Una madre que materializó el amor de su hija en ayudar física y emocionalmente a niños que padecen cáncer

El valor, la fortaleza y el altruismo tienen nombre y apellido. Esta es la historia de una mamá Edith Grynszpancholc, quien perdió a su pequeña hija Natalí Flexer a causa del cáncer

Del dolor nació su máxima fortaleza. Del golpe más inconmensurable que puede atravesar a un ser humano, surgió una obra que impacta en salvarle la vida a cientos de niños argentinos.
 
El valor, la fortaleza y el altruismo tienen nombre y apellido. Esta es la historia de una mamá Edith Grynszpancholc, quien perdió a su pequeña hija Natalí Flexer a causa del cáncer.
 
Tras atravesar el duelo más extremo, fue quien decidió dar vida a un proyecto dedicado a ayudar a los niños que padecían la misma enfermedad de su hija y además brindar contención emocional a sus padres, familiares y amigos.
 
Cuando a Edith le preguntan cómo logró salir adelante y resignificar su dolor en la entrega más plena y absoluta a su prójimo, ella no duda en evocar el legado de su hija. Durante su tratamiento, Natalí no sólo no perdió su entrañable sonrisa y el optimismo fue su mejor aliado para ayudar a los pacientes que se encontraban realizando quimioterapia en el mismo hospital.
 
Natalí visitaba las habitaciones del sector oncológico y les contaba su historia. Plena de motivación y entusiasmo, la niña tenía una misión: que sus compañeros salieran adelante. Les hacía bromas, proponía juegos y siempre les recordaba que el tratamiento no era tan terrible, que había que tener mucha fuerza y optimismo para salir adelante.
 
Estas palabras fueron el norte de Edith, quien tras el fallecimiento de su hija se propuso rendirle un homenaje a sus deseos: ayudar a los que más sufren, salvando vidas siempre con alegría, entereza y sobre todo, con un nivel de bondad que conmueve y estremece.
 
Así en 1995 nació la Fundación Natalí Flexer, una organización que desde sus inicios se propuso ser un hogar de ayuda y asistencia destinado a chicos que padecen cáncer y también un escenario de contención para sus padres, hermanos, amigos y maestros.
 
En sus 14 años de existencia, la fundación creció de manera impactante y hoy es referente en la región en su trabajo interdisciplinario en el abordaje del cáncer infantil ya que interviene en aspectos sanitarios, profesionales, estatales, comunitarios y familiares con alcance internacional.
 
La fundación focaliza sus objetivos en la representatividad, el trabajo en red y el establecimiento de alianzas multisectoriales que incluyen las políticas públicas.
 
Atiende las necesidades de más de 1000 familias cada mes, en forma directa y además trabaja con los diversos actores e instituciones implicadas en el cuidado de los niños con cáncer para fortalecer, complementar y dinamizar la ayuda.
 
Edith se propuso transmitir el amor y la alegría de Natalí en cada niño, y por ello en la fundación existe un espacio lleno de colores y mensajes de motivación y felicidad en dónde los niños ejercen su derecho a la infancia compartiendo juegos, cuentos e historias que los invitan a la imaginación y al optimismo.
 
Más de cien voluntarios apoyan a Edith en su causa, y día a día se multiplican los testimonios de niños y padres que encontraron en la Fundación Natalí Flexer un lugar sin precedentes, dónde el cuidado, la contención y el apoyo es la emoción y el sentimiento que une las palabras y las acciones.
 
Hubo una vez una niña que trascendió su vida y hoy es la inspiración de miles de chicos y grandes que encuentran en su fortaleza y optimismo los mejores valores para honrar la vida.

Por Eugenia Plano

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