Entre roscas y huevos de chocolate

Es una de las celebraciones más importantes del calendario católico, ya que recuerda la Resurrección de Cristo. ¿Por qué no se come carne? ¿Qué simbolizan los conejos de chocolate? ¿Por qué todos los años cae en una fecha diferente? Te lo contamos.

La Pascua es una celebración cristiana que recuerda la pasión, muerte y resurrección de Cristo, lo que la convierte en uno de los momentos más importantes del año para los católicos. “No es como una fiesta patria en la que recordamos aquello que pasó. Se trata de volver a vivir la muerte y resurrección del hijo de Dios”, explica el padre Luis Rivas, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina (UCA).

La fecha de celebración de Semana Santa varía entre el 22 de marzo y el 25 de abril de cada año. No hay una fecha fija, porque se realiza el domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera del hemisferio norte. Esta fiesta determina, a su vez, cuándo se celebran otras fiestas católicas, como la Ascensión (el ascenso de Jesús al cielo), que se celebra 40 días después de Pascua, o Pentecostés (la venida del Espíritu Santo), 10 días después de la Ascensión.

Seguramente también escuchaste hablar de la Cuaresma, esos cuarenta días previos a la Semana Santa que sirven como “preparación” para la Pascua. La idea es que durante ese tiempo (que comienza después del Carnaval) cada uno se mire a sí mismo e intente realizar una profunda renovación interior. Para los más practicantes, es un tiempo de penitencia que incluye el ayuno y la abstinencia, ya que refiere –entre otras cosas- a los 40 días que Jesús vivió en el desierto, y a los 40 años de la marcha del pueblo judío.

Roscas, huevos y conejos de chocolate

En el hemisferio norte, la Pascua transcurre en primavera, cuando se va el frío y las flores dan color a las plantas. Muchas culturas asociaron esta estación a la fertilidad y, justamente, la nueva vida. La fiesta cristiana conmemora la resurrección de Jesús, que no es otra cosa que la celebración de la posibilidad para los hombres de alcanzar una nueva vida en el Paraíso después de la muerte.

En este sentido, “los huevos de Pascua son una referencia a esa vida que Jesús nos trae”, explica el padre Gerardo Castellano. Desde tiempos antiguos, distintas culturas usaron huevos coloreados para simbolizar el nacimiento y la fertilidad. Durante la Edad Media, los europeos solían coleccionar huevos de colores de diferentes aves y, gradualmente, esta costumbre se asoció a la Pascua. Después comenzaron a pintar y decorar los huevos con motivos festivos y alegres y los conejos también fueron usados como símbolos de fertilidad en algunas culturas.

Con una receta simple basada en leche, huevos y harina, la rosca completa la mesa pascual. El huevo duro característico de este postre remite, al igual que los de chocolate, al nacimiento y la fertilidad. Sin embargo, no tiene un origen religioso, sino que fue asociado a ciertas costumbres folklóricas. Por ejemplo, cuando los campesinos amasaban la rosca y la llevaban a misa para pedir por una buena cosecha.

¿Comer o no comer (carne)?

“En los orígenes de la Iglesia, el ayuno implicaba privarse de la comida durante un día para darle eso a los pobres. Sobre todo en Europa, la carne era un alimento lujoso y caro, pero el pescado era gratis: sólo bastaba con ir a pescarlo. Así, estaba excluido de la penitencia, porque no se ahorraba nada al comerlo”, explica el padre Luis.

En la actualidad, la Iglesia propone que el Miércoles de Ceniza (día que comienza la Cuaresma), el Viernes Santo (el día que se conmemora la muerte de Jesús) y todos los viernes del año cada uno realice un esfuerzo individual y se prive de algo placentero, no necesariamente tiene que ser carne. “No tiene sentido hacer penitencia de carne y comer una cazuela de mariscos o bacalao”, dice Luis. “La idea es que uno se prive de alguna cosa para compartir la Pasión de Jesús, asociarse a su dolor y no pasarla tan bien”, comparte el padre Gerardo.

“Una anécdota: un hombre tenía a un amigo preso y durante esos días durmió en el piso para compartir su padecimiento. Se trata de hacer un esfuerzo que nos haga mejorar y, si redunda en un beneficio para otro, mucho mejor. Por ejemplo, con el dinero que nos cuesta la carne, podemos comprar comida para otros”, traduce el padre.

¡Y felices Pascuas!

El significado de esta frase corriente también tiene una explicación religiosa. ¿Qué le estamos diciendo al otro? “Que el hecho de compartir el padecimiento con Jesús lo ayude a mejorar como persona”, explica Gerardo. Es una expresión de deseo para que el otro pueda ser cada día mejor. “En estos días tratamos de cambiar, de modificar nuestra vida y quitarnos defectos”, dice Luis.

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Por Sabrina Díaz Virzi / www.entremujeres.com

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