Licorice Pizza: la vuelta de Paul Thomas Anderson

Una comedia romántica de la mano de uno de los mejores directores de la historia como lo es Paul Thomas Anderson, donde el desarrollo de los personajes es el punto central del film.

El dios del cine (o también conocido por su nombre mortal) Paul Thomas Anderson nos trae una de las películas mejor narradas y escritas del año.

Ambientada en los 70, nos narra la historia de amor y amistad entre Alana Kane y Gary Valentine en el sur de california. Cada uno en una etapa diferente de la vida pero donde tanto las semejanzas como las diferencias son el motor de la relación.

Cooper Hoffman, en su primer trabajo en la gran pantalla, interpreta de una excelente manera a Gary Valentine, un joven actor de 15 años que como todo adolescente se cree el centro del mundo, que se cree mayor de lo que verdaderamente es y sobre todo posee un exceso de confianza en sí mismo, hasta que conoce a Alana.

Alana Haim, en su primer trabajo en la gran pantalla interpreta a Alana Kane, una joven de 25 años que se esfuerza en ser lo que socialmente está establecido como "un adulto", pero que internamente aun desea comportarse como una adolescente.

En el film también nos encontramos con grandes nombres en un rol secundario. Normalmente en otras películas esos personajes no son más que una pieza del guion, pero en este caso se nota lo bien construido de cada uno de ellos en los pocos minutos que están en pantalla, como es caso de Sean Penn en el rol de un reconocido actor que le gusta ser el centro de atención. Al igual que el papel de Tom Waits y un excéntrico millonario interpretado por Bradley Cooper, tres personajes que le aportan una gran cuota de humor al film.

La película tiene muchos puntos fuertes y la química que generan entre los protagonistas es única. Ese crecimiento de esta historia entre el amor y la amistad, donde los niños se comportan como adultos y los adultos como niños, te sumerge en ella por lo bien construida que está. Y sin lugar a dudas logra que -tengas la edad que tengas- te vas a sentir identificado con alguno de ellos dos (o con los dos) por diferentes etapas de tu vida.

Sin lugar a dudas uno de los grandes talentos de Paul Thomas Anderson -y mi faceta favorita de él- son la creación de personajes y sus guiones. Es de las pocas personas en el mundo del cine que logra crear un personaje, ya sea adolescente, adulto o anciano; y describirlo a la perfección volviendo a ese personaje alguien que puede ser totalmente verídico. Y en este film hace exactamente eso. Junto con un guion en el cual sus diálogos simples y cómicos, pueden volverse profundos gracias a ello.

No caben dudas que Paul Thomas Anderson es uno de los mejores directores, no solo de la actualidad. Y lo demuestra en esta película desde la genial construcción del guion y un juego de cámaras combinando los primerísimos primeros planos y planos secuencias para fomentar aún más esa conexión que busca entre los personajes y el espectador.

La ambientación y el soundtrack son otros dos puntos geniales del film. La ambientación de los 70 no solo justifica la utilización de muchos colores que hacen que cada plano sea un cuadro de arte, sino que sirve para que esta historia tenga más fuerza y una identidad más fuerte. Que junto al soundtrack de la película te trasporta a la década del 70, logrando otra de las maravillas del cine; viajar en el tiempo aunque no hayas vivido esa época.

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