vaca, leche de cabra, etc.)" , dice el doctor Tomasini. Una de las maneras de administrar estas sustancias es a través de glóbulos "que son esferas pequeñas de azúcar de leche, en la que se embebe el remedio".

Otra de las dudas más habituales es si se pueden combinar, en un tratamiento, la homeopatía con la medicina estándar. "La homeopatía no es antagónica con la alopatía", opina Cataldi. "Si un paciente llega con un tratamiento alopático previo, de lo que se trata es de ir retirando, en lo posible, esa medicación, porque muchas veces impide la buena acción del remedio homeopático. Igualmente esto requiere un criterio médico que evite poner en riesgo la salud del paciente".

Algo muy importante a tener en cuenta es que, en nuestro país, para ejercer la homeopatía hay que ser médico. Lo mismo sucede con los farmacéuticos o veterinarios homeopáticos; todos deben acreditar títulos universitarios. "Jamás le sacaría a un paciente un remedio alopático que le hace bien, porque sería pecar de soberbio" ,acota Tomasini. "Hay una creencia de que hay verdades absolutas, ya se esté de un lado o del otro, pero nadie es poseedor de la verdad. A un paciente con un infarto lo llevo a unidad coronaria, o si tiene una obstrucción intestinal, a cirugía. Antes que nada, tiene que primar el sentido común".

En primera persona

"Elegí la homeopatía porque los efectos secundarios de los medicamentos alopáticos siempre me hicieron mal", dice Lulú, de cuarenta años. "Entonces dejé de tomar toda medicación que no fuera indispensable y así pasaron años. Un día me di cuenta de que estaba afuera del sistema, y que si tenía algún problema de salud no tenía idea de cómo me iba a tratar. Entonces alguien me recomendó a mi homeópata actual".

Lulú, como muchos, notó una gran diferencia ya desde el trato. "La relación con el médico me parece mucho más interesante que con un alópata. No solo porque es personal, sino porque cada vez que lo voy a ver, además de hablar de mi cuerpo, hablamos de lo que me está pasando por la cabeza y el corazón: para él es igual de importante que para mí".

Tanto Cataldi como Tomasini destacan este aspecto. "En la entrevista homeopática aparecen un montón de situaciones de vida que incluso, tal como muchos pacientes nos cuentan, a veces ni siquiera son tratados en una psicoterapia", aporta el primero. "El encuentro es uno de los pilares que ayudan al proceso de curación", dice Tomasini, "sobre todo en los pacientes crónicos, que deambulan de médico en médico, pero no por culpa del médico, sino del sistema: si un profesional tiene que ver a veinte pacientes por día, no los puede escuchar. El médico se enriquece cuando escucha, y el paciente se siente contenido. Y ahí se empieza a estructurar un proceso de curación. La entrevista homeopática es tan exhaustiva que ayuda al paciente a que se autoobserve".

Herminia, de 70 años y ama de casa, se animó a consultar hace ya veinte años. "Yo siempre fui muy activa y muy optimista, pero tenía algunos temas de salud recurrentes que realmente me angustiaban". Se animó, consultó al homeópata y no lo cambió más, "salvo en algunos temas puntuales, cuando él mismo me deriva a algún especialista". La homeopatía también puede tratar a niños. "Los chicos tienen una respuesta maravillosa, por ejemplo, en cuanto a trastornos de conducta, cuadros agudos, etc. Su receptividad es mayor que el de las personas adultas", dice Tomasini.

Para tener en cuenta

Antes de realizar una primera consulta, los homeópatas nos recomiendan, sobre todo, asesorarse con alguna de las asociaciones, escuelas u otras instituciones oficiales que en nuestro país nuclean la actividad. Allí tienen listados de profesionales a quienes se puede acudir con total confianza. Y después, claro, está la predisposición de cada uno: "Al paciente le sugiero que vaya sin prejuicios, confiado, de la misma manera que si fueran a ver a un clínico", dice el doctor Cataldi. "Cada paciente debe confiar en el profesional al que va a consultar, como primer paso para una curación.

También es importante que vaya preparado para hablar no sólo de sus padecimientos clínicos sino de todos sus problemas en general; de qué cosas lo han agobiado a lo largo de su vida, de características de su personalidad que le molestan, de aquello que quiere cambiar y no ha podido. Todo eso debe charlarlo con el homeópata".

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Por Eugenia Tavano | Fuente: www.revistasusana.com