¿Las mujeres hablamos más que los hombres?

La comunicación es una conexión que no pertenece solamente a los celulares o a las computadoras. La verdadera comunicación se remonta al origen del ser humano y a nuestra neuroplasticidad.

¡Sí, las mujeres hablamos más!

Es una frase hecha pero cierta, (si bien no podemos generalizar), las mujeres hablamos más, mejor, y más rápido que los hombres.

Estas características de nueroplasticidad se estudian hace muchos años, pero fueron avanzando con el tiempo y cada vez surgen nuevos descubrimientos que así lo afirman.

Un estudio reciente de la Universidad de Maryland en Baltimore, EE.UU., ratifica esta teoría explicando que las mujeres cuentan con altos niveles de proteína FoxP2 en su cerebro, que es conocida como la proteína del lenguaje. Esta proteína nos permite generar más conexiones neuronales para establecer pensamientos y verbalizarlos, tener más fluidez y locuacidad.

Este estudio suma información a los muchos realizados a partir de la década del 70, donde se descubre por resonancia magnética, cómo los centros del cerebro femenino se activan de una manera intermitente al generar ideas, abarcando mucha más extensión y rapidez que en el cerebro del hombre. Una característica que no nos hace mejores ni peores, solo, diferentes.

Un poco de historia

Por supervivencia y sin elección previa, los primeros hombres y mujeres cumplían diferentes roles, bien diferenciados socialmente.

Si bien no estuvimos presentes, se sabe que nuestra naturaleza obligó a las mujeres a tener más capacidad y expansión comunicativa por una razón bastante lógica y simple.

Los hombres, por fuerza física e instinto, eran los encargados de salir a cazar presas para alimentar a la familia o grupo, y por esta razón, como buen depredador, pasaba horas en silencio acechando a los animales en su entorno.

Las mujeres del clan o familia, en cambio, se mantenían criando a los hijos, y esto les permitía mejorar la comunicación efectiva para poder relacionarse con ellos, desarrollar el lenguaje y ampliarlo mucho más que el de los hombres.

Si bien a lo largo del tiempo hemos evolucionado, e incluso con elección de no tener hijos a quienes criar, nuestra historia genética hace que la neuroplasticidad femenina sea mucho más amplia y rica en vocabulario.

“Nunca me escúchas”...

No solo hablamos más, sino que lo hacemos utilizando más términos para expresarnos, armamos naturalmente oraciones, y con una velocidad en promedio tres veces mayor a la de un hombre.

Esto hace también que sea tan difícil comunicarnos.

Mientras que las mujeres utilizan, en promedio, más de 20 mil palabras, los hombres llegan a 13 mil (los mas locuaces), y nuestros temas de conversación son mas amplios y variados.

El hombre debe conectarse solo con una situación a la vez, su pensamiento es práctico y conciso. Cuando se concentra en una tarea, se desconecta completamente del contexto que lo rodea.

Esto es lo que vemos, por ejemplo, cuando hacen zapping, o están realizando una trabajo específico, sin percibir si les hablamos o si hay otras circunstancias sucediendo alrededor. De ahí la famosa queja femenina: “tú no me escuchas nunca”.

No es que no lo haga, es que no puede porque su pensamiento está concretamente en algo más, concentrado en otra situación mental.

En cambio, la mujer gracias a esta conexión neuronal, puede hablar de muchas cosas al mismo tiempo, conectar con un dialogo, ramificar en otro pensamiento, y sacar conclusiones propias entre una y otras en segundos. No es ella, es su neuroplasticidad.

Con voz más aguda

Si a la velocidad, la cantidad de palabras y pensamientos, le sumamos el tono de voz (que suele ser más agudo que en los hombres), estaremos frente a una carrera comunicacional difícil de seguirle el paso.

Las voces graves son mucho más influyentes y atractivas que las agudas, que se consideran irritantes. Por eso en general se utilizan voces graves en las publicidades, audiolibros y doblajes, ya que tienen un impacto mayor y más placentero en nuestro cerebro.

En concreto, las mujeres somos capaces de caminar, comer, contestar el chat de los papás del colegio, y correr a los hijos que se escapan por la calle, mientras hablamos con una amiga contándole nuestros problemas.

También es por eso, que el agotamiento y estrés mental suele estar más presentes en las mujeres, porque las tareas que realizamos se diversifican tanto que es fácil cansarse.

Lo mejor que nos puede pasar es conocer cómo nos comunicamos para que las relaciones y convivencias puedan ser mucho más fáciles, sin tantos conflictos, y poder tener relaciones más sanas al entendernos como diferentes.

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Gentileza, María Belén Castellino, Especialista en Oratoria y Kinésica | IG: @belucastellino