El sentido común

¿El menos común de los sentidos?

El término sentido común describe las creencias o proposiciones que parecen, para la mayoría de la gente, como prudentes, sin depender de un conocimiento esotérico, investigación o estudio.

El sentido común es el primero de los sentidos internos. Según la doctrina clásica con respecto a éstos, que los clasifica en sentido común, imaginación, memoria y estimativa-cogitativa en el hombre.

El sentido común no es el «buen sentido», «común» a todos los hombres, es decir, la inteligencia en su actividad espontánea, o la razón en el sentido cartesiano de poder distinguir lo verdadero de lo falso.

Aunque sea una acepción corriente, esta asimilación supone un cambio de significación con respecto a la doctrina clásica, que configura el sentido común como un sentido, una función del conocimiento sensible: su objeto no es abstracto y, por tanto, no es una función intelectual.

Tampoco es un sentido que tenga como única misión el captar los sensibles comunes, pues éstos son objetos exteriores, captados por los sentidos externos con su propio objeto, mientras el sentido común es un sentido interno. Dada la estrecha conexión e interdependencia dentro de la que actúan los sentidos, el sentido común cumple una función clave: por una parte unifica y regula la multiplicidad sensorial de los sentidos externos; y, por otra, sirve de enlace entre éstos y los sentidos internos.

El sentido común no tiene una función de «reflexión»; el conocimiento que proporciona tiene por objeto una cosa distinta del sentido común; su objeto son las sensaciones de los demás sentidos externos aunque no en el mismo plano que ellos, ya que su función no versa sobre los objetos exteriores sino sobre nuestra sensación de los objetos. Viene a ser como la raíz y principio de la sensibilidad externa, radix et principium sensuum externorum.

Delimitado así el sentido común podemos pasar a examinar su naturaleza y sus funciones con más detalle. Como todos los sentidos es una potencia pasiva, es decir, que no opera hasta que no es excitado por el objeto, y que no transforma su objeto al conocerlo.

Hay que señalar que según un sentido está más alejado del objeto, y según sus funciones vayan siendo más complejas, su capacidad de «error» es mayor. Así, el sentido común puede «equivocarse» más que los sentidos externos. Pero su objeto lo capta más «abstractamente» y, por tanto, de modo más perfecto.

Las funciones que tradicionalmente se le atribuyen son:

  1. Conocer las diferentes cualidades captadas por los sentidos externos y establecer una comparación entre dichas cualidades.
  2. Conocer los actos u operaciones de los sentidos externos.
  3. Según Barbado,1 realiza una función más: distinguir los objetos reales de las imágenes fantásticas; se apoya Barbado para asignarle esta función en algunos textos de S. Tomás, textos cuya relación con el sentido común ha sido poco estudiada.2
  4. Un punto a determinar con precisión es si deduce especie expresa -como el resto de los sentidos internos-, o sólo especie impresa -como los sentidos externos-; los textos clásicos dejan abiertos interrogantes a este respecto.

«El sentido común es la potencia por la que se tiene la sensación de cualquier sensación externa, cosa muy distinta de la potencia por la que se tiene la «idea» de cualquier sensación. Dicho de otra manera: el sentido común no entiende, sino que siente las sensaciones externas».3 El objeto del conocimiento es conocido fragmentariamente por el sujeto en el conocimiento inmediato. Efectivamente el «contacto inmediato» con el objeto se realiza a través de los sentidos externos, pero éstos sólo captan cada uno un aspecto de dicho objeto; el ojo no oye, ni el oído siente la dureza. La primera unificación de estas cualidades captadas se debe llevar a cabo (es lo que hace el sentido común) a través de una comparación entre ellas, que permite, a su vez, diferenciarlas.

Pero esta comparación o diferenciación implica ya una referencia marcada a la unidad del sujeto que siente (debe haber algo que unifique), y por eso se dice que el sentido común «ilumina» el acto del sentido externo y lo hace «consciente» (de ahí el nombre que se le da al sentido comúnde conciencia sensible). El sentido común, pues, utiliza a los sentidos externos como «instrumentos» de los que se sirve para cumplir su función más eminente en orden al conocimiento del objeto.

Nosotros conocemos nuestras sensaciones. «No sólo sentimos el objeto, sino que sabemos que lo sentimos. Ahora bien, un sentido no puede reflexionar sobre sí mismo, porque es orgánico. El ojo ve los colores, pero no puede ver su visión de los colores.4 Así, pues, hay que admitir una función de conocimiento distinta que tiene por objeto los actos directos del conocimiento sensible, y esto lo hace el sentido común».5

Pero el sentido común no sólo es activo por estas funciones, sino -y esto es muy importante- porque regula la «atención sensorial», mediante la cual el sujeto dirige el oído, la vista, etc., hacia el estímulo, para sentirlo mejor.

Referencias:

1. ↑ o. c. en bibl., 1, 723
2. ↑ cfr. Sum. Th. 1 q84 a8 ad2; De Malo q3 a3 ad9
3. ↑ A. Millán Puelles, o. c. en bibl., 346
4. ↑ cfr. S. Tomás, Contra gentes, 11,65
5. ↑ R. Vernaux, o. c. en bibl., 66

Bibliografía:

R. ALVIRA DOMÍNGUEZ especialista en fé católica, J. FERRER SERRATE especialista en filosofía cristiana. (), Sentido común
M. BARBADO, sacerdote y filósofo neoescolástico (1946-48), Estudios de Psicología experimental, 2 vol., Madrid.
R. E. BRENNAN (1969), Psicología general 4 ed., Madrid.
WILKIPEDIA.org
C. FABRO, filósofo neoescolástico (1966), Percezione e pensiero 2 ed., Brescia.
A. MILLÁN PUELLES, profesor de filosofía cristiana (1972), Fundamentos de Filosofía, 8 ed., Madrid.
R. VERNAUX, Profesor de filosofía Tomista (de inspiración escolásticas) (1971), Filosofía del hombre, 3 ed., Barcelona.

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