Gonzalo Mórtola: "El cambio está en cada uno"

Desde la Administración General de Puertos, impulsa junto a su equipo, un plan de inclusión a través de políticas de Responsabilidad Social Empresaria, con el objetivo de acercar el Puerto de Buenos Aires a la gente y en el futuro, generar trabajo y oportunidades para los sectores más postergados de la población.

Por Martín Leonetti
:: Argentina ::

El interventor del Puerto de Buenos Aires, Gonzalo Mórtola, nos recibió en su oficina, para contarnos acerca de esta nueva iniciativa orientada a la inversión social y la inclusión. Además, cuáles son los planes del Gobierno Nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires para transformar el puerto y hacerlo más amigable e integrado con la ciudad.

Inclusión, inclusión, inclusión

¿De qué se trata el plan actual de inclusión entre la "Villa 31", el puerto y las empresas navieras?

Nosotros, dentro de la Administración General de Puertos, incluimos un plan de Responsabilidad Social Empresaria (RSE) y básicamente lo que hacemos es -habiendo venido de trabajar allí- realizar actividades para los chicos de Villa 31. En realidad, esa idea fue al principio, pero después tuvimos otra iniciativa superadora, que tiene que ver con trabajar también algunas propuestas en conjunto con el Ministerio de Desarrollo Social e incluir chicos de otros barrios carenciados de la Provincia de Buenos Aires. Y la idea es que eso trascienda y que incluya a todas las provincias de la Argentina.

Llevar la iniciativa a nivel nacional.

Exactamente, porque nuestro puerto es un puerto federal, el único puerto nacional que queda en la Argentina, que está en la capital de todos los argentinos.

¿En la práctica, hasta qué edades se contemplan en esta iniciativa?

Los grupos y la selección de edades están a cargo de ONGs, así como de distintas organizaciones sociales y esa selección depende de la actividad que uno haga y también del programa. En este que hicimos -que es el primero de la historia, es la primera vez que se hace esto- lo dividimos en dos partes. Por un lado, más de 30 chicos fueron a conocer un crucero, lo recorrieron, realizaron actividades y terminó con un almuerzo a bordo.

Por otro lado, otro grupo tuvo actividades en el CENCAPOR, que es el Centro de Capacitación Portuaria de la Administración General de Puertos, en el cual los tripulantes del Celebrity Infinity donaron más de 200 juguetes a los chicos. Se hizo un show de magia y también almorzaron en el CENCAPOR, todo en zona portuaria.

Le mostramos una realidad que para ellos es cotidiana, porque ellos viven cerca de los barcos. Ese es el punto. Algo que para ellos era inaccesible, nosotros generamos que sea accesible.

El día de mañana, cualquiera de estos chicos podría estar trabajando, o por qué no, comandando un barco de crucero, ¿cierto?

Absolutamente, porque no sólo conocen el barco, sino que hablan con sus tripulantes. Las ONGs también hablan con ellos, con el capitán del barco y con gente que está en la industria naviera. También van a hacer visitas a barcos de carga, van a hablar con estibadores, con guincheros, con gente que está en la actividad del sector portuario. Como bien decís, nadie te dice que el día de mañana cualquiera de estos chicos terminan trabajando en la actividad portuaria. No nos olvidemos que la Villa 31 particularmente, en gran parte tiene que ver con los inmigrantes y tiene mucho que ver la actividad portuaria también.

¿Hay empresas que ya están tomando gente a través de programas de RSE?

Sí, la empresa Gate In contrató gente de Villa 31, están trabajando hace más de un año y la verdad que está muy bien, lo cual nos llena de alegría, es muy gratificante.

¿Hay algún programa de capacitación vigente o que tengan pensado realizar para los diversos tipos de puestos de trabajo, tanto en el puerto como en los barcos?

Nosotros recién estamos empezando a desarrollar este programa y dentro de lo que es el CENCAPOR, que hoy pasó a lo que es Recursos Humanos, se están desarrollando también programas de este tipo. La idea es poder articularlo con empresas y con otras áreas de gobierno y poder apuntar a capacitar jóvenes, todos en el ámbito portuario, en distintas tareas portuarias para que en un futuro puedan trabajar.

O sea, las empresas harían un requerimiento para cierto tipo de trabajo y el CENCAPOR selecciona y capacita a los jóvenes según esas necesidades...

Eso sería a lo que apuntamos, pero recién estamos empezando. En cuanto a la prestación de las empresas, la realidad es que tuvimos una recepción excelente y hay que agradecerles enormemente. Royal Caribbean, en cuanto planteamos la idea, fueron los que tuvieron la iniciativa y dijeron "nosotros estamos". Se lo planteamos a MSC y también dijeron "nosotros estamos, nos encanta. MSC se ocupa también de esto, vamos para adelante" y ya tenemos una fecha con MSC en Marzo y con Costa tenemos una que se suspendió hace dos semanas por el mal tiempo y se va a reprogramar para la semana que viene. Y así todas las empresas. Ahora vamos por la carga, pero la verdad que la recepción por parte de las empresas -te nombré a tres de las mejores del mundo- están 100 por ciento alineadas con este programa.

Aparte las condiciones son ideales, porque vos tenés las empresas que operan en el puerto y los recursos humanos muy cerca, con lo cual se logra un impacto social también positivo.

Exactamente.

En tu gestión anterior en la Secretaría de Habitat e Inclusión, participaste del programa de mejoras de Villa 31 y 31bis ¿Para vos la inclusión al sistema de estos sectores, implica -más allá de la posibilidad de trabajo- una oportunidad de desarrollo social?

La realidad es que tanto yo como mi equipo tenemos una impronta social muy grande y un poco lo social fue lo que nos trajo a trabajar en lo público. Poner ese granito de arena para que la gente viva mejor. En esa línea es que trabajamos durante casi 4 años en el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y realmente tenemos logros que fueron históricos, como en Villa 31, que en 3 años de gestión hicimos más de 11 kilómetros de cloacas, de pavimento, de desagües y además tendidos de agua potable. Era impresionante ver cómo una calle que se embarraba, que los chicos no podían ir al colegio, porque no es solo el barro, es todo lo que pasa con eso. No pueden volver después que llueve, tenés una emergencia y no puede entrar una ambulancia... y era impresionante como cuando uno terminaba una obra, que tenía un tiempo promedio de tres meses, podías hacer absolutamente todo y cambiabas absolutamente todo. Pero sí, la impronta social es muy grande y esta base altruista que tenemos la estamos llevando también a la gestión del puerto.

En una declaración a La Nación dijiste: "Desde lo privado tal vez podés generar cambios para una persona, desde una ONG para 100; desde el Estado bien administrado, para millones".

Exactamente. Yo empecé ayudando sólo a una persona, que se llama María Ovando, una señora a la que se le murió un hijo. Un día viendo el programa de Lanata justo pasó eso y apareció el tema de María Ovando. La ayudé durante un tiempo, pero después lamentablemente dejó de ocurrir porque se empezaron a "perder" las cosas que mandábamos. Ella después se mudó de casa y tampoco le llegó la ayuda. Después de eso hicimos una cadena solidaria de amigos, pero eso tiene un límite. Vos podés ayudar a una persona o dos o tres. Podés tener una OSC, que es una organización social o una ONG y ayudar a cien o a miles, depende lo grande que sea. Desde el Estado le cambiás la vida a millones.

¿Cómo influyó el rugby en tu gestión y en tu vida?

En todo. Primero desde muy chiquito tenés una formación que tiene que ver con el compromiso. Estás comprometido y tu compromiso no sólo es con vos, es con tus compañeros, es con tu entrenador, es con tu club y es algo que viene arraigado desde muy chico. Yo juego al rugby desde los 9 años y si me preguntás a mí, yo no juego más pero toda mi vida voy a ser un jugador de rugby y de la misma forma pensamos muchas personas que estamos en este equipo. Desde la humildad, la solidaridad, desde pensar en el otro. Cuando entrás a una cancha de rugby no tacleás por vos, tacleás por el otro y por vos. Y sabés que el otro va a hacer exactamente lo mismo por él y por vos. Y de ahí para adelante, siempre para adelante. En el equipo son todos importantes, el chiquitito, el grande, el que mide 2 metros, el que pesa 100 kilos o el que pesa 40.

"Toda mi vida voy a ser un jugador de rugby"

¿En qué equipo jugaste?

Yo jugué en La Tablada en Córdoba y en Newman acá en Buenos Aires.

¿Cómo se puede lograr a nivel sociedad, un cambio hacia una cultura emprendedora?

Con compromiso, con mucho compromiso. Cada uno poniendo su granito de arena y cada uno haciendo las cosas bien. Si nosotros logramos que cada persona se comprometa y que empiece a pensar no sólo en uno mismo, sino en el otro, el cambio se va a generar solo. El cambio está en cada uno y en esa cadena que se puede hacer entre unos y otros. El cambio no lo genera una sola persona. Si pensamos eso estamos equivocados, el cambio lo generamos todos y juntos.

¿Cómo impacta la actividad del puerto en la economía del país y en el desarrollo económico y social?

El Puerto de Buenos Aires es uno de los puertos más respetados y valorados y puede volver a ser el puerto más importante de la región. Queremos un puerto amigable con la ciudad. En esta línea estamos trabajando con Rotterdam, estuvimos viendo el puerto de Hamburgo, escuchando a sus autoridades; estuvimos escuchando al equipo del puerto de Barcelona, del puerto de Valencia, del puerto de Algeciras. Nos nutrimos de muchísima información de todo el mundo. Por ejemplo, vos vas a Hamburgo y vas a ver una ciudad amigable con el puerto y un puerto amigable con la ciudad, como pasa también en Mar del Plata o en Montevideo.


Puerto de Buenos Aires. Foto: AGP

¿Qué relevancia tiene el turismo de cruceros para un puerto como el nuestro?

Nosotros no descartamos ningún negocio que sea beneficioso para el puerto y para el país. Si beneficia al puerto, beneficia al país y a todos. Y en esta línea es que estamos pensando el puerto para los próximos 50 años. Competitivo, integrador, rentable y equitativo. Que tenga -además de la carga que es muy importante- un espacio especial para los cruceros, ya que significan mucho, tanto para la economía de la ciudad como para la economía del país. Los turistas que llegan en crucero, gastan un promedio de 135 dólares por día.

Y eso también favorecería el desarrollo de estas iniciativas inclusivas con recursos humanos de Villa 31, por ejemplo.

Exactamente, no te olvides que el cambio de tripulantes también se hace en la Ciudad de Buenos Aires, con lo cual en un barco donde hay más de 1.000 tripulantes -mucho más en estos barcos- implica restaurantes y hoteles llenos de gente.

Justamente, leía en una entrevista, que el puerto genera más de 7.500 puestos de trabajo. Y la realidad es que yo creo que es incalculable la cantidad de puestos de trabajo que genera esa cadena de logística de un puerto. Porque nosotros podemos hablar, primero de lo que genera en el puerto y después lo que va generando en toda la Argentina. Eso es lo que tiene Buenos Aires como puerto federal también. Al ser el puerto nacional y federal, es el puerto de todos los argentinos y es un poco la distribución de esa cadena de logística para todos los argentinos. Esto que dice que "Dios atiende sólo en Buenos Aires", no es así, no hay nada más federal que un puerto y lo que se logra a través de esa cadena de logística justamente es que Dios tenga una oficina en cada provincia.

¿Conocés la experiencia de Medellín en cuanto a políticas de inclusión y pacificación?

Nosotros estuvimos en Medellín, tuvimos una gran experiencia y gran parte del trabajo que hicimos en Villa 31 -te diría el 90%- está muy influenciado por el modelo de Medellín.

Claro, ellos llevaron el transporte y los edificios públicos a los barrios más peligrosos.

Sí, salvando las diferencias de problemática. No nos olvidemos lo que era Colombia en esa época, lo que era Medellín en esa época. Por otro lado el dominio de las tierras era diferente también, pero nosotros lo que tomamos fue el modelo de Medellín. Justamente tomando ese modelo es que hicimos todo esto, no solo los 11 kilómetros de cloaca, calles, pavimentos, luminarias y desagües, sino también canchas de fútbol espectaculares, a la altura de las que puede tener cualquier club de la ciudad de Buenos Aires o de la Argentina. Esas canchas, además de que eran lugares recuperados, muchas veces eran las mismas organizaciones sociales de los barrios las que eran contratadas o fortalecidas económicamente, para que puedan desarrollar actividades ahí, para que ese espacio realmente sea utilizado y que tenga vida.

Y el trabajo no termina sólo haciendo las cloacas. Hay toda una construcción de ciudadanía en la cual, mediante el trabajo con las diferentes ONGs, vos tenés talleres con las familias, en las cuales les explicás y le das claridad de por qué no hay que tirar una botella de Coca Cola, pañales o de cualquier cosa dentro del inodoro, por qué la basura se saca después de las ocho de la noche y cuando llueve no se saca. Qué pasa cuando vos llenás de papeles la calle y las alcantarillas se llenan de basura y se traba el agua. Viene con toda una construcción, no es que vos vas, tocás y te vas.

Se está haciendo trabajo desde la base.

Pero es que es así, el cambio se da desde la base. Generar compromiso, adueñarte de lo tuyo. Si nosotros los argentinos entendiéramos que el puerto es de todos, por eso hay que cuidarlo; que las calles son de todos y por eso hay que cuidarlas; que no hay que tirar basura porque no solo ensuciás tu espacio sino el de los demás; que hay que pagar impuestos porque es para todos. Si entendiéramos esas cosas básicas, con toda la riqueza que tiene nuestro país, no cabe duda que seríamos uno de los mejores países del mundo.

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