Carlitos Balá repartió alegría y sonrisas entre los pacientes del Sanatorio Anchorena

"Hola, vengo a ver a los enfermos". El entrañable cómico de 90 años apareció sorpresivamente en el hospital, donde pasó más de 5 horas repartiendo alegría entre los enfermos.

El pasado viernes, a las tres de la tarde, el entrañable y querido Carlitos Balá, de 90 años, apareció de sorpresa en el Sanatorio Anchorena, de la capital argentina. Los médicos pensaron que estaba allí para atenderse por alguna dolencia, pero él sólo quería llevar alegría y robarle sonrisas a los pacientes allí internados.

Apareció de la nada, a eso de las tres de la tarde, y dijo "Hola, vengo a ver a los enfermos". Pensé que había ido a ver a algún amigo o conocido, pero no... quería ver a los pacientes para darles un poco de alegría”, relata emocionado el doctor Adolfo Savia, Jefe de Emergencia del Sanatorio Anchorena.

Lo primero que pidió Carlitos fue ver a los más chiquitos: “Los nenes, por una cuestión generacional, no lo conocían, pero con dos morisquetas enseguida los enganchó y los hizo reír a todos. La reacción de los pacientes fue increíble”, describió el doctor Savia.

La noticia fue difundida por el doctor Savia a través de su perfil en Facebook, donde destacó el gesto de Balá, publicando una foto donde aparecen él, Balá y el doctor Francisco Allalla (Coordinador del servicio de emergencia) haciendo “el gestito de idea”.

Luego de visitar el sector de pediatría, Balá recorrió el resto del hospital, junto al Dr. Savia. “Bajamos a la guardia y la gente que estaba mal escuchaba su voz y salía de donde estuviera, sin importar las dolencias, para estar junto a él, para saludarlo y reir”, explicó el Jefe de Emergencia del Anchorena y luego agregó: “Se sentó en todas las camas, habló con cada pacientes. Ni siquiera le molestó realizar todo el despliegue sanitario para poder visitar a los pacientes en oncología”. Los pacientes más grandes recordaron inmediatemente la sana alegría que Carlitos les había dado cuando eran niños.

“Cambió el ánimo de todo el mundo, el de los pacientes de la guardia, el de los más críticos y más complejos. Pero no sólo el de los pacientes: también el del personal. Nuestra profesión, más allá de ser un trabajo, es una vocación, estos gestos humanos nos dan fuerzas para seguir adelante. ¡Ojalá que vuelva!", concluyó el doctor Savia.

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