Novelas y epilepsia

El Idiota y La patrona, de Dostoievski, reflejan qué sienten quienes padecen una enfermedad crónica que se manifiesta a través de las crisis. Con tratamiento adecuado se puede llevar una vida normal.

Varios de los protagonistas de las obras de Fedor Dostoievski han sido tomados no solo por la literatura universal sino también por la literatura médica como ejemplos significativos de condiciones neurológicas o psiquiátricas. De hecho, en nuestro libro Usar el cerebro citamos dos de sus novelas fundamentales, Crimen y castigo y El jugador, para dialogar con los conocimientos de la ciencia. Asimismo, ciertos pasajes de la narrativa del gran autor ruso fueron leídos también en clave biográfica, por ejemplo, aquellos que presentaban personajes que, como él, sufrían de epilepsia. El más conocido es el protagonista de El idiota, el príncipe Myshkin, aunque es La patrona, de 1847, en la cual se introduce la temática por primera vez: el joven protagonista Ordínov y su oponente, el viejo Murin, sufren también de esta condición.

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La epilepsia es una enfermedad crónica que se manifiesta a través de la aparición de crisis. Estos ataques se producen por una descarga eléctrica anormal que se origina en las neuronas, cuya actividad se encuentra autorregulada en el funcionamiento cerebral sano. Las características de las crisis dependen de la zona del cerebro en la que se origina el trastorno. Las personas que padecen epilepsia sufren como consecuencia convulsiones, en las que se contraen los músculos en una parte del cuerpo o en su totalidad. Es posible que se produzcan ausencias en las que los enfermos permanecen mirando un punto fijo. También puede desencadenarse la percepción de imágenes o sonidos inexistentes, pueden darse períodos de confusión, caídas con pérdida de la conciencia o el movimiento repetido e involuntario de los miembros.

Si bien afecta a personas de todas las edades, generalmente, se presenta en los primeros años de vida o después de los 60 años. No se trata de una enfermedad inusual.

Según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la proporción de individuos con epilepsia es de entre 4 y 10 cada 1000. Sin embargo, algunos estudios realizados en países en desarrollo indican que esa proporción es de 6 a 10 por 1000. En el mundo hay aproximadamente 50 millones de pacientes con epilepsia.

El diagnóstico se realiza mediante el análisis de los síntomas clínicos y estudios complementarios como el electroencefalograma, la tomografía, la resonancia magnética, que permiten identificar el área del cerebro donde sucede la actividad anormal y su pronóstico.

Las crisis epilépticas pueden provocar alteraciones en las funciones cognitivas asociadas a las regiones cerebrales afectadas. Por ejemplo, si se ven involucradas zonas vinculadas con el lenguaje, es probable que la persona tenga dificultad en la denominación de objetos. Cuando las crisis suceden en forma esporádica, la alteración de estas funciones no dificulta la actividad diaria. En otros casos, es la causa que desencadena la epilepsia la que perjudica estas funciones.

Es importante saber que la epilepsia tiene tratamiento médico. En su mayoría, se prescriben medicamentos antiepilépticos de acuerdo con el tipo de epilepsia. La respuesta al tratamiento requiere seguimiento y control médico. Si el tratamiento y diagnóstico recibido es adecuado, y el paciente lo cumple correctamente, quienes la padecen pueden llevar una vida cotidiana normal.

Los grandes autores como Dostoievski muchas veces nos permiten conocer y comprender de manera cabal lo que viven y sienten las personas de carne y hueso que sufren. Y esa es otra virtud de los maestros.

Fuente: www.Facundomanes.com

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