Así es la Vida

Es muy importante hacer conciencia de que toda ganancia tiene un precio.

Cuántas veces hemos escuchado o dicho la frase "Así es la vida" a manera de justificar los eventos que vamos experimentando o para darle salida fácil a una situación que no llegamos a comprender del todo. Sin embargo, hay un momento en nuestro vivir en el que esas palabras que escuchábamos y repetíamos con indiferencia, de pronto cobran un significado más profundo y comprendemos su sabiduría.

Desde la época antigua, los chinos llegaron a la conclusión de que todo lo que existe en el universo, existe gracias a la opocisión. La luz y la oscuridad, lo femenino y lo masculino, el bien y el mal, la fuerza y la debilidad, etc. Jung extiende este concepto al amor y desamor, a la vida y la muerte, a las pérdidas y las ganancias de la vida. Nos dice que todo tiene su contraparte. Hoy y siempre hay opuestos y es gracias a esta polaridad que progresamos.

Si en lo cotidiano me quedo en un polo es muy cómodo, porque evito la tensión y el conflicto; sin embargo no voy a crecer. El progreso se da cuando por la tensión que siento, decido hacer algo para eliminarla o resolverla. Nuestra tendencia natural es vivir sólo lo bueno y eliminar la tristeza. Sin embargo, cuando la tristeza nos toca, nos damos cuenta que en ella también se encierra la semilla de la alegría. Nos da la oportunidad de reflexionar, de entender aspectos que antes no comprendíamos o ni siquiera veíamos.

La realidad es que nos pasamos la vida entre uno y otro polo; y el hecho de buscar el equilibrio es lo que nos da la sabiduría. Cuando con conciencia decimos "así es la vida", nos damos cuenta entre otras cosas que vivir es una serie interminable de pérdidas y ganancias. A manera de Jung, a cada pérdida corresponde una ganancia y viceversa. El Riesgo es un compañero a lo largo de todo el camino. Cuando nacemos, a través de los sentido, comenzamos a experimentar el mundo y lo que significa sentirse amados y alimentados, enorme ganancia.

Al mismo tiempo, perdemos la comodidad y la seguridad que significa el vientre materno. Descubrimos el frío el hambre y el dolor. Cuando empezamos a caminar, ganamos libertad, pero perdemos el abrazo y cercanía constante de nuestros papás. ¿Recuerda la sensación de pérdida al conocer la realidad sobre la existencia de Santa Claus? ¿El miedo que sentimos al dejar el kinder y entrar a la escuela de los grandes? ¿La nostalgia de dejar atrás la etapa universitaria y sentir la responsabilidad de ganarnos la vida?. Ritos de paso, momentos de transición en los que confrontamos la serie de pérdidas y ganancias de las que está hecha la vida.

No es fácil aceptarlas como vienen, es difícil y al mismo tiempo gozoso. Estas experiencias, mezcla de alegría y un cierto dolor en el alma, cambian por completo nuestras vidas y se hacen más evidentes cuando cumplimos ciclos: los 20, los 30, los 40 etc... Momentos de confrontación personal, en los que nos damos cuenta que no podemos controlar el fluir de un río. Y que nos lleva a cuestionarnos: ¿qué hemos hecho?, ¿que queremos? y ¿hacia a donde nos dirigimos?. Las pérdidas en el camino son determinantes para cada uno de nosotros.

¿Las ganancias? Las encontraremos en la medida que le hagamos honor a nuestro duelo; de otra manera, estamos en la negación y en el enojo, para después dar el paso y poco a poco encontrar los beneficios. Nos toca rendirnos con serenidad, gracia y humildad a los planes que la vida tiene para nosotros. De resistirlo, viviremos una lucha inútil que no ganaremos. Esto no quiere decir darse por vencido, ser apático o que no nos importen las cosas. Por el contrario, se trata de aceptar, de dejar ir nuestra insistencia de que las cosas sean de una manera diferente a la que en realidad son. Se trata de adaptarnos a los cambios y sacarles el mejor partido posible.

Es muy importante hacer conciencia de que toda ganancia tiene un precio. Supongamos que a usted lo nombran directora, gerente o presidente de consejo, eso le da poder, reconocimiento, mejoría económica, prestigio, etc. pero al mismo tiempo tiene más trabajo, mas responsabilidades, soledad, menos tiempo para la familia, mas presiones. Lo interesante es que si sólo contemplamos la ganancia, fácilmente podemos "marearnos", perder piso, y vivir un mundo de fantasía. Y si nos concentramos sólo en las pérdidas de una situación es como si solo construyamos nuestra propia cárcel.

Lo cierto es que en el momento de la pérdida no es nada fácil descubrir la ganancia, a veces requiere de escarbar y buscar, pero la ganancia está ahí, siempre está. Depende de nuestra mirada encontrarla. Para madurar tenemos que hacer renuncias: las renuncias son el lado sombrío de las ganancias. Vivir es arriesgarnos, y a mayor riesgo, mayor posibilidad de pérdida, pero....así es la vida.

Que sabia es esa oración : "Dios mío, dame la humildad para aceptar lo que no se puede cambiar, fortaleza para cambiar lo que se puede cambiar y sabiduría para distinguir la diferencia."

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Gentileza Jorge Méndez (Guatemala)