Detectar un ACV es cuestión de un HaBraSo

El accidente cerebrovascular es la primera causa de discapacidad y la segunda causa de muerte en el mundo. Detectar los signos de alerta y consultar a especialistas para comenzar un tratamiento de neurorehabilitación resultan las claves para disminuir las secuelas en la salud del paciente.

Un accidente cerebrovascular se puede manifestar de dos formas: por la pérdida súbita del flujo sanguíneo cerebral o bien por el sangrado dentro de la cabeza. Una cosa es segura: nada es igual en la vida de un paciente después de que lo experimenta. Actividades cotidianas como comer, hablar y caminar pueden convertirse en verdaderos desafíos, y aunque la ciencia hizo importantes avances en materia de neurorehabilitación para el tratamiento de quienes padecieron un ACV, la detección a tiempo y la pronta atención médica siguen siendo una de las claves para reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad.

Un HaBraSo a tiempo

Existen tres signos principales del ACV que pueden detectarse en el cuerpo a simple vista, que pueden resumirse en un HaBraSo y que implica prestar atención al habla, a los brazos y a la sonrisa. Si el paciente habla con dificultad, pronuncia frases incompletas o le cuesta articular su discurso, podría tratarse de un síntoma de ACV. También, si la persona levanta ambos brazos hacia adelante y uno de ellos cae; o bien, si sonríe de forma asimétrica –es decir, si las dos mitades de su sonrisa se perciben “desparejas”- existe la posibilidad de que el paciente corra riesgos de padecer un ACV.

Entre las secuelas más comunes del ACV se encuentran las que comprometen distintos dominios neurológicos afectando la motricidad, la sensibilidad, el habla, el lenguaje, la deglución, la vista, las funciones cognitivas y el ánimo, entre otras. Por otra parte, 18% de los casos vuelve a padecer un nuevo ACV después del primer año. Es por ello que los objetivos fundamentales en el tratamiento de estos pacientes radican en prevención de futuros episodios vasculares y conseguir la recuperación de los síntomas presentes.

Nunca es tarde para rehabilitarse

Una gran cantidad de pacientes consultan en INECO por las secuelas de un ACV que sufrieron hace años, con la convicción de que es demasiado tarde para observar una mejoría. Muchos refieren haber realizado rehabillitación pero que “hace años” no hacen nada, y temen haber llegado a una “meseta”. Sin embargo, un paciente con secuelas de ACV puede mejorar inclusive años después del evento con un programa especializado de rehabilitación.

La ciencia detrás de la neurorehabilitación es la neuroplasticidad, y describe la facultad del sistema nervioso de cambiar su estructura y funcionamiento como reacción a las diversas situaciones y entrenamiento. Este potencial adaptativo permite al cerebro reponerse de lesiones adquiridas, como el caso del ACV, disminuyendo la intensidad y número de secuelas.

El ACV en números

Nuevos paradigmas terapéuticos

En los últimos años, la ciencia ha hecho importantes avances en términos de estrategias en rehabilitación y tratamientos. Por ejemplo, a través de la estimulación cerebral no invasiva, la realidad virtual, la robótica y los nuevos paradigmas de entrenamiento fue posible avanzar en técnicas que mejoren las funciones comprometidas y fortalezcan la recuperación.

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Asesoró: Máximo Zimerman, jefe de la Clínica de ACV y de la Clínica de Neurorehabilitación de INECO.

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