Volver al camping

Revalorado como espacio para el disfrute, la conexión y los festejos de todo tipo, se impone entre las preferencias de cada vez más familias y grupos de amigos.

En la puerta de la escuela. Allí intercambiaron las primeras opiniones. Desde allí partieron entusiasmados algunos y extendieron rápidamente la propuesta a los demás. En ese nuevo espacio de socialización (algo impensado antes de la paternidad) fue donde surgió la idea. ¿Y si nos vamos de campamento todos con los chicos?

Desde hace algunos años, la frase comenzó a resonar cada vez más fuerte entre muchos grupos de padres, sobre todo en los primeros años de escolarización de sus hijos. Y los directivos de los colegios -que no tienen nada que ver en la organización de este tipo de salidas- también confirman la tendencia. Los padres se autogestionan, se organizan y se van de camping. Pueden ser ocho, doce, quince o hasta más de veinte familias que comparten la aventura durante un fin de semana en algún predio de Capilla del Señor, Lobos, San Miguel del Monte o Baradero.

El lugar puede variar, pero el objetivo siempre es el mismo, como contó Luciana Lemensoff a LA NACION, que el último fin de semana compartió el primer campamento del colegio (y de su vida) con otras veinte familias de la escuela Jardilín, adonde van sus dos hijos. "Se formó un grupo muy lindo y especial, con mucha confianza entre los papás y con muchos intereses comunes.

La idea del camping fue de un papá de la salita que ya había tenido una muy buena experiencia con el grupo de padres de su hija mayor. Todos estábamos seguros de que para los chicos sería divertido. Pero debo confesar que para los adultos fue una salida increíble. No es lo mismo compartir una tarde de plaza que un fin de semana en carpa. Salió todo tan bien que algunos ya están planeando el próximo evento." Algo similar sucedió con las demás experiencias registradas, como algunos grupos de padres del jardín Puerta Abierta, la Escuela del Jacarandá, el colegio La Salle o el Monseñor Dillon.

"Cada vez tenemos más solicitudes de este tipo de grupos -asegura Rosario Saqueri, gerenta de un predio de 220 hectáreas en Capilla del Señor-. Y hay que reconocer que vienen muy organizados."

A las nuevas modalidades se sumaron los festejos, porque el camping -que tuvo una década de auge en los 70- volvió a imponerse entre las preferencias de muchas familias no sólo para disfrutar de un encuentro al aire libre, sino también para celebrar cumpleaños, casamientos, Navidades y fiestas de Año Nuevo. Salir de camping, además, también puede convertirse en una experiencia de lujo, como sucede en los nuevos glampings, donde no existen los iglúes ni los pabellones de baños.

Además, desde que el hombre comenzó a participar cada vez más en las cuestiones de crianza, la puerta del colegio se transformó en un nuevo ámbito social masculino. De hecho, ellos se involucran en este tipo de actividades mucho más que las madres. Y la organización de un campamento siempre está en sus manos. Son los Sres. Papis -como en la tira de Telefé- los que proponen la idea, los que organizan la salida, los que mandan mails de confirmación, los que deciden la fecha, el lugar, y los que adjudican tareas y qué cosas no deben olvidarse. También están los grupos más radicales, aquellos que deciden dejar fuera de la partida a las mujeres y salir a la aventura solos con sus hijos.

"Por un lado, los papás se han permitido la necesaria inclusión a un rol que parecía estar reservado a las mamás. Hoy, el varón lleva o retira a su hijo de la escuela, participa de la integración, de las reuniones, de los cumpleaños y de actividades deportivas. En la práctica de estos nuevos hábitos, se ha encontrado con otros varones como él -resume el psicólogo y escritor Eduardo Chaktoura-. Y lo que en un principio pudo parecer complicidad en la nueva tarea, puede convertirse en amistad o en otro tipo de sociedad. Así es como aparece en la puerta de la escuela el concepto de campamento u otro tipo de aventura."

Es el caso de Ezequiel Chorovicz, padre de dos hijos que van a la Escuela del Jacarandá, en Núñez, que realiza dos campamentos por año de este tipo: padres con hijos y sus hermanos. Mujeres, abstenerse. "El primero que hicimos tuvo un motivo especial. Había fallecido la mamá de un compañerito de mi hijo y entonces se armó la propuesta como una salida distinta, integradora. Pero donde sólo íbamos los padres. Y la verdad es que resultó tan bien que después replicamos el formato con el grupo de mi hija menor. Para el campamento del año próximo algunas madres quieren sumarse a comer el asado del último día. Pero no las dejamos. Es un momento de padres, hijos y hermanos. Sin excepciones. Son dos días libres sin horarios ni planificaciones. Acá no hay actividades dirigidas ni circuitos armados ni competencias. El juego es libre."

Con este último concepto de juego libre, sin mucha previsión ni agenda (muy distinto del típico campamento escolar), coinciden también las veinte familias de la escuela Jardilín, que el último fin de semana fueron a Capilla del Señor. Con madres incluidas en el plan, las familias Lemensoff, Wolkowicz, Lagatta, Wichter, Blanco, Robbio, Zarza, Gellon, Deferrari y Hendler, entre otras, se animaron por primera vez al "campamento con los papis del jardín".

Hay una máxima que nadie pasa por alto. Todos coinciden en que sin un buen líder no hay campamento exitoso. El organizador es una pieza clave. En el caso de Jardilín, los aplausos se los llevó Amiram Wichter, que convenció al grupo de padres de salita de 4 luego de una experiencia previa con el grupo de su hija mayor, de 5 años. Incluso, se tomó el trabajo de llamar telefónicamente a los que aún dudaban. "Hoy se lo agradezco, porque lo pasamos genial -reconoce Juan Ignacio Gascón-. Entre chicos y grandes éramos cerca de 80 personas, increíble. Y hablando con mi mujer, Julieta, pensamos que este tipo de fenómeno tiene que ver también con los valores que transmite la escuela, de colaboración, de comunidad. A veces no son amigos que uno elige, pero es gente con la que tenés muchos intereses y cosas en común, y eso afianza las relaciones." Un concepto que refuerza el psicólogo Santiago Gómez, director de Decidir Vivir Mejor, porque "para poder organizar un plan de este tipo se requiere la condición de que se hayan constituido como grupo. A veces no hay amistad, pero sí se comparten los mismos objetivos".

DE FESTEJO EN FESTEJO

Navidad, Año Nuevo, un casamiento o un cumpleaños, como el que festejó Martín Mobaied con sus amigos, todos músicos, en el camping Bahía de los Lobos, también el último fin de semana. "La idea era estar lejos de la ciudad, y cuando Martín propuso la salida en carpa nos prendimos todos. No faltó nada, ni asado, ni fogón, ni música, obvio. Nunca había festejado un cumpleaños en un camping, y la verdad es que lo pasamos muy bien. El lugar es increíble y la propuesta, económica. Llevamos las carpas, los instrumentos y compramos la comida en la proveeduría del lugar. Salió todo perfecto", cuenta Maia Acosta, que no olvidó llevar su acordeón en el bolso de viaje.

Julieta Pink, que conduce el programa de radio Metro y Medio, por Metro 95.1, fue más allá, y quiso festejar su casamiento en un camping, en Villa La Angostura. "Mi marido es de Bariloche. Nuestros amigos nos regalaron la noche de bodas en el Llao Llao y la fiesta de casamiento la hicimos en la hostería Don Horacio, un lugar espectacular. Ellos llevaron las carpas, hicimos unos corderos al asador y fue una fiesta maravillosa. Lo recomiendo."

El camping está de vuelta. Con el mismo espíritu, pero con nuevas modalidades, vínculos y todo tipo de festejos.

Producción de Natalí Ini

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Por Soledad Vallejos | LA NACION