Esteros del Iberá, la música del agua

Es el segundo humedal más grande del mundo y convoca con su horizonte natural de selva, río y pastizal. Yacarés, historias de baqueanos, avistaje de aves y la aventura de nadar con caballos.

La canoa ya salió del puerto. Orlando sumerge la vara de tacuara mientras pierde la mirada en algún punto del arroyo Carambola. Quizá sólo busque un horizonte impreciso y vacío entre el agua y el cielo. Quizá se mira para adentro mientras sacude –rítmica y periódica– la embarcación que avanza sobre el agua lisa. De todos los sonidos de los Esteros del Iberá, en la provincia de Corrientes, quizá la música más bella –con más sencillez y sosiego– es la del agua. El agua que besa el costado de la canoa; las gotas que caen desde el botador al agua. Todo eso constituye el paisaje de este lugar.

O rlando es uno de los canoeros que trabaja haciendo paseos en el Portal San Nicolás. A 27 kilómetros de la localidad de San Miguel y a 150 de Corrientes, ésta es una de las entradas para recorrer el segundo humedal más grande del mundo, después del Gran Pantanal que comparten Brasil, Bolivia y Paraguay.

La Reserva Natural Iberá (“agua que brilla” en guaraní) tiene 1,3 millones de hectáreas; poco menos de la mitad corresponden al Parque Provincial Esteros del Iberá y el resto está en manos privadas. Pero esos son números sin escala humana. La idea es detenerse en lo pequeño y ser –aunque sea por un rato– pájaro, selva, río y pastizal. En fin, toda la variedad de la que es capaz esta tierra excesiva.

Por los pantanos
Llegar a los esteros implica una pequeña logística. Uno de los accesos más tradicionales es desde la localidad Colonia Carlos Pellegrini.

Para quienes han elegido el recorrido desde San Miguel, es necesario contratar un transfer en camioneta 4x4 hasta el Portal San Nicolás. Son unos 27 km en los que el viaje ya comienza. Sebastián es el chofer que nos lleva; también es aficionado al acordeón y fabricante de cuchillos. Cada tanto, interrumpe el relato para mostrar los animales que van apareciendo antes de llegar al arroyo.

“ ¡Mirá! Allá va un zorrito. Y esa es una garza blanca”, dice el amante del chamamé, mientras vemos a un venado de las pampas. La mirada intenta buscar los animales y se habitúa al verde de la vegetación, al color arcilla de la tierra recién llovida y al agua regada de camalotes. Al llegar, antes de la excursión en canoa, sirven en un camping un plato de mbaipy , plato típico guaraní a base de harina de maíz y pollo, y mamón con queso de postre. Orlando espera para comenzar el paseo en canoa.

“Trabajé muchos años en una estancia ganadera y ahora estoy en esto del turismo. Tengo dos nenes, así que el lugar tiene dos nuevos canoeros”, dice orgulloso. Lentamente, la canoa –y la maravilla del paisaje– comienzan a ganar el horizonte. Aparecen las patas largas de una jacana, los colores de una ipacaá (gallina del monte), la mirada apacible y achinada de los carpinchos y, claro, ellos. Los dueños del estero.

“No hacen nada. ¿Sabés por qué? Acá en los esteros tienen comida de sobra. Si no los molesta, no tiene por qué tener miedo”, explica Orlando, con la proa del bote a dos metros de un yacaré, que está tomado sol en un pastizal. Más allá, se ve a otro hundido en el río, que deja fuera los ojos y la punta del hocico ancho. El bicho conserva algo de su ascendencia prehistórica en esa piel rugosa, en la mirada pétrea y en el latigazo de la cola, que recuerda en algo a las películas de dinosaurios.

" En un río muy grande, en un país desierto donde nunca había estado el hombre, vivían muchos yacarés. Eran más de cien o más de mil. Comían pescados, bichos que iban a tomar agua al río, pero sobre todo, pescados. Dormían la siesta en la arena de la orilla, y a veces jugaban sobre el agua cuando había noches de luna. Todos vivían muy tranquilos y contentos”, escribió sobre ellos Horacio Quiroga en “Cuentos de la selva”. Después de una hora de paseo, horizonte y cielo se confunden en un manto gris que anuncia la lluvia. Es hora de volver.

Otro portal, otra historia
Concepción de Yaguaré Corá (“corral de tigres”, en guaraní) está a 85 kilómetros al sudoeste de San Miguel y es la vía de acceso al Portal Carambola de los esteros. Antes de las excursiones, en el pueblo, se puede visitar el Centro de Interpretación del Iberá y el Museo Histórico (ver Museo), además de recorrer los puestos de artesanos con productos en cuero, plata y espartillo, una planta perenne común en la zona.

U n viaje en camioneta 4x4 nos lleva al arroyo Carambolita. La idea es recorrerlo con actividades que hacían los hombres de la zona. Apenas queda una centena de habitantes en los esteros, y don Severo es uno de ellos. Habla poco castellano. “Cuando lleguen, digan ‘mbae parico’ ; es un saludo en guaraní”, dice la guía. Severo prepara las canoas de madera timbó –herencia de los antiguos cazadores– y los caballos.

En algunos tramos, usamos las canoas con el botador. Luego, el caballo tira las canoas como un trineo. Además de la fauna, la mirada se pierde en los colores, la vegetación subacuática y las posibilidades de este paisaje, desde las cañadas y bañados a las isletas y “pastizados”. La canoa se detiene en un mogote, un pequeño monte con ejemplares de timbó y laurel. Luego nos demoramos en un refugio para descansar y mirar el paisaje solitario. El silencio y el vaivén de los árboles movidos por el viento da la sensación de vida primigenia, de inicio de todo.

Al regresar, el guía lanza una pregunta que a un foráneo le suena extraña. “¿Se anima a nadar con caballos?” A priori, digo no. Pensar en subirme a algo que puede asustarse o ahogarse en un agua llena de yacarés no me parece lo más seguro.

Alguien del grupo lanza una frase despiadada, la mejor que pueden decirme para esfumar mis miedos. “Si no lo hacés, te vas a arrepentir”, dice. Allá vamos.

Al principio, el agua llega a los tobillos de este zaino precioso. Desde arriba, se siente el ruido del chapoteo de las piernas del caballo. Después el estero se vuelve más profundo. Y más profundo. Hasta que no hace –no hacemos– pie.

“Agarrate de las crines fuertes y flotá”, grita alguien. Luego, se siente el respirar hondo del caballo. Me siento liviano arriba de algo que pesa 300 kilos; un momento de bella abstracción en medio de un gran paréntesis de verde y agua.

En los esteros, la noche es de una oscuridad sin límites. Mientras un asado comienza a crujir ante las brasas, uno de los guías anuncia que se viene la hora del “escuchaje”. El aire se llena de gritos de animales, de historias, de sugestiones sobre las miles de criaturas que aquí habitan... Es difícil visitar estas aguas y mantener un férreo escepticismo sobre aparecidos. El cielo está gris, pero las luciérnagas lo llenan de puntos luminosos.

MUSEO
Centro de Interpretación
Es una buena alternativa para conocer más de la naturaleza y la cultura del lugar, antes de iniciar el recorrido por los esteros. Ubicado en la localidad de Concepción del Yaguareté Cora, el Centro de Interpretación de Iberá tiene cuatro salas de exposiciones y un microcine. Una maqueta donde se ubica geográficamente a los esteros, la información sobre la historia geológica del Iberá y las costumbres de sus habitantes son algunas de las temáticas que se desarrollan en los salones del museo. También se explican las unidades de paisajes más representativos: los ríos, los arroyos, las lagunas, los esteros y bañados.
Quizá el punto más interesante de la visita es la recreación de una excavación realizada en Isla El Disparo, en la que se encontraron restos óseos de los pobladores originarios, herramientas (hachas, morteros, punta de proyectil y boleadoras) y una capa de conchillas, que hoy están extintas en el lugar.
Para los amantes de la fauna hay una gigantografía con información de reptiles, anfibios, aves, mamíferos y peces del Iberá.
El museo está en la esquina de Capitán Arbo y Sarmiento en Concepción del Yaguareté Corá. Abre de lunes a viernes, de 8 a 12, y de 15 a 18. La entrada es gratuita (www.infoconcepcion.com.ar).

MINIGUIA

Cómo llegar
El aeropuerto de Corrientes está cerrado por reformas. Aerolíneas Argentinas vuela a Resistencia, a 27 km (desde $ 1.729 ida y vuelta, www.aerolineas.com). Desde allí hay empresas que organizan tours, o se puede ir hasta San Miguel o Concepción de Yaguareté Porá, a 150 y 190 km, respectivamente. Desde esos pueblos, contratar transfer o ir en vehículo 4x4 hasta los portales.

Dónde alojarse
En Concepción del Yaguareté Corá, el hostal familiar Cardozo ofrece alojamiento desde $ 100 por persona (03794-15956428 o 03782-497116).
En San Miguel, otro hotel sencillo es el hospedaje Iberá, donde la habitación doble cuesta $ 300 (03781-483022 o 03781-15484793).
En Santa Rosa, a 20 kilómetros de Concepción, el hotel Malbert ofrece habitaciones dobles por $ 400 (03782-494080).
En Tabay, a 35 km de Concepción, la Estancia Abuelita Justa tiene habitaciones a partir de $ 600 (09794-15266948).

Cuánto cuesta
En San Miguel, la cooperativa Yasí Berá ofrece excursión con transfer, guía, desayuno, almuerzo y avistaje de flora y fauna por arroyo Carambola: $ 640 por persona (mínimo 4 pasajeros). También cabalgatas y kayak (cooperativayasibera@gmail.com / www.cooperativayasibera.com.ar).
En Concepción, Asoc. de Guías Iberá Porá ofrece excursión en canoa-trineo y cabalgata por $ 490 por persona (mínimo 3). Travesía de kayak, $ 350; excursión 2 días (1 noche en refugio, sin transfer), $ 700 (03782-477-339 / guiadesitioiberapora@gmail.com).

Dónde informarse
(03794) 442-7200.
www.corrientesintensa.com

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Por Diego Jemio / Fuente: www.clarin.com