Patricia Sosa, la voz de los que callan
Patricia Sosa no sólo es una de las voces más poderosas de la escena musical latinoamericana, es una mujer que durante sus 30 años de trayectoria ha promovido la igualdad y la ayuda mutua como una guía en su vocación.Cuando el arte conmueve con su presencia, las diferencias desaparecen. La música es la más poderosa de las herramientas que posee el ser humano para lograr la unión y la igualdad entre personas separadas por continentes, clases sociales, credos, edades o ideologías políticas.
En los instantes que dura una melodía no hay diferencias, sólo existe la coincidencia y la mágica experiencia de compartir. La música incentiva lo mejor del ser humano y capitalizar sus virtudes, es la misión de los grandes artistas.
Patricia Sosa no sólo es una de las voces más poderosas de la escena musical latinoamericana, es una mujer que durante sus 30 años de trayectoria ha promovido la igualdad y la ayuda mutua como una guía en su vocación.
Un hecho concreto definió su compromiso solidario con aquellas voces silenciadas y anónimas que con gran humildad estaban esperando ser tenidas en cuenta.
Canción de todos
Desde sus comienzos, Patricia Sosa ha luchado a viva voz por la inclusión de personas con capacidades diferentes. En cada uno de sus conciertos interpretaba sus temas con lenguaje de señas, para que todos sin excepción sintieran cada estrofa, cada palabra que identifica y une el contenido de una canción.
Pero un día, Patricia sintió que el esfuerzo debía redoblarse. No bastaba con sus conciertos. Crear conciencia acerca de la importancia de la inclusión era una causa urgente.
“Una vez me invitaron a cantar - cuenta Patricia- en una entrega de becas a músicos con capacidades diferentes. Subí al escenario y empecé a cantar con la voz y con las señas. Desde arriba se veía fantástico. Pero cuando me detuve a observar a la gente, no todo estaba bien. Los oyentes cantaban a viva voz, los sordos hacían las señas conmigo, pero entre ellos.... un muro de hielo“. Su descripción no es más que una realidad cotidiana para las personas con capacidades diferentes y su relación con la sociedad.
Hay quienes se resignan ante los acontecimientos, y hay quienes hacen. Patricia Sosa, eligió la segunda opción. Tras finalizar su concierto, decidió que haría todos los esfuerzos posibles para unir las diferencias.
Bajó del escenario y pensó unos instantes en una canción que iguale a los argentinos sin excepción . Entonces, sucedió la idea brillante: el Himno Nacional Argentino.
Convocó a realizadores y productores para que de manera ad honorem trabajen en el proyecto de crear un DVD para distribuir en todas las escuelas del país en dónde ella entonaría el Himno Nacional a través del lenguaje de señas.
La iniciativa fue un éxito, músicos, sonidistas, iluminadores y empresarios, unieron su trabajo por la inclusión.
A partir de entonces, Patricia Sosa comenzó a golpear todas las puertas para lograr que su proyecto tuviera alcance federal. El ministro de Cultura y Educación de aquel entonces, Daniel Filmus, no sólo la escuchó sino que también decidió distribuir el DVD de manera gratuita en todas las escuelas públicas del país.
“Todo empezó con un gesto pequeño, de esos que no cuestan demasiado esfuerzo, de esos que causan alegría, de esos que están al alcance de cualquiera. Los pequeños gestos nos hacen responsables de querer generar algún cambio“, sostiene Patricia y a partir de entonces, su vida cambiaría para siempre.
Sus esfuerzos y su voluntad solidaria se convirtieron en una organización que nuclea y ejerce distintas causas que ayudan a la equidad, la inclusión y a la satisfacción de las necesidades básicas de los argentinos en todo el país.
Pequeños gestos que cambian el mundo
En el año 2009, la comunidad Toba se encontraba atravesada por el hambre, la enfermedad y la ausencia de todos los servicios que permiten y garantizan la supervivencia humana.
En el Impenetrable chaqueño la situación era desesperante, ancianos y niños estaban luchando por su vida. Las puertas de los ministerios y de la gobernación permanecían cerradas y en silencio. Entonces, la única opción que encontró la comunidad Toba fue encomendarse a Dios para que los guíe en el camino de encontrar una solución.
Una de aquellas tantas tardes en el Impenetrable, la comunidad escuchó desde un auto , que pasaba por la ruta, una canción de Patricia Sosa. La tribu no la conocía, pero aquella melodía los conmovió de tal manera que uno de sus miembros se dirigió hasta el pueblo y decidió averiguar quien era la intérprete de aquella melodía que impregnó sus almas.
Era Patricia Sosa y la comunidad Toba decidió encontrar por cielo y tierra a aquella mujer que los había emocionado. Por aquellas conmovedoras casualidades de la vida, la cantante brindaría por esos días un recital en la provincia de Córdoba.
El cacique tomó su pequeño equipaje y decidió ir a buscarla. Cuando arribó al sitio en dónde se realizaba el concierto, se presentó ante los organizadores y les pidió que le avisen a la cantante si existía la posibilidad de entregarle una carta tras su presentación.
Terminado el concierto, Patricia recibió el mensaje del cacique en el cual le trasmitía un pedido desesperado de ayuda. En la carta le contaba las consecuencias que la contaminación y la deforestación había causado en su comunidad: la imposibilidad de subsistir sin recursos, las enfermedades terminales que afectaban a los niños y ancianos y las condiciones de extrema pobreza que atravesaban a toda la comunidad.
Patricia decidió tomar contacto inmediatamente con aquel cacique que de manera espontánea y con su esperanza a cuestas había depositado una en ella la ilusión de cambiar la realidad de su comunidad- Una canción lo puso de pie, una melodía remota y distante jamás estuvo tan cerca de un hombre que necesitaba creer.
Patricia Sosa no sólo creyó y apoyó al cacique. Su mensaje fue su principal motivación para crear la fundación Pequeños Grandes Gestos, creada para ayudar a la comunidad Toba. Su colaboración y unión con el Impenetrable chaqueño les cambió la vida.
En una primera etapa, la cantante se reunió con la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, para informarle acerca de las condiciones de vida de la comunidad y pedir ayuda urgente para cubrir al menos sus necesidades básicas y urgentes.
Salud y alimentación eran los dos parámetros fundamentales para salvarles la vida, pero además la tribu no tenía donde vivir. Dormían en el suelo, sin reparo, ni refugio y así Patricia también le pidió a la ministra la posibilidad de construir viviendas en la zona.
Y así fue, el Estado comenzó a crear casas y a prestar ayuda para una comunidad que había sido negada a todo tipo de soluciones durante años.
Pero, la ayuda a nivel estatal es sólo una parte de la resolución de los problemas, Patricia Sosa es quien durante todo el año viaja a la comunidad para ayudarlos en todo aquello que necesiten.
La cantante realiza aportes económicos personales y reúne donaciones para llevar todos los meses alimentos, ropa y medicamentos. Además, creó una tienda sanitaria donde se han tratado casos de desnutrición, tuberculosis y mujeres embrazadas adolescentes con hepatitis.
Su unión con las 350 personas que forman parte de la comunidad es inconmensurable. Con enorme humildad y entrega Patricia comparte y reivindica las raíces de una tribu que por sobre todas las cosas cree en las buenas personas. Ella fue el ser que les devolvió la dignidad, la esperanza y la motivación de salir adelante.
Una canción fue el disparador de la unión y la solidaridad. Hoy el amor entre Patricia Sosa y la comunidad Toba es un ejemplo sobre la posibilidad real en la construcción de un mundo mejor.