Un paseo al Sur: Barracas

Barrio emblemático de Buenos Aires que lleva indiscutiblemente el sello de la "porteñidad".

Al referirnos a los barrios del Sur de la ciudad de Buenos Aires, inmediatamente nos vienen a la mente San Telmo y La Boca, 2 barrios que llevan, indiscutiblemente, el sello de la “porteñidad”. Pero hay un tercero que se une a ellos compartiendo un punto tripartito en otro sitio emblemático de la ciudad, frente al Parque Lezama. Allí donde confluyen las Avenidas Regimiento de Patricios y Martín García y la calle Defensa, también se unen estos tres barrios.

El barrio lleva ese nombre ya que fue en ese sector de la ciudad donde se instalaron precarios galpones para almacenar cueros y otros productos que se embarcaban o desembarcaban en el cercano Riachuelo. A estas construcciones de madera se la llamaba “barracas”. Hubo varias en la ciudad; éstas fueron “las del Riachuelo”. Y aquí, según algunos historiadores, fue donde se traficaban esclavos negros.

Hacia fines del siglo XVIII se construyó un puente de madera sobre el Riachuelo para poder cruzar a la provincia convirtiéndolo en un lugar estratégico, tanto que se lo destruyó en 1806 debido a las Invasiones Inglesas. Fue reconstruido y destruido en varias ocasiones. Prilidiano Pueyrredón diseña uno en hierro sobre pilares en 1871, que tampoco resiste ya que la gran inundación de 1884 lo arrastra. Apenas iniciado el s. XX se inuagura otro y finalmente, en 1931, el que existe hoy.

Diversas fábricas se instalaron en el barrio entre fines del siglo XIX y principios del XX tales como: Águila, Philips, Bagley, Alpargatas, Cruz de Malta, Medias París, hoy recicladas para otros usos. Y si bien estas actividades junto a las barracas fueron los pilares sobre los que el barrio creció, la parte intelectual también se hace presente. Leopoldo Marechal sitúa aquí el “escenario” de “Adán Buenos Ayres” y Sábato a “Héroes y Tumbas”, diversos tangos también hacen alusión a él.

Barracas fue, asimismo, barrio de quintas y casonas señoriales que se ubicaron junto a la “calle Larga”, la actual Av. Montes de Oca. Esta avenida de sólo 2 kilómetros de largo, fue en su tiempo un lugar de privilegio para la comunidad inglesa, pista de cabalgatas, paso de carretas y tropas, finalizando en el Riachuelo. A su vera se ubicaban la Pulpería La Banderita y el capilla Santa Lucía. El nombre, homenajea al Dr. Manuel Augusto Montes de Oca, un destacado médico que trabajó mucho con las epidemias de cólera y fiebre amarilla y poseía una quinta sobre esta calle.

La antigua capilla de Santa Lucía se convirtió en Parroquia y la Santa en la patrona del barrio. El actual edificio se inauguró a fines del siglo XIX. A pocas cuadras se encuentra la Plaza Colombia, frente a la que se erige la iglesia de Santa Felicitas, la que fue mandada construir por los padres de Felicitas Guerrero, recordando a la joven trágicamente fallecida en la quinta que se encontraba en el lugar. El arquitecto Bunge fue quien llevó a cabo la obra de carácter ecléctico y reminiscencias góticas. Como dato curioso se puede decir que es la única Iglesia de Buenos Aires en la que hay estatuas que representan a seglares: representan a Felicitas con su hijo y a Martín de Alzaga y son de mármol de carrara. En una habitación junto a la sacristía, está la tumba de mármol que contiene los restos de Felicitas.

A pocos pasos de esta Iglesia, encontramos otro edificio de carácter religioso. Se trata de la Sinagoga Or Torah (Luz de la Torá) que fue construida por los judíos sefaradíes que, provenientes de Damasco, se establecieron en este barrio y en La Boca. Fue diseñado en 1930 por el arq. italiano Cayetano Velentini. El estilo oriental e manifiesta en un gran pórtico central y una cúpula de gajos acebollados, al estilo mudéjar de las sinagogas sirias. En realidad son 2 edificios: el primero en el que se realizan actividades comunitarias con fachada a la calle, y el segundo el templo propiamente dicho que incluye una sala de oración y otra reservada para mujeres. Ambos están separados por un patio andaluz con mosaicos multicolores. Un detalle curioso lo constituye el cielorraso de la sala de rezos que posee un vitral, a modo de claraboya, que deja pasar la luz. Entonces se la utiliza en las ceremonias de casamiento para que la luz llegue a la nueva pareja.

El artista Marino Santa María, vecino del barrio, inició en 1990 un trabajo de engalanamiento del frente de su propia casa en la calle Lanín, pintándola con colores fuertes con tratamiento artístico. Los vecinos, entusiasmados, apoyaron la iniciativa y el trabajo se fue multiplicando hasta llegar a 35 casas. Muchos fueron complementados con la anexión de venecitas, se cambiaron veredas y se mejoró la iluminación, transformando la calle en un “pasaje artístico”.

El arte urbano vuelve a hacerse realidad en el barrio cuando el artista Alfredo Segatori realiza el mural “el Regreso de Quinquela” en 2013. Este enorme mural de 2000 m2 fue pintado con aerosol a mano alzada, obteniendo el Record Guinness de mural en aerosol más grande del mundo pintado por un único artista y fue declarado de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad. El mural se ubica en Pedro de Mendoza y San Antonio. Desde entonces, en las cercanías de este mural se han ido realizando otros dando al barrio una “vida nueva” que ha atraído a muchos turistas amantes de este tipo de arte.

En el barrio encontramos otros atractivos muy interesantes que hacen que este barrio se haya convertido en un paseo muy interesante de la ciudad que los invitamos a conocer.

Por Tito Gastaldi

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