Cómo ayudar a los niños a sobrellevar los duelos

La capacidad de recuperase, la resiliencia que puede generarse en cada niño es algo frecuente, existente y esperanzador.

Cuando alguien muy cercano a un niño fallece se abre un mundo de preguntas, más allá de cómo haya sido la pérdida, la ausencia física de la persona querida es un signo de interrogación para todos.

Muchas veces escuchamos en nuestra sociedad varios mitos en relación a este tema: “los niños no entienden lo que sucede, no se dan cuenta”, “no hace falta explicarles demasiado”, “no le digamos nada así les evitamos el dolor”, “no lloremos frente a ellos para no preocuparlos”, y varias otras ideas desacertadas para un buen acompañamiento del niño en duelo.

El tabú que existe en la sociedad actual en relación a este tema ha provocado que las emociones y realidades de la vida como las enfermedades, la muerte y todo lo que las rodea, se haya alejado del entorno familiar. A la falta de “formación” se unen los pruritos en cuanto a no exteriorizar los sentimientos ni las emociones, sobre todo a los varones: “los hombres no lloran” o “hay que ser fuertes".

Lo que los niños pueden entender sobre la muerte depende en gran medida de su edad, su desarrollo cognitivo, sus experiencias anteriores y su personalidad. Sin embargo, algunas cuestiones importantes es recomendable tenerse en cuenta en todos los casos.

Como adultos responsables del crecimiento y la salud psíquica y emocional de los niños, debemos tener en cuenta que lo que necesitan es ser escuchados, sentirse protegidos, con posibilidad de expresar lo que sienten, piensan y se preguntan.

Necesitan de un adulto que les muestres que el dolor es parte del proceso, que no hace falta hacer como que “todo está bien”, que llorar y expresar emociones es parte de la sanación, que la vida y las sonrisas pueden continuar a pesar del dolor y, sobre todo, que la persona que murió seguirá presente en sus recuerdos por siempre.

La capacidad de recuperase, la resiliencia que puede generarse en cada niño es algo frecuente, existente y esperanzador. Por más que la muerte haya sido trágica, inesperada, con aviso o impensada, si un niño está bien acompañado, SIEMPRE PUEDE VOLVER A SALIR EL SOL.

Gentileza, Lic. Aldana Di Costanzo. Asesora de Grupo JDP

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